Hola a todos, quiero informarles que a lo largo de estos meses en los que los hemos hecho partícipes de nuestras travesuras, penas, decepciones y también de muchas alegrías, hemos aprendido una valiosa lección: los buenos momentos, si bien pueden ser muchos, también son demasiado cortos, así que hay que documentarlos y compartirlos, para hacerlos más duraderos.
En un principio, pensamos en tomar solamente la típica fotografía facebookera (sí, la auto foto, que sale toda fuera de marco, pero normalmente con tu mejor sonrisa). Pero creo, que algunas cosas valen la pena ser contadas.
Con esta idea en la cabeza, es que comenzamos esta crónica de lo acontecido el fin de semana que por cierto, estuvo lleno de fiesta, sorpresas y diversión…
Viernes por la noche:
Wendy, desde la Guadalajara Hermosa, estaba padeciendo tremenda depre sapera, la cual era consolada a larga distancia vía nextel (¡Bendito Dios por la tecnología!), por Ámbar. Dicha crónica se define ampliamente en la entrada Decisiones del Corazón.
Ámbar, desde el bello puerto de Manzanillo, había declarado desde temprana hora su elección por “hurañear” y quedarse en casa, para descansar de una ajetreada semana de trabajo. Dicho sea de paso, esto ayudó bastante para que pudiera apoyar a Wendy en sus momentos difíciles.
Elena (esa soy yo), la Princesa Rebelde, también en Manzanillo, tenía su compromiso con la socialité por cuestiones de trabajo, el cual era ineludible. Sin embargo, sabedora de que “mientras más corriente más ambiente”, se deshizo en cuánto pudo y cómo pudo de cumplir con dicha representación, para asistir a la fiesta de cumpleaños de Arali.
Al llegar a la fiesta, fue un gustazo enorme encontrarme con mis antiguos compañeros de trabajo y muchos amigos queridos. No hay forma de verlos sin que recuerde todos los buenos momentos y realmente, a pesar de que hace más de un año que no convivo con ellos diariamente y de que algunos se van y otros llegan, sigo sintiéndome en ese lugar, como si estuviera en casa.
Transcurría la noche con un asado riquísimo, entre bromas, cervezas, Malibú y frases célebres y memorables que en antaño hicieran nuestros días de trabajo más llevaderos. De pronto, me acerco al asador y veo un chico que hasta ese momento, era para mí un completo desconocido, el cual sin embargo, mostraba muchas atenciones conmigo.
Arali, se percata de que interactuaba con el desconocido en cuestión, cuando haciendo gala de sus dotes de anfitriona, me presenta con él.
Pronto comenzaría la hora del baile. Debo confesar que tengo 2 pies izquierdos y que bailar definitivamente no es mi hit (aunque por mi espíritu fiestero todo mundo piensa lo contrario). Sin embargo, el desconocido en cuestión (que en ese momento ya sabía su nombre), se ofreció cortésmente a enseñarme todos los pasos de la quebradita.
Así que, aprovechando a mi maestro gratis de baile, comienzo a bailar con el Principito (lo llamaremos así por el momento), al principio asustada por sus pasos y quebradas extravagantes, pero después bastante confiada, pues sus brazos, su espalda y su estatura, eran más que suficientes para que yo no tuviera peligro de caer al piso en el intento por aprender a bailar.
En eso, el Principito pasa de ser “atento” a ser… digamos… un Sapo depredador. ¡Sí!... el niño comienza a hacerme preguntas ligueras (ya saben, el “estudias o trabajas” o el “tienes novio”, etc.). Percatándome de esto, no puedo evitar seguirle el juego y comenzar a coquetear con él (Lo siento, mi mujer sapo es demasiado fuerte aún en mi personalidad).
Avanzaba la noche entre la insistencia del Principito y las miradas protectoras (y hasta un tanto celosas) de mi querido amigo y casi hermano Chuy que a cada momento volteaba a ver cómo el niño me abrazaba mientras bailaba y de cuando en cuando se acercaba a preguntarme si estaba bien o en qué momento quería que me lo espantara (siempre cuidándome mi amiguito, por eso lo adoro).
