jueves, 28 de julio de 2011

¿Qué harías si no tuvieras miedo?... Por Elena Savalza

A pesar de todo, hoy fue un buen día…
La cantidad de trabajo que tengo, podría venderse a granel, se los prometo. Mi madre me dice que “el que a muchos amos sirve, con alguno queda mal” y hoy, entendí el significado de eso:
Por estar clavadísima en el proyecto que me tiene en Colima, no pude llegar a Manzanillo a una importante reunión y me siento un poco mal por eso. Creo que mi sentido de responsabilidad, me lo está reprochando. De pronto, tuve que decidir entre donde era más necesaria… y me quedé acá.
Pero de cualquier forma, estoy feliz. Hoy, al salir de la oficina, me sentía abrumada por tantas cosas qué hacer, así que decidí irme caminando al centro.
Para quienes no conocen Colima, les diré que el centro, es uno de los más bonitos que he visto recientemente: me encanta verlo, todo verde, lleno de árboles, plantas, palmeras… Sobre todo, me encanta ver una fuente enorme, que está en el jardín principal, frente a Palacio Federal.
Como estaba cansadísima, me senté un momento a ver pasar la gente y a ver el agua de la fuente. Me quedé escuchando su sonido, extrañando un poco Manzanillo. Si esto lo hubiera sentido estando allá, habría corrido de inmediato a la playa, para calmar mis nervios.
Estaba sentada, frente a la fuente, observando a la gente que pasaba. De pronto, vi una escena que llamó mi atención:
En una banca cercana, estaba una chica, aproximadamente de unos 20 años, no creo que tuviera más, jugando con su Black Berry, supongo que en Facebook o en Twitter… no lo sé.
El caso es que, está chica estaba completamente aislada del mundo. En eso, se acerca un chico que caminaba hacia ella y se sienta en su misma banca, pero a distancia prudente.
Quiero creer que no se conocían, pero en cuanto ella lo sintió, lo miró de reojo e instintivamente el perfil de su cuerpo lo cambió hacia el lado opuesto de él.
El chico volteaba a verla y luego se volteaba hacia otro lado, como fingiendo que no la veía. En unos minutos, la chica se levantó y se fue.
Como acabo de terminar de escribir una novela (espero que algún día la vean publicada y la compren, eh!), mi imaginación andaba a tope, así que me puse a pensar en esa pareja de chicos:
Quizá, él quería hablarle, entablar conversación, conocerla, pedirle su número y hasta invitarla a salir… pero tuvo miedo de que lo rechazara.
Quizá, ella tenga novio o no lo tenga, pero evidentemente, se puso una tremenda barrera, de esas que nos ponemos muy seguido (me incluyo) por apatía… o por miedo. Sí, miedo a mostrarnos vulnerables y a ser como somos, porque quizá creemos que no somos lo suficientemente buenos o que la gente que se nos acerca, nos va a lastimar.
Regresé a casa y (¡se los juro!) pensé en leer un libro sobre Comercio Exterior, escrito por Eduardo Reyes Diaz-Leal.
Pero entonces, por alguna razón, vino a mi mente la escena de los chicos del jardín y, también una pregunta:
“¿Qué harías si no tuvieras miedo?”

Pensé en todas las cosas que a mis casi 29 años he dejado de hacer, por miedo (cada vez menos, gracias a Dios):
Por miedo a las burlas, a caerme y a lastimarme, no aprendí a andar en bicicleta…
Por miedo a ahogarme, no aprendí a nadar…
Por miedo al rechazo, muchas veces me quedé con ganas de conocer a alguien…
Por miedo a que me rompan el corazón, muchas veces he preferido “retirarme a tiempo” para no enamorarme…
Por miedo a engordar, no me comí los deliciosos tamales que tanto se me antojaron hace un rato que pasó la camioneta que los vendía…
Por miedo a sufrir más, no leí los correos electrónicos de mi ex novio…
Por miedo a que crean que soy débil y cursi, muchas veces me he comportado como una cínica sin escrúpulos, cuando no lo soy del todo… (Está bien… a veces soy ¡francamente insoportable!).

Y podría continuar con mi lista de miedos y seguramente me llevaría toda la noche…
Sé que el miedo, cumple una función importante: te avisa cuando hay peligro y, usado racionalmente, te ayuda a ver todos los ángulos de un problema, para tomar una buena decisión. Sobre todo, cuando está de por medio algún cambio radical.
Sin embargo, cuando el miedo se vuelve en el factor principal de nuestra vida y nos paraliza, entonces sí, se convierte en el verdadero Monstruo…
¿Nadie queremos vivir con un monstruo en casa, o si?
Piensa en todas las cosas que has dejado de hacer por miedo y piensa, si de verdad vale la pena tomar tantas precauciones siempre. Quizá descubras, como yo, que arriesgarse de vez en cuando, también puede traer grandes recompensas a tu vida.
Por eso, la misma pregunta que me hago en este momento, te la hago también a ti:
¿Qué harías si no tuvieras miedo?
Nos leemos pronto y gracias por seguirnos…

