Hay una
película producida por Disney llamada “El Diario de la Princesa”. Aunque
existen dos partes y hace ya muchísimos años del estreno de ambas, la primera
parte es transmitida recurrentemente y cada vez que la repiten la veo,
simplemente porque me sigue gustando. Si ustedes también gustan del cine “rosa”
(a mi me fascina), seguramente recuerdan a Anne Hathaway protagonizando las
cintas que menciono.
En la
trama, la Princesa Amelia (Mía) vive en el anonimato hasta los 15 años, incluso
sin saber que era la heredera al trono de un país europeo ficticio. Sin
embargo, un día aparece su abuela, la Reina, y le informa que su padre ha
muerto y que debe tomar el trono. La joven se ve retada por su destino a tomar
una responsabilidad para la cual no se sentía ni remotamente preparada. Seguramente
la Princesa Mía tuvo miedo, pero al final tomó la decisión de afrontar el reto
y de ser quien tenía que ser desde el principio de su vida, acompañada de
quienes siempre estuvieron con ella. Al final de la historia, la Princesa,
quien había estado enamorada de un amigo cercano, un joven sencillo, termina
con final feliz, asumiendo su papel de heredera al trono y declarando su amor
por este chico. Cuando él la cuestiona sobre las razones por las cuales “fue el
elegido”, ella le responde la que es mi frase favorita de la historia: “porque
me viste cuando era invisible”.
Pero no es
para hablar de cine “rosa” para lo que les escribo hoy. El hecho de que mi vida
amorosa sea prácticamente inexistente (lo cual considero una bendición, por el
momento), no significa que no tenga nada qué reflexionar ni qué compartir con
ustedes.
Hace unos
días, una amiga, a quien admiro muchísimo en lo profesional y lo personal (no
lo saben, pero ella me inspiró en una entrada anterior: “Mujerona”) tuvo que
dejar, por cuestiones laborales, un programa de radio que venía conduciendo. Lo
verdaderamente increíble de esto, es que ella pensó en mí para reemplazarla.
Si, así como lo leen: ¡pensó en mí! Ella, que es una experta en logística
portuaria y comercio exterior, el tema que se maneja en dicho programa, confió
en que yo podía llevarlo a cabo.
Al principio
me sentí asustada, por la enorme responsabilidad que implicaba y hasta dudé,
por unos instantes, de mi capacidad para realizarlo. Me dio ese pánico escénico
normal, hasta cierto punto, que me hacía dudar de que fuera verdad lo que me
estaba pasando. Comencé a pensar en que de un momento a otro ya no solamente me
leerían, sino que ahora también me escucharían, por lo cual estaría sometida al
constante escrutinio de las personas.
Como era
de esperarse, cuando lo comenté con mi círculo cercano, todos me dijeron que
era una oportunidad que no podía desperdiciar. Sabía que había muchísimas cosas
en las cuales pensar y que no era una decisión sencilla, pero todos estaban demasiado
emocionados por mí y no podía fallarles. Así que vencí mi miedo y decidí
abrirme a la oportunidad. El martes y el jueves pasado, estuve acompañando en
la conducción del programa a mi amiga y, para ser sincera, me sentí muy cómoda
detrás de los micrófonos. Si bien no era la primera vez que participaba como
invitada en un programa de ese tipo, era muy distinto esta vez, porque sabía
que los socios de la radio difusora me estarían escuchando y probablemente de
eso dependería el que permaneciera o no al aire. De ser la “Cenicienta de las
letras” ahora también podría ser la “Cenicienta del micrófono” y la verdad,
estaba algo perturbada por la posibilidad.
Sin
embargo, aunque no voy a profundizar en los detalles, mi “cuento de hadas” no era tan perfecto como
se lee. Tenía una enorme barrera en el aspecto laboral e incluso en el terreno
amistoso para aceptarlo, por lo que no era tan sencillo decir que sí. A pesar
de eso, allí estaba yo, intentándolo y confiando en que algo bueno surgiría al
final de todo. Si el estar allí era parte de mi destino, seguramente tendría la
claridad suficiente como para decidirlo de manera tranquila, pensaba que al
final de cuentas la oportunidad llegó sin yo buscarla, como muchas veces llegan
las mejores cosas de la vida, por lo cual solamente tenía que ser receptiva y
aceptar lo que estaba sucediendo.
Así, entre
la columna semanal, la revista, el blog
y ahora la radio, tenía la oportunidad de llegar a mucha gente. Hubo
varios amigos y conocidos que me escucharon y me lo hicieron saber en el
transcurso de la semana, por lo que no podía menos que sentirme contenta, como
si estuviera arriba de una nube que sabía que no me podía permitir aún, pero
que estaba disfrutando. Era como si de pronto, el esfuerzo diario comenzara a
tener recompensas que nunca imaginé que recibiría.