En un momento, se termina la cerveza y nos toca ir por más. El Principito hace la “movida maestra” de arreglar que yo me fuera con él en el asiento trasero del coche. Yo hago como que no me doy cuenta y me voy con los chavos por más cerveza. En el trayecto, comenzamos a cantar y el Principito comenzó a ponerse romántico, cantarme al oído, etc., mientras el otro chico que iba con nosotros, hacía su parte también preguntándome si podía llamarme entre semana.
Cuando ambos me enfadan, les digo:
- A ver Mis amores, antes de continuar de Don Juanes conmigo, muéstrenme sus credenciales de elector, necesito saber sus fechas de nacimiento para erradicar cualquier cargo de conciencia.
Ambos sacan sus credenciales. El chico que venía conduciendo ostentaba en su fecha de nacimiento el año 1987. “Es un nene” pensé. Pero, mi sorpresa vendría cuando el Principito saca su credencial y leo su año de nacimiento: 1991.
¡Sí! En un momento me estaba convirtiendo en una harpía asaltante de cunas…
Le comento, con la mayor sutileza posible, lo siguiente:
- Mi vida, para mí es un halago que un niño tan lindo como tú, esté tratando de conquistarme por el motivo que sea. Pero, ubícate por favor… ¡Te llevo casi 10 años!
- ¡A mí no me importa! – me contesta enojado el Principito – Te aseguro que si me das la oportunidad, no vas a arrepentirte… Sé hacer muchas cosas que te harán sentir muy bien…
Demasiado tentador… Imaginen mi cara de buitre al ver a un chavito bastante bien formadito, con la energía de un adolescente… prometiéndome cosas que me harían sentir muy bien…
Sin embargo, decidí no tentar al destino. Contra todos los pronósticos y la oportunidad de un “encuentro fácil”, le pedí a Chuy que me llevara a mi casa.
No sé cómo hizo el Principito, pero consiguió mi teléfono. Al momento de escribir esto, llevo 4 llamadas perdidas, 2 recibidas y un mensaje de texto de él, insistiendo en que quiere “volver a verme” para demostrarme que la edad no importa y que puede hacerme sentir tan bien como cualquier hombre mayor.
¡Qué tal! ¿Se avientan?... Yo lo estoy considerando seriamente….
¡Llegó el sábado!:
Desvelada por el arribo a casa a las 4 am, me levanto a trabajar. Día relajado en la oficina y yo, con la autoestima por las nubes después de que el Principito me hiciera la noche y de ver su insistencia por teléfono. Decido ponerle un post a Ámbar en el Facebook, convocando a seguir la fiesta. Sí, nos iríamos a comer a la Kamelia… y quién sabe, ese lugar suele darnos bastantes sorpresas en cuanto a diversión.
Pero, obviamente la fiesta no podía parar allí. Con tremenda actitud de festejo, Ámbar y yo decidimos continuar en la noche “triunfando como las grandes”, en nuestro lugar consentido de Manzanillo, el Bora´s.
Debo decirlo, mi amiga se veía tremendamente bien con su mini vestido verde militar y sus súper ojazos.
Llegamos al bar y tomamos una mesa doble, a la espera de que Zahamara se animara a ir con nosotras y esperando también a nuestro amigo Erick. Extrañamos un poquito a Polo, nuestro mesero consentido en el Bora´s, que por suerte un poco más tarde se acercó a saludarnos, ya que iba llegando.
Transcurría la noche entre temas picantes y actualizaciones de chismes, cuando un par de chicas se nos acercan a preguntarnos si podían sentarse con nosotras en la mesa. Esto no hubiera sido ningún problema, si no es porque una de ellas era, precisamente, una de las mejores amigas del ex Sapo más reciente de Ámbar (referencia: leer entrada Volviendo a Empezar).
Sabía que a mi amiga no le gustaba nada la idea, pero el Bora’s estaba lleno, así que, al confirmar que Zahamara y Erick no llegarían, les hablé a las chicas para que tomaran la mesa, pero no la separaron, si no que se sentaron con nosotros.
