jueves, 9 de junio de 2011

“¡Qué padre es ser un buen padre!”...Por Elena Savalza

Hoy quiero compartirles algo que escribí hace ya unos meses, pero que con motivo del Día del Padre y muy en especial, por el próximo cumpleaños de mi papá, publico en este espacio:


Hace un tiempo estaba platicando con un amigo acerca de trivialidades, cuando él me mencionó en la conversación la frase que da título a esta nota: “¡Qué padre ser un buen padre!”
Al decir esto, comenzamos a profundizar en lo que ser buen padre o madre significa, en el amor de los padres por los hijos y las enseñanzas de algunas de las experiencias más difíciles en nuestras vidas. Supongo que esa conversación me dejó con algo de “papitis”, porque no dejé de pensar en mi papi toda esa mañana...
Siempre he reconocido en mi carácter, sean defectos o virtudes, mayor similitud con mi papá que con mi mamá (incluso mis hermosos ojazos tapatíos los heredé de él). Quizá sea porque mi hermana menor, Isabel, nació cuando yo tenía apenas año y medio de edad (de hecho, fuimos bautizadas el mismo día); lo cual, según me platican, debido al embarazo, mamá ya no podía abrazarme tanto y quien lo hacía era mi papá. Quiero creer que, al nacer ella y enfocar mi mamá la mayor parte de su atención y cuidados hacia mi hermanita, como es lógico; yo me hice más “hija de papi”. No por esto, aclaro, le resto méritos a mi mamá, a quien también adoro y reconozco enormemente sus esfuerzos por darnos una buena vida a mis hermanos y a mí (y actualmente, hasta a algunos de mis sobrinos), es solamente que siempre me he sentido más consentida por mi papá que por mi mamá.
Mis primeros recuerdos sobre la relación con mi papá se remontan a la edad de 3 o 4 años, cuando viviendo todavía en Ixtlán, Nayarit, Isa y yo nos levantábamos temprano todos los domingos a ver el programa de Chabelo, porque a nuestra edad, creíamos que solamente viendo el programa, mi papá, que entonces trabajaba fuera de Ixtlán, llegaría a visitarnos.
Después nos fuimos a vivir a Tecolotlán, Jalisco, donde Don Antonio Zavalza (la correcta ortografía de mi apellido es esa), nos sacaba a pasear de la mano por el pueblo, sin faltar donde se estacionara a platicar con quien se encontrara (medio “pachito” Don Toño, jejeje). Al hacerlo, tanto Isabel como yo, nos sentábamos una en cada una de sus botas de 28 cm, a esperar pacientemente  que mi papá terminara de chismosear y siguiéramos el paseo. Todavía ahora, papá se ríe al acordarse de su “par de greñudas” (como nos llama cariñosamente a Isa y a mí) sentadas en sus pies.
Crecí y con el tiempo me separé de él físicamente. Creo que de alguna forma, me educó diferente al resto de mis hermanas, porque me dio mayor apertura, libertad y confianza que a ellas. No digo que jamás peleamos o nos enojamos, pero si sé que gran parte de la persona que soy ahora se la debo a él. Alguna vez me dijo que esperaba que estudiara porque era quizá la mejor herencia que podría darme; que quería que supiera lo que era valerme por mi misma antes de casarme y, si después decidía hacerlo, ya habría sabido que sí podía sola. Sin duda, una valiosa lección de independencia que actualmente agradezco infinitamente.
Hace pocos años, mientras yo estaba sola un fin de semana en la casa que compartía con mis primas en Tlaquepaque, un grupo de chavos entró a la casa con afán de robar. Por fortuna para mí, no se percataron de que yo estaba adentro y se fueron sin hacerme daño mientras yo me escondía conteniendo la respiración en mi cuarto para no ser descubierta. Pasó el fin de semana y al llegar el lunes yo no había dado ninguna muestra de nerviosismo; pareciera que no estaba ni un poquito asustada por lo sucedido. Sin embargo, al llegar de nuevo a casa por la tarde y ver que mis primas no habían regresado todavía, todo el pánico contenido se desplomó, al grado de que tuve que llamar a casa (sí, la de mis papás en Ixtlán) y, al escuchar la voz de mi mamá, me puse a llorar. No terminaba siquiera de colgar el teléfono cuando comencé a escuchar 3 patrullas de la policía en la calle. Colgué sin entender muy bien lo que pasaba, pero en unos minutos lo sabría: mi papá, en su desesperación por escuchar que, a distancia, su niñita querida (de 22 años entonces) estaba llorando asustada e histérica, no se le ocurrió qué más hacer para ayudarla que llamar a la policía reportando un robo en mi casa. Aclaré la confusión y la policía se fue; pero nunca voy a olvidar la tremenda muestra de amor de mi papi, que, ante la impotencia de no estar conmigo cuando parecía necesitarlo tanto, “activó” de inmediato su instinto de protección por su hija y mandó quien cuidara de mí…
A través de la escritura en este blog he aprendido y concluido que no hay una sola Princesa en este planeta que no haya llorado por un Sapo, que nunca pudo rescatar a su Príncipe interior (porque sigo insistiendo, todos lo tienen). Sin embargo, si algo hay de cierto en toda esta mezcla de personajes y de historias es que “No hay una sola Princesa que no sea hija de un Rey”.
Si bien mi papá pudo haber sido Sapo o Príncipe en distintas etapas de su vida para alguien más (quizá incluso, para mi propia madre); no podría colocarlo en un espacio entre Príncipes y Sapos. La razón es muy sencilla:
Puedo cumplir muchos años, acumular kilos, arrugas, celulitis; finalmente, el tiempo no perdona…
Puedo vestirme al último grito de la moda, con ropa de marca y bolsos de diseñador y al día siguiente, estar completamente fuera de moda…
Puedo cortarme el cabello, pintármelo, alaciármelo, dejármelo crecer…
Puedo engañar, mentir, ser medio buena o medio mala, equivocarme una y otra vez…
Puedo tener dinero y una posición respetable, o no tenerlos…
Puedo ser  princesa, bruja mala o hada loca…
Puedo conocer muchos Príncipes o muchos Sapos que se irán o se quedarán, que me harán reír o llorar. Algunos me dirán “te amo” y quizá pueda ser cierto; otros seguirán siendo Sapos, sin importar la cantidad de besos que quiera gastar en ellos con el afán de romper el hechizo…
Pero, siempre habrá un solo hombre que me ama y me amará incondicionalmente a pesar de lo que yo diga, lo que haga, lo que tenga y cómo me vea. Ese hombre no me dejará por gorda, por vieja o por amargada, ni por alguien menor que yo cuando se enfade de mí (¡estoy segura!). Tampoco se le terminará el amor inexplicablemente, porque me ha amado tal como soy desde hace 29 años: ese hombre es mi papá.
Quizá ya no puedo sentarme en sus pies como cuando tenía 5 años, ni me levanto los domingos a las 7 de la madrugada a ver Chabelo para que llegue, pero sé que aún está allí y aunque no físicamente juntos, siempre está en mi corazón…
Si tienes la fortuna de que al llegar a casa, tu papá te esté esperando, disfrútalo hoy. Pero si (como yo) no puedes, llámalo o por lo menos, piensa en él…
Recuerda que gran parte de lo que eres y lo que tienes ahora, se lo debes a él y que a pesar de que pudo haberse equivocado, hizo lo mejor que pudo con lo que tuvo. Finalmente, nadie nos enseñó cómo ser buenas personas y mucho menos, cómo ser buenos padres…
Y si eres hombre y tienes hijos, espero que en algún momento puedas decir por experiencia propia lo que Daniel comentó ese día: “¡Qué padre ser un buen padre!”.
Dedicado especialmente para mi papi, quien el próximo domingo 12 de junio cumplirá 63 años de vida; pero también, para todos los papás y “papacitos” (¿por qué no?) de mi vida en este Día del Padre…