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martes, 26 de julio de 2011

"Las mujeres bien portadas, nunca hacen historia"... Por Elena Savalza

Hola a todos…  ¡Qué gusto volver a escribir para ustedes!
La verdad, he andado bastante concentrada en el proyecto que, como les dije, me trajo a la ciudad de Colima, para retomar mi olvidada carrera de Consultor. Dicho de otra forma, estoy ocupada haciendo lo que quiero.
La concentración ha debido estar al máximo, pero también sentía ya la necesidad de escribir. Como estoy convencida de que nadie da lo que no tiene y me sentía un tanto “desencanchada”, me di a la tarea de ponerme a leer, para poder escribir.
Normalmente, siempre tengo algo qué leer. Sin embargo, la semana  pasada, olvidé poner algún libro en mi maleta.
Así que, me salí a la calle a “explorar”  un poco el territorio y buscar algo interesante qué leer. El resultado fue muy bueno: a unos pasos de la casa que temporalmente llamo “mi casa”, está una tienda donde tienen una vasta colección de títulos antiguos y modernos, a muy bajo costo, puesto que son libros usados.
Recuerdo, que cuando vivía en Guadalajara, era clienta asidua de este tipo de establecimientos, así que mi corazoncito dio un vuelco de alegría cuando volví a encontrar, aquí en Colima, un lugar como ese.
Me puse a explorar y me quedé con dos títulos: “Once Minutos” de Paulo Coelho y “Domina” de Bárbara Wood. Por menos de cien pesos, tuve excelente material de lectura.
Salí feliz, a devorar primero, “Once Minutos”. Me inspiró momentáneamente, pero quizá no estaba en buen momento para escribir sobre sexo, así que de este, luego les platico.
Sin embargo, ayer comencé a leer “Domina”… ¡Wow!... realmente hizo volar bastante mi imaginación.
Habla de la historia de una chica llamada Samantha. Creció en Inglaterra, en una familia desunida, donde su padre la culpó siempre por “causar” la muerte de su madre durante el parto, la cual, al no permitirse anestesia porque supuestamente las mujeres debemos sufrir los dolores de parto para expiar las culpas de nuestra madre Eva, al haberse dejado tentar por la serpiente y, a su vez, tentar a Adán a comer la fruta prohibida; murió sin remedio.
Samantha crece, como Dios le da a entender, aprendiendo muchas cosas de la vida, a través de los ojos de otras personas, distintas a su familia. Antes de cumplir 15 años mueren su padre y sus dos hermanos, así como un vecino suyo que la protegió. Ingresa en un internado para “señoritas” y allí tiene la formación “adecuada” para una chica que, a su edad, solamente podría aspirar a casarse.
Pero, por azares del destino, conoce a una Doctora, que hace que el rumbo de su vida cambie.
Inspirada por ella y desafiando las costumbres de la época (la historia se lleva a cabo entre 1860 y 1880), decide ingresar a la Facultad de Medicina en Estados Unidos, muy lejos de casa y cruzando el océano en barco.
Samantha sufrió toda clase de discriminación y acoso, por ser la única mujer en su clase. De entrada, recibió el rechazo de muchas universidades, de sus maestros, de sus compañeros y de muchas mujeres que la veían como una “loca inmoral”, por elegir una profesión que no era propia de una señorita decente, conforme a los prejuicios de la época.
Sin embargo Samantha, sorteando toda clase de obstáculos, se titula como Médico siendo la mejor de su clase y la única mujer después de muchos años en egresar de la carrera de Medicina.
Samantha, sentó un precedente importante para lo que ya entonces, eran los primeros esfuerzos del movimiento femenino en aquella época.


El personaje, fue una revolucionaria. Fue una chica que, sin importarle romper paradigmas, morirse de hambre, sortear acoso, humillaciones, degradaciones de su intelecto, entre otras cosas, salió adelante y fue admirada por muchas otras, ya que les facilitó el camino, para entrar en un mundo de hombres, que finalmente aprendieron a respetarla, independientemente de si usaba faldas o no.
Aún no termino de leer ese libro, pero hoy, después de haber estado hasta las 2 de la mañana despierta por estar inmersa en la lectura y estarme muriendo de sueño, algo se movió en mí y me puso a pensar…
Quizá Samantha, sea un personaje ficticio, pero estoy segura, que hubo muchas “Samanthas” en su época y las sigue habiendo. Mujeres visionarias y valientes, que no se dejan vencer a la primera adversidad y que luchan por lo que quieren.
Me quiero preguntar y les quiero preguntar a ustedes: “¿Qué están haciendo para mejorar su entorno?”
¿Eres de las que solamente se quejan, agachan la cabeza y dicen “es verdad, yo no puedo”? ¿O eres de las que, a pesar de cualquier obstáculo, siempre te levantarás, pintarás una sonrisa en tu rostro y enfrentarás lo que sea necesario con tal de lograr tus sueños?
Estoy segura, que en tu interior, hay una Samantha que tiene la fuerza suficiente para perseguir con ahínco sus sueños. Solamente es cuestión de que la dejes salir.
Si murieras mañana ¿cómo te gustaría ser recordada? ¿Querrías ser la niña buena que siempre siguió las reglas, pero que nunca hizo nada con su vida?
¿O te atreves a “portarte mal” y salir del esquema tradicional?
Yo, por lo menos… prefiero “portarme mal”… Quizá, haya quien me lo reproche. Pero estoy segura, que si niego mi esencia “mal portada” y hago lo que todo mundo espera, de todas formas no daré gusto a nadie, pero sí, seré tremendamente infeliz.… sencillamente, porque no soy yo…
En cambio, puede ser que el mundo no me recuerde o que no aparezca en ningún libro de historia. Pero sí sé, que si algo de lo que (a veces, de forma irreverente) escribo, deja huella en ti y te motiva a cambiar; mi tarea como mujer, está hecha... y eso me hace muy pero muy feliz.
Un abrazo a todos y nos seguimos leyendo…
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lunes, 18 de julio de 2011