Después de 2 o 3 comentarios en donde Ámbar hacía visible su incomodidad ante la situación, se me ocurre decirle “por favor, ya suéltala, no permitas que arruine tu noche”.
Justo al comentar esto, volteo hacia la puerta y venía entrando una chica que es compañera de trabajo y amiga de El Príncipe que no fue (si, el mismo que no se quitó la armadura y que decidió tomar “la tercera opción”, mayor referencia ver entradas El Príncipe y su Armadura I, II y III). Al hacer mención de esto, Ámbar me regresa la estocada comentando en tono sarcástico “por favor, ya suéltala, no permitas que arruine tu noche”: ¡Touché!
Cuando ni siquiera habían pasado 5 minutos de esto, la vida me recuerda entonces eso de “ten cuidado con tus deseos, porque pueden hacerse realidad”. Sí, la energía, la atracción, lo que ustedes quieran llamar, me jugaron una mala pasada: el Príncipe que no fue hace su flamante aparición en el bar…
- ¡Oh por Dios! – comento nerviosa – Ámbar, ¡mira quién acaba de llegar!…
Ámbar voltea a verme entre divertida y sarcástica y me dice: “recoge tu lengua porque te la vas a pisar”. De inmediato comenzamos a correr apuestas. Yo aseguraba que se quedaba y que ni siquiera me saludaría, Ámbar aseguraba que me saludaría pero que no se quedaría.
Me volteo hacia la playa, tratando de hacer como si no hubiera notado su presencia y con la esperanza de que las olas del mar reventando me quitaran el nerviosismo que sentía en ese momento, cuando siento la fuerza de su mirada. Ya me había visto y me estaba viendo. Así que no tuve más remedio que voltear…
Al cruzar nuestras miradas él intenta sonreír y me levanta la mano en señal de saludo. “¡Maldita sea, me encanta cómo se ve con esa camisa!”, pensé. Respondo en la misma forma el saludo, con una sonrisita nerviosa y levantando un poco la mano. Estaba tratando de digerir esa mirada, cuando sin más ni más, se acerca a la mesa y me saluda con un beso en la mejilla, al tiempo que le da la mano a Ámbar.
Intercambiamos 2 o 3 frases, las cuales ni siquiera recuerdo, pero así como llegó se fue. No solamente de nuestra mesa, también del bar.
Ámbar había ganado la apuesta. Y en mi cabeza, solamente la frase del poema que escribí hace unos días (“Cuando ya no piense en ti”):
“Si un día, cuando ya no piense en ti, llego a encontrarte por casualidad, no me desvaneceré ni enrojecerán mis mejillas. Te sonreiré, te saludaré como quien saluda a un amigo querido… y seguiré mi camino sin voltear hacia atrás y sin volver a pensar en ti…”
Transcurrió la noche y hubo de todo. De hecho, puedo decir que estuvo extraña pero bastante divertida. Una pelea entre turistas (el Bora’s es frecuentado casi siempre por la misma gente y nos ubicamos perfectamente, por lo cual, nunca sucede nada fuera de lo común y, al ser clientes frecuentes, tanto los meseros como los de seguridad nos protegen y nos cuidan, como el fin pasado, de los tipos que se quieren pasar de listos), otro turista que se vio lindísimo al protegernos del pleito que se llevaba a cabo justo en nuestra mesa, un poco de sangre y al final, todo volvió a la normalidad.
Este incidente, sin embargo, nos cambió la noche para bien. Las chicas a las cuales Ámbar tuvo tanta aversión en el principio, terminaron consiguiéndonos cervezas gratis con los rijosos. Yo veo de lejos a nuestros guaruras de la semana pasada (si, los amigos del Muñequito) y les hablo reclamando “dónde estaban cuando los necesitábamos”. De inmediato, los chicos nos llenaron la mesa que en un principio era sólo para 2, con más de 7 personas, entre ellos un chinito que no medía ni siquiera 1.50 m, pero que se subió a bailar a nuestra mesa, ganando la simpatía de todos los asistentes al bar y el apodo del “Tachidito”.
