Imagina
que despiertas en tu cama, un poco más tarde de lo habitual para un día hábil.
Sabes que casi no has dormido y, por un momento, piensas en cerrar de nuevo los
ojos para seguir un poco más. De pronto, al extender tu mano hacia la derecha,
te encuentras su espalda desnuda: pasó la noche allí.
Lo
primero que te dice al despertar es un “me tengo que ir”. Se levanta, se lava
la cara y se viste. Tú sales de la cama y lo despides en la puerta de tu
habitación con un abrazo que no quieres que se termine y con un “cuídate mucho
y que tengas buen día”, seguido de un beso en los labios. Lo ves abrir y cerrar
la puerta de tu casa y, antes de salir, se vuelve a asomar para desearte buen
día también.
Escuchas
el ruido del motor de su auto al arrancar. Decides entrar a la ducha, con agua
fría, porque esa cura todos los males. Sabes que cualquier rastro de la noche
anterior, debiera irse junto con el agua por el resumidero.
Pero
sales de bañar, e incluso después de secar tu cuerpo, él no se fue: se quedó
contigo y no sabes por qué.
Te
sirves un café para despertar, te arreglas como todos los días, te preparas un
sándwich (bueno, realmente dos, porque te mueres de hambre) y desayunas.
Antes
de salir hacia el trabajo, te miras en el espejo y te encuentras a una desconocida
devolviéndote una estúpida sonrisa de felicidad que sabes que permanecerá allí
por el resto del día y que no se quitará ni con cirugía plástica: “fue una muy
buena noche”, piensas. Pero dejas de
sonreír de inmediato y te cuestionas la razón.
Sigues
recordando la noche anterior, mientras intentas concentrarte en el trabajo. Te
parece IMPOSIBLE explicarte a ti, que en
teoría eres toda lógica y toda ciencia, lo que te está sucediendo.
“Hace
una semana ni siquiera imaginaba esto, aún seguía removiendo escombros”: es
IMPOSIBLE.
No
puedes comprender por qué te gusta tanto y por qué disfrutas tanto estar con
él. Es como si en algún otro momento de esta vida o de la otra, él ya se
hubiera cruzado en tu camino.
Como
si cada caricia y cada beso compartidos estuvieran escritos previamente en
algún lugar y ustedes solamente estuvieran haciendo una interpretación perfecta
de una obra que tenía que ser así.
Es
como si todo el mundo desapareciera en ese instante y solamente quedaran
ustedes dos, mientras el sexo deja de ser “sólo sexo” para convertirse en algo
que tu elocuencia no consigue describir con certeza, pero que sabes que está
más allá de los límites que alguna vez te imaginaste.
Y
nada de lo que hace unos días tuvo importancia, ni de todo aquello que a lo largo
de tu vida hiciste parte de ti al creerlo, tiene sentido ahora. Es una energía
que no entiendes de donde viene y que, por lo mismo, te parece IMPOSIBLE que
sea real. Pero sigue allí, dentro de ti, asomándose por tus ojos, por tu piel y
por tu sonrisa.
Sin
embargo, en tu cabeza, también ronda una frase: “es sólo sexo y no hay
compromisos”. Cualquier otro deseo es completamente IMPOSIBLE de realizarse.
Y
recuerdas sus palabras y sus gestos, mientras le suplicas a Cupido (por cierto
¿Tendrá cuenta de Facebook?) que no intervenga ahora y que no arruine el
momento… y vuelves a repetirte: es IMPOSIBLE.
De
pronto, a media mañana, te dan una noticia extraña en tu trabajo: “El jueves
nos vamos a la Ciudad de México”.
El
recuerdo del amor de tu vida regresa a tu cabeza y piensas en la remoción de
escombros que iniciaste la semana anterior. Sobre todo, recuerdas aquella frase
que escribiste: “te quiero mucho… pero te quiero fuera de mi vida”.
En
ese momento caes en la cuenta de que, justamente ese jueves 10 de noviembre de
2011 en que viajarás a México, hará exactamente un año desde la última vez que
lo viste y de aquel último beso que te hizo llorar, el día que le tuviste que
dejar ir… otra vez.
Recuerdas
que la última vez que hablaron, él te pidió tener una última conversación de
frente, la cual sabes que quizá sea necesaria para cerrar el ciclo, de una vez
por todas y para siempre. Pero… ¿verlo de nuevo, exactamente un año después, en
la misma ciudad donde se despidieron? Parece broma del destino (y de muy mal gusto).
Es IMPOSIBLE.
Sin
embargo, te encuentras con una nueva sorpresa dentro de ti: la opción de volver
a verlo ahora, ya no tiene la misma importancia que tuvo hace una semana. ¿Qué
demonios pasó para que hubiera dentro de ti este cambio? ¿De verdad ya no
significa nada?... Todo esto te pasó en menos de una semana: IMPOSIBLE.
Y,
de tanto repetir la palabra IMPOSIBLE, viene a tu cabeza el recuerdo de aquella
película cuyo final disfrutaste bastante, precisamente por el significado de
las 6 imposibilidades: Alicia en el País de las Maravillas, la chica que,
enfrentando al Jabberwocky, hizo una
remembranza de todo aquello que creyó imposible, pero que la vida le demostró
que era posible.
Y
al final, descubres que en la vida, todos los días se nos presentan Monstruos
con nombre propio, a los cuales debemos erradicar, con la misma espada de
voluntad y osadía, que Alicia enfrentó al Jabberwocky,
convencida de que podía ganar esa batalla, por IMPOSIBLE que pareciera.
Haces
el propósito de enumerar tus imposibilidades y tu maravillosa amiga te ayuda
con algunas a la cuenta.
1.
La
magia SÍ existe
2.
Una
mujer gobernando al país
3.
Se
puede caminar en el aire
4.
Los
tacones deforman la columna
5.
La
luna es de queso
6.
TRUE
LOVE DOES EXIST
Sabes
que el siguiente año hay elecciones y que uno de los candidatos más fuertes del
partido que actualmente gobierna, es una MUJER, a la que siempre has admirado
como escritora y funcionario público…
Sabes
que se puede caminar en el aire y que se puede volar caminando. Hay muchos a tu
alrededor que te han demostrado tener alas y prestártelas, incluso, cuando por
alguna razón las tuyas se han averiado…
Sabes
que tienes una lesión entre la sexta y la séptima cervical y que jamás te bajas
de tus tacones, a menos que verdaderamente peligre tu integridad física…
Imaginas
que la luna, aunque no la hayas probado jamás, debe tener un sabor exquisito,
porque anoche, en la playa, se reflejaba en todo su esplendor en el agua del
mar mientras las olas rompían…
But, if the true love does exist, you really want to
believe that…
Y
sabes también que la magia verdaderamente existe, porque si no, justo ahora no
estarías sintiéndola dentro de ti.
Y
de todo corazón, agradeces a aquel ángel de la guardia en el que se ha
convertido tu amiga, el que se haya tomado el tiempo para recordártelo…
Ámbar,
Wendy, Lily… gracias por estar siempre allí…
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