"¿Qué onda con el amor?": Conclusiones al calor del mezcal... Por Elena Savalza

Hola a todos:
Les escribe una relajada Elena, que está sentada plácidamente en un sillón del Starbucks de la ciudad de Colima, capital del estado que lleva el mismo nombre, a tan solo 1 hora con 15 minutos de Manzanillo, el puerto de mis amores.
Como ya les platiqué antes, me acabo de mudar temporalmente (hoy es mi primer día, de hecho), por un proyecto especial de mi retomado trabajo como Consultor.
Los últimos días han sido raros: tensión por la entrega en mi anterior trabajo, una preocupación en el ámbito familiar que, por fortuna, ya tomó su curso normal, y además, preparar el cambio de residencia, que aunque es por poco tiempo y muy poca distancia, no deja de ser foco de tensión.
Pero ahora que estoy aquí, resulta que todo es distinto: la gente con la que debo colaborar, me ha tratado genial y considero que en pocas horas, he conseguido mucho más de lo que esperé, sobre todo en disposición. Por si fuera poco, resulta que siempre sí, viviré solita, en una zona muy bonita que está a unas pocas calles de mi “trabajo de oficina” y además, hay un parque cerca donde puedo salir a correr.
Sin embargo, de la adaptación a mi nuevo entorno, les platicaré después.
Hoy quiero, ya un poco más tranquila con todos los sucesos de los últimos días, platicarles de mi fin de semana.


Después de un cambio drástico de planes, por un problema familiar, decido el fin de semana, aceptar la invitación de Ámbar a cenar.
Pero, por azares del destino (no me pregunten cómo, porque de verdad, ni siquiera sé a qué hora comenzó), me enfrasco en un intercambio de mensajes de texto, digamos un poco… “subidos de tono” con nada más y nada menos que uno de los consentidos de este blog: sí, adivinaron… ¡con Don Sapo!
Cuando veo a Ámbar, yo estaba literalmente “poseída” por las teclas de mi teléfono y una sonrisa estúpida y morbosa invadía mi rostro. Y es que, de verdad, lo prometo… la conexión sensual y la tensión sexual (lo digo así, con todas sus letras, porque ya sé que no es otra cosa) que ese hombre genera en mí, va más allá de cualquier otra cosa. De verdad, es adictivo y es más fuerte que yo.
Después de cenar, fuimos a un bar de una buena amiga y también seguidora de este espacio, Yecko, el bar se llama “Santo Mezcal”. Ampliamente les recomiendo, que cuando vengan a Manzanillo no dejen de visitarlo.
Llegando al Santo Mezcal, a donde iríamos, “solamente porque tenía una consulta qué hacerle a Yecko y no nos íbamos a quedar” (¡ajá!), encontramos a un ex compañero de trabajo de mi hermana menor Isa, que resultó también ser amigo de Yecko, por lo cual, terminamos Ámbar y yo, sentándonos en la barra con ellos.
De pronto, la conversación comenzó a ponerse interesante, puesto que entramos en nuestro terreno favorito: el amor y las relaciones de pareja.
Mientras Yecko y yo, defendíamos una postura un tanto liberal, pragmática y hasta egoísta, según los calificativos dados por nuestros interlocutores; Ámbar y el amigo en cuestión, tenían opiniones completamente distintas a lo que nosotras planteábamos.
Sin embargo, fue una charla por demás interesante, que yo seguía mientras continuaba mi sesión de “cachondeo por SMS” con Don Sapo, quien en ese momento se encontraba intentando materializarme y transportarme hasta su habitación de hotel, que ocupaba esa noche en Cancún.
De esa conversación que se prolongó hasta “el día siguiente”, o sea ayer domingo (eso que solamente íbamos por un momento), puedo sacar las siguientes conclusiones:


·         El amor es un lenguaje universal: Digamos o no, lo aceptemos o no, todos entendemos de alguna forma el concepto de amor en nuestras vidas. Puede incluso tratarse de amor filial, amor por los amigos, por un proyecto o por tu entorno, o en definitiva, por tu pareja; pero todos los seres humanos entendemos el amor como algo esencial en nuestras vidas.
·         Todos tenemos un prototipo de “vida ideal”, que de alguna forma incluye una pareja: Ya sea que pensemos en el tradicional “y vivieron felices…”, que pensemos en un noviazgo eterno, o en un free, absolutamente nadie nos imaginamos sin el apapacho que prodiga una relación de pareja, independientemente del nivel de intensidad o compromiso que exista.
·         No es pecado no querer tener hijos, ni querer una familia tradicional: En teoría, se nos ha educado, sobre todo a las mujeres, para tener una familia “como Dios manda” (papá, mamá, hijos, graduaciones, bodas, bautizos, comidas familiares, partidos de futbol, etc.) Sin embargo, cada día, hay más mujeres (me incluyo) que no tenemos como proyecto de vida una empresa así. Eso, definitivamente no nos convierte en monstruos. Elegimos con responsabilidad, sabedoras de las consecuencias que cualquier tipo de elección traerá en nuestro futuro. Aún ahora, hay quienes voltean a vernos “raro”, pero es una realidad, no todas vemos nuestro futuro lleno de hijos y nietos. A mí, por lo menos, me cuesta mucho trabajo. No descarto que quizá, en otro momento de mi vida podría desearlo, pero definitivamente a mis casi 29 años, no es prioridad.
·         También se puede disfrutar del sexo sin amor: ¡Por supuesto que sí!... y también, siendo mujeres. Defiendo que el sexo es una de las expresiones de amor y comunicación entre pareja más bonitas que conozco y que hacer el amor con alguien a quien amas profundamente es una de las mejores experiencias de la vida. Pero eso no implica, sin embargo, que no sea un acto físico, por lo cual, no siempre es necesario estar enamorado para disfrutarlo. A veces, solamente basta conocer tu cuerpo y que la otra persona te resulte atractivo, agradable y te despierte el deseo… que por cierto, no se parece al amor (si no me creen… ¡pregúntenme por Don Sapo!)
·         “Mi felicidad es responsabilidad mía y de nadie más”: Este fue uno de los tópicos que más conflicto de opiniones generó. Hubo quien dijo que en una relación, tu responsabilidad es hacer feliz a tu pareja. Sin embargo, yo creo que nadie da lo que no tiene. Si yo como persona, espero a que alguien venga a llenar mis vacíos… ¡estoy frita! La principal responsabilidad que, como seres humanos y como mujeres tenemos, es no depender de ningún factor externo para ser felices. Alguna vez leí en el libro de “El Caballero de la Armadura Oxidada” (Robert Fisher, Ed. Obelisco), que “los animales del bosque no esperan a que amanezca nublado o soleado para disfrutar del día que les tocó vivir”. Con los seres humanos pasa lo mismo: mi principal proveedor de felicidad soy yo. Son mis decisiones y la actitud que afronte ante la vida y lo que me pase, lo que determinará la cantidad y calidad de los momentos felices, que construyen día a día mi felicidad. Si yo no encuentro esto en mi interior, difícilmente alguien vendrá a hacerlo por mí.
·         Te puedes enamorar de dos personas al mismo tiempo: Sí, sí se puede. Quizá pueda haber una diferencia en la intensidad, o en las sensaciones que cada una de estas personas te cause, pero se puede y a mí me pasó. Cabe aclarar, que estoy hablando de “enamoramiento”, no de “amor profundo”, este último, es el que debemos construir y que además, lleva implícito otro factor: compromiso de ambas partes.
·         Puedes decidir cuándo alejarte, pero no cuándo enamorarte: El enamoramiento es un proceso natural y carente por completo del más mínimo sentido de lógica. El que diga “yo no me enamoro si no quiero”, se engaña a sí mismo. Lo que sí se puede, es decidir en qué momento retirarte de la batalla, cuando sabes que de alguna forma la has perdido o podrías perderla.
·         El enamoramiento puede tener límite de tiempo, pero el amor, precisa de un trabajo de construcción que requiere un compromiso de pareja: El enamoramiento, dura muy poquito. Incluso puede durarte días u horas… Algunas veces, yo digo en tono de broma, que cuando estoy con alguien “me enamoro” momentáneamente, para disfrutarlo más. Y es que, en realidad, eso puede pasarte. Pero en el momento que esta etapa de ensueño termina, es cuando el verdadero amor pone a prueba su fuerza y su compromiso. Es entonces, cuando de verdad sabemos si la pareja tiene potencial para permanecer junta, o se queda en el bonito recuerdo de lo que fue.
En fin, esto es lo que el mezcal le hace a tu cerebro y a tus ideas. Pero, si además lo acompañas de un rico café y una tarde nublada, realmente podríamos seguir escribiendo por horas, sin encontrarle fin al tema.
Por lo pronto, mi preocupación más cercana es concluir este proyecto y terminar mi estancia en este lugar, porque verdaderamente, comienzo a extrañar la playa.
¡Ah!... pero si ustedes creen que la conversación con Don Sapo, terminó junto con mi mezcal, se equivocan: esa no concluyó, si no hasta el día de ayer por la tarde.
Sin embargo, de eso les platicaré después, cuando no sea horario familiar…
¡Les mando un abrazo desde la bella capital colimense y nos leemos pronto!
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sábado, 16 de julio de 2011