La banda se esmeró tocando rock clásico. La Cuca, Panteón Rococó, El Tri, El Gran Silencio, La Maldita Vecindad, Caifanes, Plástico, Ganja y hasta Maná, hicieron su aparición a través de las voces de los chicos de La Tostada de Pata.
La euforia colectiva de nuestra mesa, se extendió por los asistentes cuando empezamos a pedir a coro que la banda tocara “Ámbar” y “Caminando”. Bailamos, cantamos a todo pulmón y nos la pasamos genial con nuestros improvisados amigos que llenaron nuestra mesa.
Al final, las últimas canciones que tocó la banda, fueron precisamente las que estábamos pidiendo. Estaba yo cantando y bailando con todo el corazón y la energía que podía, las primeras frases de “Caminando”… “Ya estoy aquí parado esperando subirme a ese barco, estoy viendo hacia el mar y veo caracolitos volando…” cuando en el “no hay, no hay prisa de llegar…” vuelvo a sentir esa mirada que 3 horas antes pudo haber arruinado mi noche: sí, él regresó.
Sentí como se me quedaba viendo al bailar, mientras yo cerraba los ojos y disfrutaba de una de mis canciones favoritas, haciendo como si no lo vi. De nuevo, en el momento de bailar, volteo hacia el mar para ocultar mi nerviosismo; y funcionó, porque al dar de nuevo la cara hacia la barra, él había desaparecido…
La banda había terminado de tocar, así que decidimos irnos, no sin antes despedirnos de nuestros ahora amigos frecuentes (los guaruras) y las nuevas amigas (sí, las que Ámbar no quería en la mesa), así como de todos los que estaban en nuestra mesa y las mesas de alrededor que interactuaron con nosotros como si nos hubiéramos conocido de siempre.
Nos subimos al coche, contentas por la divertida noche que habíamos tenido. Al llegar a casa le pregunto a Ámbar:
- Por favor dime ¿no puse cara de idiota al verlo, verdad?
- No – contesta Ámbar- solamente te viste un poco sorprendida, no esperabas que te saludara ¿verdad?
- Deseaba que no lo hiciera. – contesté yo - Toda la semana lo he tenido en el papel de “decidió ser un tonto” y esperaba que siguiera manteniendo ese lugar.
- Sí – me dice Ámbar- pero para tu mala fortuna, es un caballero y otra vez te demostró que no tienes nada que reprocharle. Tú buscas un motivo para tenerle coraje, pero no puedes, porque a pesar de todo, pudo haber tenido miedo o pudiste no haberle gustado, pero sigue siendo un tipazo.
- Sí – contesto resignada- Quisiera que me dejara de gustar, pero realmente, a pesar de cualquier cosa… el tipo me sigue fascinando y no puedo evitarlo…
En fin, para no hacerles el cuento más largo, va el resumen de lo aprendido en este fin de semana:
- Los buenos momentos duran muy poco, por eso hay que documentarlos y compartirlos.
- “Mientras más corriente, más ambiente”… no descarten jamás una fiesta de amigos, la noche puede traer sorpresas muy gratas.
- No subestimes jamás el poder de tus pensamientos… Toda la semana pensé en él, hasta que materialicé su presencia, justo en el lugar al que por 2 semanas consecutivas he ido para olvidarme de él.
- Sin importar que haya pasado, no descartes ninguna oportunidad de conocer a la gente y divertirte. Ya ven, Ámbar no quería compañeras de mesa, pero terminamos pasándonosla muy bien y con 2 nuevas amigas y varios amigos más que hicieron que la noche, realmente valiera la pena.
- Vive, vive cada momento intensamente, es único e irrepetible. Puede ser que, como nosotras, repitas cada fin de semana el mismo lugar, pero definitivamente… cada experiencia es completamente distinta y vale la pena vivirla. Tu actitud ante los hechos, lo determina todo.
Deseamos que su fin de semana, haya sido tan divertido como el nuestro…
mega genial su finde!!! y efectivamente hay q disfrutr de cada mmto pues solo se vive una vez!!!! q gusto leerles!!! espero q el inicio d semana sea tambien mega genialoso!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarDeN