La verdad no sé cómo empezar a platicar mi relación
extramarital pero es algo que creo que debo contar para que a alguien más le
sirva de experiencia.
Él con 36 años y yo con 34, una edad buena y quizá hasta divertida, ya que es un punto en el que ahora ya consideras las miles de opciones que tienes para decidir lo que realmente harás con tu vida. Sinceramente, es algo magnífico. Pero empezaré por contar que fue lo que sentí al verle otra vez…
Él con 36 años y yo con 34, una edad buena y quizá hasta divertida, ya que es un punto en el que ahora ya consideras las miles de opciones que tienes para decidir lo que realmente harás con tu vida. Sinceramente, es algo magnífico. Pero empezaré por contar que fue lo que sentí al verle otra vez…
Nos reencontramos nuevamente después de casi 15 anos. Él fue un novio excepcional:
genial, diría yo. Sólo que un día se fue y no regresó. Año con año
continué viendo a un amigo en común, así que un buen día se me ocurrió preguntar
por él.
Curiosamente cada que intentaba contactarnos, por medio de nuestro
amigo, el teléfono se perdía o alguna eventualidad ocurría, pero esta vez el
destino jugó a nuestro favor y el teléfono no se perdió, así que, pasando algunas
semanas, recibí la tan esperada llamada. La voz de mi “conciencia” (un poco más
fea que la habitual) me sonreía nerviosamente del otro lado de la línea mientras
yo me sentía nerviosamente feliz. Después de una charla trivial, acordamos
vernos esa misma noche: él, con su esposa e hija; nuestro amigo en común, con
sus hijos; y, por supuesto, mi familia y yo.
Estaba
nerviosa, debo reconocerlo, aunque no era nada que no pudiera controlar. De
pronto, al llegar la hora de la cita, me marcó para decirme que estaba afuera.
Mi corazón y mi estómago tuvieron un enorme vuelco al verlo de nuevo. Fue tan
inevitable la presentación de su esposa e hija, como mi fingida sonrisa de
conformidad. Después del intercambio de saludos y presentaciones, él me abrazó.
Sentirlo cerca, de nuevo, hizo que mi estómago confirmara lo que mi cabeza se negaba
a admitir… todavía.
Esa noche fue genial: reír y platicar aquellas interminables historias, juntos los tres, mientras nuestros hijos jugaban como si se conocieran desde siempre. En cuestión sentimental, nada me había movido o afectado tanto como volverlo a ver, a pesar de que he tratado de tener una buena vida, pero esa noche supe que, después de 13 años de casada, algo había cambiado para mí.
Esa noche fue genial: reír y platicar aquellas interminables historias, juntos los tres, mientras nuestros hijos jugaban como si se conocieran desde siempre. En cuestión sentimental, nada me había movido o afectado tanto como volverlo a ver, a pesar de que he tratado de tener una buena vida, pero esa noche supe que, después de 13 años de casada, algo había cambiado para mí.
Nos
seguimos hablando y chateando de vez en cuando, hasta que llegó lo inevitable:
vernos a solas. Recordamos entonces que jamás terminamos formalmente nuestro
noviazgo, por más loco e insulso que esto pareciera así que había una puerta
abierta para la continuidad. Al sabor del café, se consolidó lo innegable:
nuestra química prevalecía y podíamos charlar horas y horas sin sentir el
tiempo. Todas esas cosas que habían pasado en su vida y en la mía en estos años
de ausencia salieron a la luz, cuando la noche culminó en Tepozotlán (yo vivo
en el DF), en un intento por salir los dos de nuestro mundo habitual. Fue un
momento mágico: estuvimos a punto de volvernos a besar, después de tanto tiempo
sin hacerlo. Sin embargo, había una delgada línea invisible que ninguno de los
dos nos atrevimos a cruzar, pensando quizá en la estabilidad de nuestras
familias o simplemente por miedo, pero por alguna razón, no pudimos.
Sin
embargo, sólo fue cuestión de algunas semanas para que la delgada línea
invisible, se volviera imperceptible. Algunas salidas al teatro, varias cenas,
unas cuantas películas y varios litros de café desataron lo que ya era
inevitable. Y mi sonrisa al verlo, mis mariposas en el estómago justificadas y
ese amor de juventud reencontrado y, hasta ese momento, todavía platónico pasó
a ser algo más… digamos, algo físico y también sexual. Así, al reencontrarme
con su cuerpo, pude compartir esos pequeños destellos de luz interior y exterior
que sólo se entregan para iluminar a las personas indicadas.
