martes, 7 de junio de 2011

"Lo que no te dije"... Por Elena Savalza



Hola, ¿cómo están?... Yo, contenta de regresar con ustedes a este espacio, después de una semana sin escribir.
Como podrán imaginar, tuve un lapsus de “sequía lingüística”, de esa que padezco cuando mi disco duro se me satura de información. De pronto me pongo lenta y debo reiniciarme, o en los peores casos (como este), “reinstalarme” algún programita o “bajarme” una aplicación para optimizar mi rendimiento… ¡Y todavía, hay quienes dudan que nuestro cuerpo funcione como una máquina!
Hoy es el día de la Libertad de Expresión. Hoy festejamos que gozamos como ciudadanos de esta garantía individual avalada en nuestra Carta Magna, de poder decir lo que nos plazca sin censura.
Pareciera que el día de hoy y siempre, podemos hablar de todo y de todos. Podemos opinar impunemente de lo que otros dicen o hacen, e incluso, exhibir nuestras ideas, asumiendo también, las consecuencias (buenas o malas) de esto.
Hoy no quiero hablar de lo que las palabras dichas pueden generar en las personas. De sobra sabemos que con palabras, podemos hacer tanto daño como con los puños o con un arma. Y al contrario, con las palabras podemos también, generar una gran influencia positiva en la gente a nuestro alrededor. Cuántas veces no hemos escuchado o leído algo que realmente hizo que nuestra moral estuviera por las nubes, y más aún, pudo habernos sacado de algún bache en el que en ese momento estuviésemos atorados.
Sin embargo, hoy quiero hablar de la otra cara de las palabras… de las que no decimos.
La semana pasada tuve un momento muy difícil. Un antiguo amor descubrió a una Elena desconocida a través de todo lo que en mis entradas en este blog he publicado. Su sorpresa, coraje y su decepción pudieron haber sido grandes al conocerme tal y como soy: no lo sé, no estoy en su cabeza ni en su corazón para darme total cuenta de ello…
El asunto empeoró cuando él cuestionó que yo lo “quisiera de verdad”. Me indignó, porque el amor que yo he sentido por él ha ido más allá del tiempo y de la distancia y él sigue ocupando un sitio muy importante en mi vida, a pesar de todo lo sucedido.
En el calor del coraje y la decepción, hice un recuento de todo lo que no le dije en su momento y que tanto daño me hizo, y sin más ni más, se lo solté de golpe… Y creo que al final, terminé dañándolo más de la cuenta, que si lo hubiera hecho en su momento.
Hoy, que ya pasó una semana y que ya dejé de llorar de impotencia, de coraje, de tristeza y de frustración; me doy cuenta del daño que sin querer le hice por no hablar a tiempo.
Sé que el hubiera es el tiempo verbal de los mediocres y que de nada sirve arrepentirse ahora. Mi razón me dice que debo dar vuelta a la página y continuar mi camino. También puedo recurrir a viejos refranes que dicen “para atrás, ni para tomar impulso”.
Pero, en esto como en todas las experiencias vividas, tengo la obligación conmigo misma de recordar que puedo perder todo, menos la lección que en cada uno de los acontecimientos de nuestra vida, Dios nos brinda la oportunidad de aprender.
Fue mi miedo por ser yo misma, lo que quizá hizo que él se enamorara de una persona muy distinta a la que en esencia soy. Porque hay una cosa que ahora no pongo en duda: que el gran amor que yo le tuve y le tengo, en su tiempo fue correspondido.
Fue mi incapacidad de hablar en su momento, de decir todas las cosas que hicieron que sintiera molestia, duda, miedo, coraje, tristeza y confusión, la que generó que guardara, además de un gran amor, también un profundo resentimiento escondido detrás de la máscara de perdón.
Y si… hablé. Liberé mi alma y mi corazón. Liberé mi cabeza de todas las telarañas que se generaron alrededor de esto… ¡Pero lo hice con tres o cuatro años de retraso!
¿Me sirve ahora?... Solamente con fines terapéuticos… ¿Le sirve a él?... No, no creo que un cúmulo de palabras hirientes, “añejadas” por el paso de los años sean útiles para nadie.
Eres esclavo de lo que dices, pero también te puede esclavizar lo que callas. Una palabra no dicha a tiempo, puede hacer tanto daño como una que sí pronunciaste, la diferencia es que sobre la segunda no puede haber especulaciones.
Recuerda: tu tiempo es el aquí y el ahora… Nunca te guardes nada para mañana, porque el mañana puede llegar… muy tarde.

Termino esta entrada, con una hermosa cita que creo que va muy de acuerdo con el tema, de la inspiración de Black Cardona, quien como habrán notado, recientemente ha engalanado este espacio con su poesía:

"Hay tiempos en la vida, en los que no se debe de mirar atras ni por encima del Hombro, Tiempos en que se necesita levantar la mirada, creer que todo es posible, seguir adelante, sin importar el cómo y el porqué. Tiempos en que necesitas amar intensamente, llorar hasta secarte, gritar hasta quedarte afónico. Justo allí sabras que estoy aquí, sin necesidad de palabras o sonidos, sólo una mirada basta para decirte tanto."
¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!

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