Redefiniendo "Éxito"... Por Elena Savalza

Semana de contrastes, sorpresas, apuros y mucho estrés…
Mientras el cuerpo me reclamaba, con síntomas de embarazo (dolor de cabeza, náuseas, falta de apetito, exceso de sueño y cero ganas de salir) que le “bajara” a mi tensión, yo sentía que esta semana no terminaría jamás.
Para colmo, “sequía lingüística”… Sí, exceso de monstruos que desenterrar e incapacidad mental y emocional para reconocerlos. Así me pasa a veces, cuando tengo demasiadas cosas en la cabeza, pero eso ustedes ya lo saben…
Sin embargo, de nueva cuenta sé, que no hay plazo que no se cumpla.
Hoy estoy aquí, en mi último día de trabajo en una empresa que me abrió sus puertas y a la que tengo muchísimo qué agradecer; sobre todo, valorando muchas cosas: la importancia de dejar una buena imagen y el camino abierto, lo indispensable que es ser sincero con los demás, pero sobre todo, con uno mismo y también, el invaluable aprendizaje que todas las experiencias de nuestra vida nos aportan.
Las cosas vividas en los últimos días, también han dejado en mi cabeza una nueva locura: la redefinición de éxito.
Según nuestra querida amiga Wikipedia, a la que siempre recurro en estos casos, ÉXITO puede significar:
  • un nivel de estatus social;
  • el cumplimiento de una meta/objetivo;
  • lo opuesto al fracaso;

Si bien, la mayoría de nosotros podemos coincidir con la relación directa entre éxito y dinero o cosas materiales, estos días me han hecho pensar en que probablemente, no estén tan errados los que hablan del éxito relacionándolo con “amar lo que hacemos y hacer lo que amamos”.
Como les platiqué antes, por mucho tiempo fui Consultor y disfruté mucho esta etapa. Es sensacional llegar a una empresa y ver cómo, poco a poco, te conviertes en agente de cambio, llegando a inspirar a esta gente hasta entonces desconocida, a realizar cada día las cosas un poco mejor, atreviéndose a innovar y a romper esquemas.
Aprendes muchísimo de los distintos problemas organizacionales y de los “dolores” de cada una de las empresas que te toca visitar. Conoces mucha gente, muchas formas de pensar y de hacer distintas y es inevitable aprender, al mismo tiempo que enseñas.
Cuando tocas una organización y después la dejas, nunca vuelves a ser la misma, porque siempre te llevas mucha de la sabiduría de toda esta gente, además de la satisfacción de haber dejado también mucho de ti.
Y definitivamente… ¡esa sensación me fascina!
Por unas o por otras, tuve que desviar mi campo laboral hacia otro lado, pero el destino me puso de nuevo en ese camino, dándome la oportunidad además, de conocer otras cosas nuevas.
Descubrí, como me dijera Pamela el martes, mi “adicción por el micrófono” y por la comunicación, debido a que frecuentemente, somos invitadas por un amigo en común a un programa de radio; a la par de mi adicción por la escritura, que descubrí aquí con ustedes.
Hoy, puedo volver a combinar todas mis “adicciones laborales”… y ¡además cobrar por ello! Eso, irremediablemente, me tiene feliz.
Así que, en esta ocasión debo darle completa la razón a la persona que dijo que éxito es “hacer lo que amas y amar lo que haces”.
Pensándolo así, me puedo dar cuenta de que, siendo el trabajo el lugar en el que más horas de mis días paso, debo hacer lo necesario porque mi trabajo me haga feliz. Lo demás, vendrá por añadidura.
Por lo tanto, el lunes inicia una nueva aventura, de regreso a mis “raíces profesionales”. Regresa una Elena más madura, más feliz y dispuesta a luchar arduamente por lo que ella sabe ahora, es otra de sus pasiones.
Temporalmente, me mudo a una ciudad cercana a Manzanillo: Colima, la ciudad capital del estado. Me esperan allá nuevas experiencias y muchas cosas por aprender de mí.
De entrada, dormir en una nueva cama, convivir con gente distinta, conocer bien la ciudad (que aunque no me lo crean por la cercanía, no conozco muy bien)… Lo más interesante: no viviré sola, lo cual también será una nueva experiencia, ya que estoy acostumbrada a hacerlo.
Pero estoy segura, que todo ello me dejará nuevo aprendizaje, el cual estaré compartiendo con ustedes desde allá.
Para terminar, les dejo una frase del tristemente fallecido hace unos días, el cantautor argentino Facundo Cabral, quien muriera violentamente hace una semana:

“Bienaventurado aquél que no cambia el sueño de su vida, por el pan de cada día”

¡Muchas gracias por seguirnos y les mando un abrazo, donde quiera que nos lean!

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miércoles, 13 de julio de 2011

Te extraño... por Black Cardona


Te extraño como el alma extraña al cuerpo,
te extraño como a mi propio aliento,
Me haces tanta falta aquí a mi lado;
que el simple hecho de pensarte
es casi tan constante, que loco estoy de amarte.

Es ya una necesidad, algo enfermizo sin duda;
pero aún así estoy contento,
porque en esta enfermedad tú eres mi única cura.

Te extraño, no puedo negarlo;
sería como negar mi existencia,
y eso es tan absurdo, como no nombrarte cada día.

Consciente estoy, de que estamos separados,
por esta distancia mundana que en metros se mide,
mas para el amor se rinde,
y tú y yo estamos juntos toda la vida.

Como un cordón umbilical,
por el cual nos alimentamos,
y somos tan felices que no queremos separarnos;
Así estaremos, mi vida, juntos por siempre jamás,
en el sueño más profundo,
en lo más infinito del cielo y el mar...