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3 comentarios:

  1. puff... algunos tenemos la dicha de que la vida nos aya prestado un padre,hoy x hoy cada mañana agradesco a dios la oportunidad tan linda de prestarme a un gran padre, que aun cuando no lleve sus apellidos,ni parte de su sangre me aya dado gran parte de su vida,tiempo,alegria,dicha,comprension,proteccion,y podria decir miles de palabras que englobaran la perfeccion y aun asi no seria ni la minima parte de lo que el me a regalado su nombre PEDRO TENORIO HERNANDEZ ... el hombre que decidio darle su vida a algunos extraños que decidio fueran sus hijos ISABEL GALEANA

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  2. solo quiero que sepas que estoy llorandoy que termine llorando al leher lo que ablas de tu vida con tu papa. no cabe duda que tienes un gran padre y tu eres una gran hija. estoy orgullosa de ty. poque todo lo que espresas de tu papi. te da aconoser como persona. y eres una gran mujer. y ser umano. felicidades mija . tu tia lore.

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  3. Muchas gracias Elena por compartir un espacio dedicado a los padres; en particular yo ya no tengo el mío pues se adelantó en el viaje, pero que bonito es recordar los buenos momentos con mi viejo. Y ahora la vida me da la oportunidad de continuar su legado. Saludos a tu padre don Antonio !!!!

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