miércoles, 9 de marzo de 2011

RESCATANDO PRINCESAS... Por Elena S.

Desde que escribí la entrada Reingeniería de Princesas, programé en la alarma de mi celular (sí, ese infernal ruidito que me despierta siempre pasadas las 6:00 a.m.) un texto que refleja lo que quiero que sea mi primer pensamiento en el día: “Reinvéntate hoy”.
Estas dos palabras, me recuerdan la responsabilidad que tengo conmigo a lo largo de las próximas 24 horas. Esa responsabilidad es  R E I N V E N T A R M E.
Deletreo la palabra “reinventar” porque quizá algunas pregunten: “¿cómo te puedes reinventar, si siempre eres tú?”
Pues bien, seguramente cuando vieron el título de esta entrada, algunas quizá se hayan imaginado a una princesa en apuros, encerrada en una torre por una bruja malvada y a un príncipe (guapérrimo, ¡obvio!), montado en su caballo blanco con una tremenda espada, dispuesto a escalar cualquier torre para rescatar a la débil e indefensa princesa, ¿verdad?
Pero ¿qué creen?... ¡Nooooo!... ¡Para nada!
Sin embargo, este pequeño extracto de cuento de hadas que parodiamos en el párrafo anterior, podría ser que no estuviera tan alejado de la realidad: me refiero a la Princesa Prisionera que todas tenemos dentro, encerrada entre nuestros propios miedos y nuestras propias limitaciones. La buena noticia de esto, es que, esos miedos y limitaciones existen en nuestro interior. Al ser producto de nuestra imaginación, nuestra educación y nuestras experiencias, somos las únicas que podemos tomar la espada y erradicarlos para rescatar a nuestra Princesa. Algunos pequeños tips que a mí me funcionan para rescatar a “La Princesa Elena”, se los describo a continuación:
  1. No permitirme salir a la calle sin maquillaje: Les parecerá algo muy vano probablemente, pero, es insustituible para mi estado de ánimo el tomarme mi tiempo para maquillarme cuidadosamente, tomando mi taza de café. Les puedo asegurar que, cuando suena la alarma y me llega la sensación de “5 minutos más, por favor”, el recuerdo del sabor del café y la rutina de maquillaje, hace que la flojera desaparezca en forma instantánea. Además, el darte tiempo para ti, refleja el amor que sientes por ti misma.  A lo largo del día, das mucho de ti a los demás ¿no crees que te mereces que el primer momento del día sea para ti?
  2. Agradecer a Dios por el nuevo día: Damos la vida por sentada, pero realmente, el estar vivos otro día es un regalo de nuestro Dios. Podemos pedirle y suplicarle que nos ayude y que nos guíe, sobre todo cuando estamos en dificultades. Pero funciona mejor, darle gracias por anticipado por los favores que recibirás en este día. Eso te mantiene más receptiva para que las mejores cosas te sucedan.
  3. Aprender algo nuevo: Puede ser tan simple como preguntarle a tu compañero de al lado como hace tal o cual cosa, o como meterte 5 minutos a internet e informarte de las noticias o algún artículo interesante.  Aunque siempre realicemos la misma actividad, tu día no tiene que ser tan rutinario si te das un poquito de tiempo para hacer algo nuevo por ti.
  4. Compartir: Desde que se nos ocurrió la idea del blog, junto con Ámbar y Wendy, no hay día que no haya aprendido cosas nuevas. Simplemente, el hecho de escribirles aquí me obliga a leer más. Además, a través de compartir con ustedes mis choco aventuras y locas ideas, he aprendido mucho de mí misma, cosas que de verdad, antes ni siquiera hubiera imaginado.
Y bueno, para darle un mayor sentido a la palabra “compartir”, quiero despedirme de ustedes compartiendo un fragmento del libro “Dios mío, hazme viuda por favor” de Josefina Vázquez Mota. Dicho sea de paso, es uno de los mejores libros que he leído acerca del desafío de desterrarnos de nuestros miedos y redescubrirnos como mujeres, por lo cual es una lectura altamente recomendable de la que probablemente sea la primera Presidenta mujer en nuestro México querido (ya se “destapó” como pre candidata, a ver que tal le va).
Quiero ser viuda:
Del miedo a ser yo misma.
De todo aquello que me impida el ejercicio de mi libertad.
Del activismo sin razón.
Quiero ser viuda:
De la soledad.
De los rencores y resentimiento
y de la arrogancia de pensar que poseo la verdad.
Viuda:
de los prejuicios que me limitan
para aprender y disfrutar de mí y también de los demás,
del desamor, la indiferencia
y el hastío de vivir
Viuda del olvido de Dios,
porque es reconfortante y prometedor saber
que gracias a tu infinito amor,
haga lo que haga y
esté donde esté
siempre puedo volver a Ti
Como siempre, fue un placer escribir estas líneas. ¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?