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jueves, 7 de julio de 2011

Tarde... Elena Savalza

(La última a mi gran amor)

Recuerdo a la perfección el día que te vi por primera vez, hace ya más de 6 años…
Jamás voy a olvidar tu sonrisa, tu forma de mirarme ni lo que sentí al estrechar tu mano cuando nos saludamos.
Aún ahora, puedo describir perfectamente tu ropa, tu postura al sentarte, la expresión de tu rostro al hablarme… Sin obviar tampoco, el sudor de mis manos nerviosas mientras mi rostro y mi sonrisa intentaban mantener mi pose de “mujer todopoderosa” para que no te percataras todo lo que desde entonces, ya provocabas en mi.
A partir de ese día, el rumbo de nuestras vidas cambió. ¿Para bien o para mal? A veces no puedo responderlo con certeza… Pero sé que ni tú ni yo, fuimos los mismos a partir de entonces…
En ocasiones solamente recuerdo los momentos más bellos de nuestra historia y sonrío como si estuvieran sucediendo justo en este momento.  Otras veces, los fantasmas de la noche me aquejan y recuerdo también, los momentos más difíciles y más dolorosos…
Es justo en esas noches, cuando maldigo mi buena memoria. Sí, esa misma lucidez que me permite reproducir en mi mente tu voz, tus palabras, tus caricias y el olor de tu piel. Esa memoria fiel y exacta, como cámara fotográfica, que reproduce sin alterar el contenido de esta loca historia, me traiciona; haciendo que, en días como este, en el que el cielo está nublado y que la lluvia amenaza con inundar mi casa y mi mundo… también esa misma lluvia, invada mi corazón.
Hoy recordé en especial, una pregunta que me hiciste hace muchos años mientras platicábamos, cómo tantas tardes, intentando engañar a la distancia:
“¿Por qué te conocí tan tarde?”


Hoy puedo entender a plenitud, que de aquella niña enamorada que te respondió cándidamente “nunca es tarde” queda muy poco en mí.
Hoy, puedo comprender exactamente, el significado, que entonces no leí entre líneas, de la palabra “tarde”:
Tenías razón: es muy tarde… Se nos hizo tarde desde muy temprano, pero el reloj de mi vida, apenas se incorporó al horario de la tuya…
Es tarde para recordarte, para seguirte amando y para seguir deseando volver a abrazarte, por lo menos una vez más…
Es tarde para decirte que nunca entendí tu ausencia, como nunca tampoco, entendí tu presencia en mi vida…
Tarde, tarde… ¡completamente tarde!
Es tarde para decirte que haberte conocido fue un “parte aguas” en mi existencia y que nunca seré la misma de antes, ni aunque me empeñe en repetir algunas reacciones y comportamientos de entonces…
Tarde para decirte que 6 años, 3 mudanzas, 2 océanos, 3 ciudades y muchas más… Muchas millas por tierra y por aire, muchas maletas, muchos hoteles, muchos acentos… tantos besos, tantas noches y tanto amor,  ya solamente son cifras en esta historia; escritas con tinta indeleble, pero historia al fin, para consulta estadística…
Tarde para soñarte, para pensarte a cada minuto de mis horas y cada día de mi vida…
Ya es tarde para que piense qué pudimos hacer distinto o “¿qué hubiera pasado si…?”…
Tarde para repasar mentalmente cada una de las palabras que se tradujeron en un triste y frio "adiós" y trate de encontrar en ellas algo de la razón que siempre le he reprochado a mi corazón no tener; intentando inútilmente encontrar alguna pista que me responda por qué tuvo que ser así...
Tarde para imaginar cómo seria mi vida contigo, cuando hoy ya sé que estoy mucho mejor sin ti…
Tarde para reflexionar y concluir que no te necesito ni te he necesitado en todo este tiempo que he estado sin ti, como no te necesitaba tampoco cuando estaba contigo…
Tarde para que duela, para llorar y para ser cobarde…
Pero también, es tarde para ser valiente y tomar el teléfono pretendiendo escuchar tu voz…
Tarde para armarme de valor y decirte que me pude haber equivocado y pudiste haberte equivocado; que no soy perfecta porque solamente soy una mujer…
Tarde para decirte que pude no haberte amado como tú esperabas, pero te amé tanto cómo mis fuerzas me lo permitieron…
Es tarde para decirte, que a pesar del tiempo que pasó, los kilómetros que nos separan y algo más… siempre serás parte de mi, aún cuando en mis intentos fallidos por olvidarte pretenda negarlo…
Es tarde para pedirle al tiempo que vuelva, porque el tiempo no perdona a los que en su momento, lo tuvimos y no lo supimos aprovechar…
Puede que sea tarde para pedir perdón por lo que hice mal, pero nunca será tarde para perdonarte a ti, por todas las cosas que no pude entender y que no me quedó más remedio que admitir que eran como tenían que ser…
Sin embargo, jamás será tarde, para empezar de nuevo. Nunca es tarde, para crear una nueva historia, un nuevo camino y un nuevo destino.
Porque todo aquello que se va de tu vida y que deja un hueco tan profundo como el que dejaste tú, precisa ser sustituido por algo igualmente inmenso y maravilloso...  para recuperar el equilibrio y la cordura que perdí (¿los tuve?) y que a veces creo que extraño...
Siempre tendré mucho de ti y sé que tú también, llevarás mucho de mí…
Aunque para siempre, siga siendo tarde para volverte a ver, nunca será tarde para bendecir el momento en que Dios te puso en mi camino…

