viernes, 10 de junio de 2011

Monstruo #5: "Mientras Me Caso"... Por Elena Savalza

Hola a tod@s, me da gusto volver a saludarles y regresar con temas tranquilos y objetivos después de mis últimas entradas de aventuras intensas y locas, que de verdad, dejaron a mi corazoncito un tanto cansado.
Hoy quiero hablarles de uno de los “monstruos” más comunes para las mujeres en edad “de merecer”: estoy hablando del Monstruo MMC (Mientras Me Caso).
Imaginen a una pequeña Princesita, endiosada como todas, con los cuentos de hadas que Walt Disney magistralmente desarrolló para beneplácito de todas las aficionadas a las historias rosas (¡me súper incluyo!).
Esta Princesita, sabe que algún día llegará su Príncipe y que en ese momento es cuando su vida comienza.
Un día, la Princesita crece y se convierte en la Princesa, pero la ilusión por el “gran día” sigue permaneciendo en su cabeza.
La Princesita cumple 15 años y entonces, ya tiene la edad oficial para poder tener novio; es decir, comienza oficialmente la búsqueda por el Príncipe Azul.  Sí, ese ser que sabe que existe, que se lo ha imaginado muchas veces… pero del cual no tiene la menor idea de para qué lo quiere.  Solamente sabe, que mientras no esté con ella, su vida, su cuento de hadas particular, está a medio terminar.
Los años siguen pasando y la Princesa continua besando Sapos, de los cuales no logra romper el encanto para que se conviertan en Príncipe Azul; sin embargo, sabe que el Príncipe existe y que entre tantos Sapos, en algún momento habrá uno que, al darle su beso de amor incondicional, sufra una metamorfosis que lo lleve a convertirse en su tan anhelado Príncipe.
Este cuento de hadas pudiera tener varias historias alternas:
-          La Princesa encuentra a su Príncipe Azul, se casa y viven felices para siempre.
-          La Princesa no encuentra a su Príncipe Azul, por lo que decide entrar a la Universidad a estudiar la Licenciatura en MMC (Mientras Me Caso). Después de eso conoce por fin a su anhelado Príncipe y se olvida de todo lo que estudió para dedicarse a ser la amada esposa del Príncipe.
-          La Princesa decide esperar y dejar pasar su vida, por un Príncipe que nunca llega (seamos realistas, siendo más mujeres que hombres, a alguna nos va a tocar).
Estas historias, aunque con final diferente, tienen un punto en común:
Una Princesa que ESPERA  por un Príncipe




