martes, 26 de julio de 2011

"Las mujeres bien portadas, nunca hacen historia"... Por Elena Savalza

Hola a todos…  ¡Qué gusto volver a escribir para ustedes!
La verdad, he andado bastante concentrada en el proyecto que, como les dije, me trajo a la ciudad de Colima, para retomar mi olvidada carrera de Consultor. Dicho de otra forma, estoy ocupada haciendo lo que quiero.
La concentración ha debido estar al máximo, pero también sentía ya la necesidad de escribir. Como estoy convencida de que nadie da lo que no tiene y me sentía un tanto “desencanchada”, me di a la tarea de ponerme a leer, para poder escribir.
Normalmente, siempre tengo algo qué leer. Sin embargo, la semana  pasada, olvidé poner algún libro en mi maleta.
Así que, me salí a la calle a “explorar”  un poco el territorio y buscar algo interesante qué leer. El resultado fue muy bueno: a unos pasos de la casa que temporalmente llamo “mi casa”, está una tienda donde tienen una vasta colección de títulos antiguos y modernos, a muy bajo costo, puesto que son libros usados.
Recuerdo, que cuando vivía en Guadalajara, era clienta asidua de este tipo de establecimientos, así que mi corazoncito dio un vuelco de alegría cuando volví a encontrar, aquí en Colima, un lugar como ese.
Me puse a explorar y me quedé con dos títulos: “Once Minutos” de Paulo Coelho y “Domina” de Bárbara Wood. Por menos de cien pesos, tuve excelente material de lectura.
Salí feliz, a devorar primero, “Once Minutos”. Me inspiró momentáneamente, pero quizá no estaba en buen momento para escribir sobre sexo, así que de este, luego les platico.
Sin embargo, ayer comencé a leer “Domina”… ¡Wow!... realmente hizo volar bastante mi imaginación.
Habla de la historia de una chica llamada Samantha. Creció en Inglaterra, en una familia desunida, donde su padre la culpó siempre por “causar” la muerte de su madre durante el parto, la cual, al no permitirse anestesia porque supuestamente las mujeres debemos sufrir los dolores de parto para expiar las culpas de nuestra madre Eva, al haberse dejado tentar por la serpiente y, a su vez, tentar a Adán a comer la fruta prohibida; murió sin remedio.
Samantha crece, como Dios le da a entender, aprendiendo muchas cosas de la vida, a través de los ojos de otras personas, distintas a su familia. Antes de cumplir 15 años mueren su padre y sus dos hermanos, así como un vecino suyo que la protegió. Ingresa en un internado para “señoritas” y allí tiene la formación “adecuada” para una chica que, a su edad, solamente podría aspirar a casarse.
Pero, por azares del destino, conoce a una Doctora, que hace que el rumbo de su vida cambie.
Inspirada por ella y desafiando las costumbres de la época (la historia se lleva a cabo entre 1860 y 1880), decide ingresar a la Facultad de Medicina en Estados Unidos, muy lejos de casa y cruzando el océano en barco.
Samantha sufrió toda clase de discriminación y acoso, por ser la única mujer en su clase. De entrada, recibió el rechazo de muchas universidades, de sus maestros, de sus compañeros y de muchas mujeres que la veían como una “loca inmoral”, por elegir una profesión que no era propia de una señorita decente, conforme a los prejuicios de la época.
Sin embargo Samantha, sorteando toda clase de obstáculos, se titula como Médico siendo la mejor de su clase y la única mujer después de muchos años en egresar de la carrera de Medicina.
Samantha, sentó un precedente importante para lo que ya entonces, eran los primeros esfuerzos del movimiento femenino en aquella época.


El personaje, fue una revolucionaria. Fue una chica que, sin importarle romper paradigmas, morirse de hambre, sortear acoso, humillaciones, degradaciones de su intelecto, entre otras cosas, salió adelante y fue admirada por muchas otras, ya que les facilitó el camino, para entrar en un mundo de hombres, que finalmente aprendieron a respetarla, independientemente de si usaba faldas o no.
Aún no termino de leer ese libro, pero hoy, después de haber estado hasta las 2 de la mañana despierta por estar inmersa en la lectura y estarme muriendo de sueño, algo se movió en mí y me puso a pensar…
Quizá Samantha, sea un personaje ficticio, pero estoy segura, que hubo muchas “Samanthas” en su época y las sigue habiendo. Mujeres visionarias y valientes, que no se dejan vencer a la primera adversidad y que luchan por lo que quieren.
Me quiero preguntar y les quiero preguntar a ustedes: “¿Qué están haciendo para mejorar su entorno?”
¿Eres de las que solamente se quejan, agachan la cabeza y dicen “es verdad, yo no puedo”? ¿O eres de las que, a pesar de cualquier obstáculo, siempre te levantarás, pintarás una sonrisa en tu rostro y enfrentarás lo que sea necesario con tal de lograr tus sueños?
Estoy segura, que en tu interior, hay una Samantha que tiene la fuerza suficiente para perseguir con ahínco sus sueños. Solamente es cuestión de que la dejes salir.
Si murieras mañana ¿cómo te gustaría ser recordada? ¿Querrías ser la niña buena que siempre siguió las reglas, pero que nunca hizo nada con su vida?
¿O te atreves a “portarte mal” y salir del esquema tradicional?
Yo, por lo menos… prefiero “portarme mal”… Quizá, haya quien me lo reproche. Pero estoy segura, que si niego mi esencia “mal portada” y hago lo que todo mundo espera, de todas formas no daré gusto a nadie, pero sí, seré tremendamente infeliz.… sencillamente, porque no soy yo…
En cambio, puede ser que el mundo no me recuerde o que no aparezca en ningún libro de historia. Pero sí sé, que si algo de lo que (a veces, de forma irreverente) escribo, deja huella en ti y te motiva a cambiar; mi tarea como mujer, está hecha... y eso me hace muy pero muy feliz.
Un abrazo a todos y nos seguimos leyendo…
¡Ahora más cerca de ti!

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1 comentario:

  1. Me encanto!, muchas gracias por compartirlo <3
    me a inspirado grandemente, seguire leyendo tu blog por siempre.

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