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miércoles, 6 de julio de 2011

Querido Monstruo II: Despedida... Por Elena Savalza

Querido Monstruo:

En la vida, existe el tiempo para todo: tiempo para abrir ciclos, para experimentar buenos momentos, para sufrir consecuencias y para tomar decisiones.
Cada amanecer, nos da la oportunidad de empezar un nuevo día y, al mismo tiempo, una nueva historia…
Hay historias cortas e historias largas, pero siempre he creído que el tiempo es relativo. Lo importante, es aprender de todas las cosas que te toca vivir y de la gente que por alguna razón llega a tu vida, porque son precisamente esos “eventos” que en algún momento, hasta llegan a parecer aislados, los que hacen que la vida se vuelva interesante y digna de vivirse.
Sin embargo, hay una cosa que creo que no se nos está permitido: esta es, prolongar un ciclo más tiempo del preciso.
Muchas veces, el miedo a cambiar y experimentar el dolor que todos los cambios suponen, nos hace estacionarnos en algún lugar al cual ya no pertenecemos. Olvidamos que el cambio es la única constante en la vida y nos negamos la oportunidad de vivir la vida al máximo y en todo su esplendor. Ignoramos y reprimimos todo el potencial que como seres humanos somos capaces de desarrollar, por aferrarnos a nuestro terreno conocido.
Nos negamos el don que Dios nos dio: libertad de decisión. Ponemos nuestra vida en manos de otros y nos quedamos allí, esperando que un día, por arte de magia, las cosas mejoren…
Al final, cuando prolongas artificialmente la vida útil de ese momento, de esa historia o la permanencia de esa persona en tu vida, te das cuenta que el daño resulta mucho mayor. Entonces, se empaña el propósito que Dios le destinó a ese ciclo en tu existencia…
Contigo traté. Intenté enamorarme, me empeñé en encontrar la pasión y la entrega que tanto extrañaba. Busqué mil formas para interesarme de nuevo y a veces, creía que lo lograba.
Aprendí a pintar una sonrisa en mi cara, aparentando que todo era perfecto, pero mi corazón me reclamó mis propias mentiras y me exigió despojarme del disfraz auto impuesto.
Hoy no pude mantenerlo más…
Así que me desvisto de esa indumentaria que no corresponde a mi esencia. Me quito ese maquillaje que me hace sentir artificial y ese color de cabello que no corresponde a mi tono de piel.
Así, sin disfraces de ningún tipo es que te lo digo: No quiero dañarte, pero al engañarte no te hago tampoco un bien.
Y no, no es sencillo… pero ¿quién dijo que un “adiós” lo es?
Hoy debo despedirme, porque ya no pertenezco aquí. Debo extender mis alas y buscar nuevos horizontes que me lleven hacia mi destino. Y mi destino… definitivamente no eres tú.
Me quedo con lo mejor de ti y te dejo también, lo mejor de mí.
Por lo menos te dejo, la certeza de que hice todo e intenté todo, pero algunas cosas trascienden nuestras capacidades humanas y esto para mí, ya supera mis fuerzas.
Sé que después de ti, ya jamás seré la misma. Sé que después de mí, tú tampoco serás igual…
Hay una historia que escribimos juntos y esa permanecerá, más allá del tiempo y la distancia. Algunas huellas de nuestro andar por la vida en este tiempo que compartimos juntos, jamás se borrarán de la arena de las playas que nuestros pies pisaron al unísono…
Me gustaría disculparme por mi ausencia, pero realmente la palabra “perdón” no sale del fondo de mi corazón.
Lo que sí siento, es la enorme necesidad de darte GRACIAS:
Gracias por el tiempo, por las historias, por las enseñanzas y por las sonrisas…
Deseo lo mejor para tu vida y para tu futuro. Quizá te extrañe, pero podré con eso como tú también podrás.
Que Dios te Bendiga siempre…
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viernes, 1 de julio de 2011

"Jamás me embarazaré por tener un hombre a mi lado"... Por Elena Savalza

En esta semana, ha comenzado en varios medios electrónicos, una campaña publicitaria que ya hace tiempo se venía llevando a cabo también en la prensa impresa, dirigida hacia las mujeres actuales, impulsada por una marca mexicana de ropa interior. Para mayor referencia, les comparto el link: http://10mandamientos.com.mx/
Esa campaña, nos invita a crear como mujeres, nuestras propias reglas. No las que la sociedad o la costumbre nos han impuesto, si no las reglas que como mujeres actuales, mujeres independientes, mujeres de la vida real, nos permiten “operar eficazmente”, por decirlo en términos técnicos, nuestra forma de vivir.
Al revisar todas y cada una de ellas, definitivamente me identifiqué con la mayoría. Es muy reconfortante saber, que cada día hay más mujeres que alzan la voz y que, con pocas o muchas palabras englobadas en tan solo una frase, dicen y proyectan toda una filosofía de vida.
Sin embargo, la que titula esta entrada, fue una de las que mayor impacto me causó:
“Jamás me embarazaré por tener un hombre a mi lado”

