Comía en
un restaurante japonés de la Ciudad de México, en mí más reciente visita, unos
días antes de mi cumpleaños. Estaba sentada, nada más y nada menos que del lado
izquierdo del “amorcito platónico” del que les conté hace algunas entradas.
Entre bromas, kushiages, sushi y salsa de soya, contemplaba de
perfil los preciosos ojos verdes que me siguen trayendo medio loca, por más
esfuerzos que hago por no recordarlos y que me siguen arrancando la misma
sonrisa estúpida al recordarlos mientras escucho su voz por teléfono, aunque
sea sólo para checar avances en el único asunto en común que tenemos (hasta
ahorita): el trabajo.
Al
terminar de comer y pedir la cuenta, el Mesero nos acercó a todos (¡Ups! Casi lo
olvido, pero además de nosotros había 3 comensales más en mi mesa) una galleta
de la suerte. Todos abrimos nuestra galleta y uno a uno leyeron el mensaje que
venía al interior. Mi sonrojo fue enorme al abrir mi galleta y sacar mi
mensaje:
“No confundas tentación con oportunidad”
¡Vaya,
vaya! ¡Ni siquiera lo leí en voz alta! ¿Comía a un lado de la “tentación”?
¿Tenía a mi lado una “oportunidad”? No lo sabía, pero sí sé que cuando leyó mi
mensaje, taladró con su mirada la mía, sonrió de manera cínica y dobló el
papelito para regresármelo de inmediato. Desde ese día, no he dejado de pensar
en el mensaje que encerraba esa frase.
Siempre he
creído que las oportunidades se presentan sólo a quienes son lo suficientemente
receptivos para interpretar las señales que las acompañan. Muchas veces, el
éxito en cualquier aspecto de la vida depende de la preparación, la disciplina
y el esfuerzo constante que rendirán frutos justo en el momento correcto o en
el “oportuno”, siempre que sepamos identificar cual es este. Pero… ¿y las
tentaciones? Supongo que esas siempre están allí, intentando distraer nuestra
atención y desviarnos del camino trazado hacia nuestras metas. A lo mejor ni
siquiera es tan malo caer en ellas, porque estoy segura de que siempre
significarán un aprendizaje. Seguramente nuestro camino sería más rápido sin
estos obstáculos, sin embargo, no cambiaría por nada algunas tentaciones en las
que he caído en mi vida. Sólo sé que ahora todo aquello, tentación u
oportunidad, forma parte del camino escalado y aprendido durante los “3 pisos”
que forman parte del almanaque de recuerdos y experiencias de mi vida.
Y así,
desde el balcón de mi “tercer piso”, quiero compartir con ustedes algunas
reflexiones con las que inicio mi nueva década:
Permite que te alcancen las cosas
indicadas, dejando de perseguir las equivocadas. A veces
nos aferramos tanto a las cosas que creemos correctas que la perseverancia se
vuelve obstinación. En este tiempo he aprendido que es una habilidad
absolutamente necesaria, casi vital, el aprender a soltar las riendas de vez en
cuando. Sólo permitiendo que la naturaleza y la energía propia de la vida hagan
su parte, es que lo bueno y lo necesario para nosotros podrá alcanzarnos. El
resultado seguramente valdrá la pena.
Ser soltera es una maravillosa
oportunidad de enamorarte de alguien más: de ti misma.
A mis 30 años he conocido el amor y el desamor, la alegría de la vida en
pareja, el romance de quien recién comienza una relación, la miel, las palabras
cursis y tiernas, los detalles románticos, las serenatas, peluches, flores y
hasta uno que otro anillo (¡aunque no lo crean!). Sin embargo, es justo ahora
cuando valoro a la primera persona que debí amar desde siempre y que sé que me
acompañará por el resto de mi existencia. En mis mejores momentos y en los
peores: YO soy todo lo que tengo y estoy feliz por ello.
Amar lo que haces e imprimir pasión en
ello, es una llave segura hacia el éxito. Creo que
no hay persona con mejor fortuna que aquélla que puede levantarse todos los
días y salir a “trabajar” sin sentir que lo hace. Me considero una de ellas y
eso me hace sentirme maravillosamente bien. Tengo un trabajo útil, que me
permite involucrar mi creatividad, que trasciende y con el que puedo influir en
otras personas y que, a corto o a largo plazo, me regala todos los días
gratificaciones tangibles: sólo por eso, independientemente del beneficio
económico, debo considerarme exitosa porque no cualquiera puede presumir amar
lo que hace.
No dejes de bailar porque no sea bien
visto. Y tampoco dejes de reír, ni de gritar, ni de hacer
todo lo que te haga feliz porque alguien más diga que no es correcto. La
felicidad está hecha de pequeños instantes y de pequeñas locuras. Al final del
camino, estos pequeños chispazos de alegría y de rebeldía serán los que te den
fuerzas en los momentos difíciles. La única persona a quien debes complacer es
a ti mismo.
Cuando te pierdas, vuelve al principio.
Siempre tendrás la oportunidad de volver a empezar, no importa las veces que te
equivoques. La vida es una
serie de ciclos que deben ser cerrados. Unas veces estamos abajo y otras veces
arriba, al centro o a los lados, porque la vida es así y el cambio es lo único
constante. En el camino siempre podemos equivocarnos, desviarnos o
extraviarnos. Esto no es el fin del mundo si aprendes las lecciones que en cada
paso y en cada obstáculo la vida tiene para ti. Siempre, por más bajo que se
caiga, hay una oportunidad de levantarse y por más lejos que se llegue en
dirección equivocada, con fe y voluntad podemos retomar el camino correcto.
Cuando tu cabeza no pueda decidir, sigue
a tu corazón. Suelo pensar y
buscar alternativas para todo, los pros
y los contras. A veces me agobio tanto que nunca sé que es lo correcto. En los
últimos meses, sin embargo, he practicado el seguir a mi corazón. ¿El
resultado? Soy menos perfecta, pero mucho más feliz.
Hoy les dejo estas líneas como
bienvenida, en espera de descubrir las sorpresas y experiencias que esta etapa
recién iniciada seguro tiene para mí.
¡Gracias
por seguirme leyendo y hasta pronto!
Gracias
por seguirme:
Todos
los martes, mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com
En
Facebook, busca la página Mujeres Adictas a los Monstruos
y da click en “Me gusta”
En
Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?