La
satisfacción implícita de estos nueve meses, fue que nadie vino a contarme cómo
se vive la magia, pues la viví porque así lo decidí. Sé también que no es algo
de lo que deba sentirme orgullosa, probablemente ni siquiera feliz (aunque
parezca inevitable), puesto que hay gente a la que podría haber lastimado por
estas pequeñas ligerezas que dos personas pudimos tener, pero nunca he sabido
cómo cambiar lo que siento, o dejarlo de lado por el simple hecho de pensar que
es incorrecto. Muchas veces me he preguntado desde entonces cómo hacer para
dejar de disfrutar y no lastimar a ninguna persona, pero no encontré una
respuesta certera.
Sólo sé que, así como decidí vivirlo, también tenía que decidir dejar estar relación extraña y, paradójicamente, la más atrevida y emocionante que me pude imaginar tener alguna vez. Simplemente lo hice y no me arrepiento. Creo que él fue, literalmente, el hombre perfecto y esta la relación perfecta, porque la tuve con un amante y se terminó justo en el momento que sentí que podía tocar la luna y las estrellas; justo en el momento en que me sentí plena y ajena a muchas cosas de la vida real. Quizá un día me pregunte cómo fue que me atreví… pero sé que fue real y que de verdad lo hice.
Sólo sé que, así como decidí vivirlo, también tenía que decidir dejar estar relación extraña y, paradójicamente, la más atrevida y emocionante que me pude imaginar tener alguna vez. Simplemente lo hice y no me arrepiento. Creo que él fue, literalmente, el hombre perfecto y esta la relación perfecta, porque la tuve con un amante y se terminó justo en el momento que sentí que podía tocar la luna y las estrellas; justo en el momento en que me sentí plena y ajena a muchas cosas de la vida real. Quizá un día me pregunte cómo fue que me atreví… pero sé que fue real y que de verdad lo hice.
Y si bien he leído algunas veces a Elena, hoy me tocara limpiar el desván
de mi casa donde tenía escondida esta relación que disfruté plenamente en cada
segundo transcurrido en estos meses de descubrimiento y goce mutuos. Guardaré
los recuerdos para remodelar y cerrar cada una de todas las noches y días que volamos
juntos imaginando tantas cosas buenas para nuestras vidas, todas esas cosas que
mi mente soñadora de mujer idealizó y que jamás sucederán.
Él decidió terminar lo que tuvimos. Esos 9 meses hermosos y apasionados
en que lo tuve en cuerpo y alma, allí junto a nosotros y no en otra parte. Por
eso le doy las gracias y me retiro feliz, porque di lo que tenía para dar en
esa “relación”, si es que se le pudo haber llamado así. No fallé, pues le di
todo mi ser en esencia.
Sé que a pesar de la melancolía que deja el final, esta relación me dio muchas
lecciones aprendidas, pero jamás entenderé cómo es que los seres humanos
olvidamos de un momento a otro que tenemos a alguien que nos ama y nos valora
en casa todos los días, para darle cabida en nuestro corazón y en nuestros
pensamientos a ese otro que con solo una mirada, una voz o una caricia llena
todo tu mundo. Quizá en algún momento me toque volver a lastimar o ser lastimada,
pero hoy sólo me resta darle las gracias a este “sapo” que me enseñó a valorar
al hombre que tengo en casa, pero que a pesar de ello, sé que el amor tan
grande que sentí por él, allí se quedará. Él tendrá que seguir con su vida y yo
con la mía, seguiremos siendo esos amigos que algún día nos permitimos serlo.
Hoy escribo estas líneas como última acción para cerrar este círculo, para empezar de nuevo mi vida y reordenar mis prioridades, con lo que Dios me permitió vivir.
Siempre seré la mujer que se atrevió a tocar la luna y
las estrellas… fuera de casa.Hoy escribo estas líneas como última acción para cerrar este círculo, para empezar de nuevo mi vida y reordenar mis prioridades, con lo que Dios me permitió vivir.
Gracias Elena, por dejar ver tu vida y un poco más... para aprender y meditar un poco.
Gracias por leerme:
Ahora, mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com sale los todos los lunes.
En Facebook, busca la página Mujeres Adictas a los Monstruos y dale “like”.
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?