Hace tres años, tomé una decisión “en nombre del amor”. Estaba perdidamente enamorada de alguien que deseaba fervientemente tener un hijo. Eran tales sus ganas, que contagió mi espíritu con ellas y me hizo que, genuinamente, deseara también tener un hijo suyo.
Aunque cuando él me planteó la idea, la decisión fue difícil y lo dudé bastante, jamás voy a arrepentirme de haber dicho que si, ya que fue un proceso muy bonito y que, en un principio, vivimos con mucho amor e ilusión ambos.
El desenlace de esta historia, dista mucho de haber sido un final “de cuento de hadas” y quizá en otro momento, les platique del mismo.
Sin embargo, aprendí una gran lección: algo que había escuchado antes  pero que jamás, como en ese momento, sentí tan “parte de mí”…
Alguna vez, una sabia madre soltera me dijo:
“Los hijos, muchas veces son un accidente biológico en la vida de los hombres. Cuando decides embarazarte para retenerlos, debes tener en cuenta que en la medida que aman a la madre, amarán a su hijo. El pilar de una familia es la pareja, si ésta es sólida, la familia también lo será”.
De alguna forma, mi decisión de embarazarme, estaba ligada al deseo de que él permaneciera a mi lado, pero en el momento cumbre, no tuve la respuesta que hubiera deseado o que esperé. Sobra decir, que nuestra relación terminó, junto con mi “sueño alquilado” (y en ese momento, también frustrado) de ser madre.
Pero entonces lo entendí: Lo más importante, antes de formar una familia, es tener una relación de pareja tan firme, que proporcione los cimientos necesarios para sostener a la familia futura.
Sé que el amor no se piensa, no se decide… solamente se siente y se vive. Muchas veces, puede ser tan fuerte, que incluso nos parecerá que durará toda la vida. Yo me atreví a vivirlo y tampoco de eso me arrepiento, porque hubo momentos verdaderamente hermosos y felices.
Pero una relación, va mucho más allá de lo que con los “lentes rositas” del enamoramiento podemos percibir.
Una relación de pareja, es un proyecto de vida. De entrada, debes tener claras tus expectativas, saber qué quieres recibir, qué esperas… pero también, que estás dispuesto a aportar, para que ese proyecto se lleve a cabo exitosamente.
Entonces, solamente teniendo esta solidez, es que puedes pensar en una “familia”, como tradicionalmente nos la pintan (papá, mamá y el hijo), pero no al revés, porque si no, es como empezar a construir una casa sin cimientos…
Un hombre que no te ama por lo que eres, que no le aporta nada a tu vida, no se quedará a tu lado únicamente por la paternidad.
Pero aunque se quedara… ¿lo querrías contigo? ... Yo, definitivamente, NO.
Te mereces estar con alguien, con quien puedas formar lazos constructivos y que te aporte mucho más que un espermatozoide o “el otro cromosoma”.
Te mereces estar con alguien, que como pareja, te dé su apoyo para que sigas siendo una mejor persona y como padre, te ayude a educar a ciudadanos de bien.
Si decides embarazarte, hazlo porque realmente deseas ser madre. Si estás dentro de una pareja, en condiciones estables y con una relación madura y sólida… ¡Felicidades!, seguramente será una gran bendición para ambos.
Pero si, por azares del destino, te toca vivir esta etapa sola, recuerda que por algo Dios te ha elegido para ser madre y no debes tener miedo de portar, en algún momento, la etiqueta de “madre soltera”, porque a la postre, se convertirá con dignidad, en una etiqueta de “soy madre y padre y mis hijos están orgullosos de mí”.
Conozco infinidad de mujeres, incluidas mis hermanas y muchas de mis mejores amigas, que decidieron sacar adelante a sus hijos ellas solas, sin necesidad de permanecer al lado de un hombre que no las amaba ni las respetaba por lo que eran…. ¡Y lo están haciendo de maravilla!
Por eso, como ellas y como muchas, te invito a que, también tú, te respetes y nunca te permitas utilizar a un hijo para intentar retener a tu lado a un hombre,  porque a la larga, no resultará…
En las próximas colaboraciones, estaremos ahondando en reflexiones sobre estos sencillos, pero importantísimos mandamientos, para cambiar como mujeres, las reglas del juego que nos está tocando vivir.
Gracias por seguirnos leyendo y compartiendo nuestros enlaces… ¡Un abrazo a todos nuestros lectores!
*Pintura de Roberto López López

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Sólo soy un juguete... Por Black Cardona

Sólo soy tu Juguete...
Un juguete que aprendió a quererte como nunca nadie lo hará.
Una cosa que usas y tiras cuando ya no te sirve más, algo que tomas y dejas a tu antojo de desprecio; eso que te gusta tener cerca si te conviene y lejos si los demás se dan cuenta que sientes algo por mi,
Ese idiota que te da el corazón sin esperar nada mas que un te quiero a cambio...

El tiempo es incierto, los sueños se diluyen, tu recuerdo se vuelve eterno,
Tu toque se petrifica, el alma se vuelve insana, las ideas se justifican, los tiempos se hacen agua, los cielos se momifican…  pero siempre eres constante como gota inerte de misticismo, que cae fuerte en cada sismo y a mí ser derrumba en vida.

*Pintura de Roberto López López

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