Así es. Desafortunadamente, aún en nuestros días, algunas mujeres se dedican a ser pasivas espectadoras de la vida, a la espera de que llegue alguien a cambiárselas. Y entonces pasa, que al creernos producto terminado, cuando ya tenemos un marido, nuestra vida se detiene: ya no tenemos ningún reto, ninguna necesidad de luchar por nada, porque en teoría, todo lo hemos conseguido.
Pero… de verdad ¿vale la pena posponer tu vida a la espera del “gran día” o detenerla por creer que ya no hay nada más que el matrimonio?              
No me declaro en contra del matrimonio, para nada. Sin embargo, si estás viviendo un “cuento de hadas” con alguna de las tres vertientes sugeridas arriba, quiero invitarte a reflexionar sobre esto:
  1. Define prioridades: Al hablar de definir prioridades, quizá debiera agregar entre estas dos palabras, la palabra “TUS”. Esto quiere decir que lo principal, es que sepas qué es lo  más importante para ti (no para tu mamá o tu papá, ellos ya eligieron en su momento). Piénsalo de esta forma: si tuvieras que ordenar por importancia las palabras “trabajo”, “familia”, “religión”, “amor”, “pareja”, “amigos”, “vida social”, “tener hijos”, “seguir estudiando”, entre otras, ¿cómo las acomodarías?
Cuando defines qué es lo más importante para ti, necesariamente tienes que cuestionarte sobre cada uno de estos aspectos en tu vida y decidir el orden de los mismos,  por TUS razones, no por lo que diga tu familia, la sociedad, la costumbre; si no porque de verdad, en ese orden piensas enfocar tus esfuerzos para conseguir lo que quieres en la vida.
Recuerda que “el que no sabe a dónde ir, cualquier camino es bueno”. La vida en pareja y la posterior integración de tu propia familia, es un proyecto demasiado importante como para considerarlo “cualquier camino”, ¿no crees?
  1. Experimenta la “autosuficiencia”: Evidentemente, uno de los principales aspectos de la autosuficiencia, es el económico y el moral. Sin embargo, no solamente hablo de eso:
Alguna vez cuestioné a una mujer muy cercana a mí, que estaba casada con un ejemplar nefasto de Sapo, sobre las razones por las cuales seguía casada con él. Su respuesta me dejó atónita: “es que si se me descompone el coche o se funde un fusible, él siempre se hace cargo”. ¡Por Dios! ¡Si los mecánicos y los electricistas también comen! Esto solamente me dejó la conclusión de que esta mujer no tenía ni la menor idea de lo que era ser autosuficiente, porque siempre le resolvieron la vida.
Ser una mujer autosuficiente, implica tomar tus propias decisiones y asumir tus propios riesgos. Es tener la convicción plena de que puedes valerte por ti misma.
Una mujer autosuficiente, elige casarse por amor y porque pretende a través del matrimonio y la vida en pareja, trascender contribuyendo a formar una sociedad mejor. Una mujer dependiente, ni siquiera elige, asume que así debe ser y se resigna, aunque ni siquiera sepa las razones por las cuáles tiene que ser así.
  1. Piensa en las razones válidas para casarse: Casarse es una de las decisiones más importantes de la vida. Y es mayor la trascendencia, porque involucra la convivencia con una persona completamente distinta a ti, educada de forma distinta, con otros valores y otros conceptos que pudieran diferir de los tuyos.
Esto puede ser una experiencia enriquecedora, pero al mismo tiempo, hay que tener ciertos aspectos en cuenta. Considero que uno de los principales es el “¿Por qué te quieres casar?”.
Si entre tus respuestas están algunas de las siguientes, piénsalo dos veces antes de dar el paso:
  • Porque sientes que “se te va el tren”, sobre todo si rondas los 30.
  • Para que te mantengan, porque ya no quieres trabajar
  • Porque ya no quieres vivir con tus papás.
  • Porque estás embarazada, aún cuando no estás segura de que lo ames.
  • Por presiones familiares
  • Porque estás aburrida de la soltería
  • Porque te sientes sola
Si encuentras cierta similitud entre las razones anteriormente mencionadas, con las tuyas actuales, puede ser que creas que necesites casarte, pero no que realmente quieras. Esa pequeña diferencia de conceptos, puede determinar todo tu futuro, así que debes discernir cuál es realmente tu caso.
Como dato adicional, te recomiendo la lectura de El Caballero de la Armadura Oxidada (Robert Fisher, Ed. Obelisco), sobre todo, la reflexión que realiza el autor cuando al Caballero se le cuestiona: “¿Habéis confundido la necesidad con el amor?”.
  1. Enriquece tu vida como persona: Independientemente de si eres soltera o casada, tu vida continúa como PERSONA, así que tienes la obligación contigo misma de seguir aprendiendo y seguir superándote, de ser cada día mejor en todos los aspectos.
Solamente reinventándote cada día e imponiéndote nuevos retos, harás de tu vida una aventura digna de vivirse, sin importar si tienes pareja o no. Además, cuando te mantienes ocupada y al pendiente de tus intereses, cultivando además tu parte intelectual y espiritual, logras convivir armónicamente con la persona más importante de tu vida: TU. Y si puedes convivir contigo misma, es mucho más probable que alguien más, hablando de pareja, también pueda hacerlo.
  1. Determina qué es lo que quieres de tu relación COMO PAREJA: Sí, ya sé que quieres ser “feliz para siempre” y que eso pasará en cuanto llegue tu Príncipe Azul. Pero, ¿realmente sabes qué es lo que comprende el concepto de “feliz para siempre”?
¿Has pensado en lo que estás dispuesta a ceder y en lo que esperas recibir? ¿Has pensado si estás dispuesta a dejar de ver a tus amigos, familia, irte a vivir a otra ciudad o país, si quieres postergar tus aspiraciones profesionales, quién va a hacerse cargo de los gastos de la casa, si quieres tener hijos, quién y cómo se harán cargo de su educación, qué va a pasar si les falta el dinero, bajo qué religión van a educar a su familia y tantos otros aspectos que hay que considerar para tener un futuro con el final de “felices para siempre”?
¡Ah verdad! ¡Eso no lo platican en los cuentos de hadas, pero es real! Este tema lo he ahondado en una entrada anterior, llamada El Príncipe Azul. http://mujeresymonstruos.blogspot.com/2011/03/el-principe-azul-por-elena-savalza.html
  1. Puedes ser soltera o casada, pero jamás eres “producto terminado”: El día que consideres que ya no tienes nada qué aprender, nada qué dar, nada qué mejorar, nada más qué hacer; ese día estarás espiritualmente muerta (aún cuando sigas respirando).
Siempre habrá algo bueno qué hacer por ti y por los demás. Es cuestión de abrir tu mente y tu corazón a nuevas posibilidades y experiencias.
No está mal querer casarse y formar una familia. Sin embargo, no te olvides que antes que ESPOSA o MADRE, eres una MUJER, y como tal, tienes mil posibilidades para crecer y trascender y muchas cosas por hacer y por aportar, independientemente de tu estado civil.
Si hoy fuera el último día de tu vida… ¿Lo querrías vivir en compañía del “Monstruo MMC”?
¡Yo creo que no!

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