Por fin
llegó el viernes, el día decisivo. Ese día conocería al socio de la radio
difusora y a quien sería mi jefe, en caso de quedarme. Se suponía que querían
conocerme, que ya habían escuchado los programas y que, al haberse despedido mi
amiga al aire, tendría una propuesta qué escuchar porque el próximo martes ya
debería estar detrás del micrófono. Allí me llevé una gran decepción: vi entrar
al restaurante a dos tipos con actitud prepotente, que me dijeron que “no tenía
un nombre” y que debía estar supeditada a la supervisión de los contenidos de
mi programa y, por ende, a una línea de información que, por cuestiones de
ética, jamás seguiría. La entrevista duró 15 minutos, pero fue el tiempo suficiente
para saber que no vendería mi alma al diablo por adquirir notoriedad y que no
aceptaría ser tratada con prepotencia y con tan poca caballerosidad, por
llamarlo de una forma dulce. Así que allí terminó, momentáneamente esta
historia…
Sin
embargo, de esta semana rara, surgieron muchas cosas buenas:
- Enterarme de que era capaz de hacer algo que no se supone que haría nunca, por el simple hecho de que mi amiga pensara en mí y me diera la oportunidad de probarme, lo cual le agradezco infinitamente.
- El saber que, ante todo, pude preservar mi integridad y no hacer nada que vaya en contra de mis principios. El poder dormir tranquila, sabiendo que mi trabajo y mis palabras son usadas para construir y no para destruir, es más importante que adquirir “nombre” a un precio que no querría pagar.
- Una nueva oportunidad: si creyeron que se escaparían de escuchar mi voz en radio, están muy equivocados. Pronto les sorprenderé con un nuevo proyecto, que surgió precisamente a raíz de esta experiencia, pero en distinto foro.
- Reconocer a mis buenos amigos por una simple diferencia: la gente que, como le sucedió a la Princesa Mía, ha estado conmigo y lo estará desde mi “anonimato” (por aquello de que no tengo nombre) y mi invisibilidad. A quienes me animaron, me aconsejaron, se alegraron genuinamente, me abrazaron y me echaron toda clase de porras. Gracias por verme aún siendo invisible. Gracias por recordarme, aún sin tener nombre.
Nunca dejes de perseguir tus sueños ni desconfíes de
tu capacidad. Tienes un inmenso potencial que quizá, como yo, no hayas
reconocido aún, pero que está allí dormido. A veces es necesario que alguien venga
a despertarlo, pero también, si eres lo suficientemente receptivo y te atreves,
lo descubrirás por ti mismo.
No importa
que tan invisible seas para el mundo, siempre hay alguien que estará contigo y
creerá en ti, en tu fuerza y en tu potencial. Siempre hay alguien que te verá
más allá de las sombras. Pero lo más importante: jamás dejes de reconocer por
ti mismo la luz que tienes en tu interior, porque estoy segura que aún cuando
nadie te vea ahora, tú puedes brillar tanto como tú te lo propongas. Nunca
dejes de ser lo que en este mundo viniste a ser.
¡Nos
leemos (o escuchamos) pronto!
Gracias
por seguirme:
Todos
los martes mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com
En
Facebook, da “like” a la página Mujeres Adictas a los Monstruos
En
Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza
Invisible? es curioso, por que despues de leerte en varias de tus columnas y de haber intercambiado comentarios contigo, me pareces una persona que destaca desde el primer párrafo (primera vista por decirlo así jijijiji)... así que, si conociendote no te valoraron,no saben que pierden; por que aun sin conocerte en persona eres mas "visible" que gente con la que convivo en la vida diaria. Saluditos y suerte en todos los proyectos que inicies! Maru :)
ResponderEliminarQuisiera ponerle "me gusta" al comment de Maru :p...
ResponderEliminarVientos El, no dudo ni tantito que habrá mucha más gente que guste de leerte y próximamente escucharte. Cuando se tiene un don, sólo tiene que pulirse y x lo visto tú lo has ido haciendo con el paso del tiempo y sobre la marcha y has ido definiendo y detallando tu muy peculiar estilo, que en lo particular, me encanta y segura estoy que ni soy la única y que además se sumarán much@s más, es sólo cuestión de tiempo y pienso que a estas alturas, será más pronto que tarde.
Admiro tu forma de reflexionar sobre tus vivencias, que seas perfectamente capaz de sacar de los males el menor y ser la no muy típica que ve el vaso medio lleno, no suele ser muy común en las personas, que logren resaltar las lecciones que tal o cual situación te deja siempre. Así que aplaudo que además de tener una hoja en blanco, ahora quieras tener un micrófono en frente, pues las personas positivas y propositivas como tú son tanto valiosas como necesarias hoy en día. Sigue así, contágianos y comparte la luz que hay en ti. Sobre los nuevos proyectos, no tengo duda de que se darán, no sólo porque crea que lo mereces, sino porque has dejado claro en ya muchas ocasiones que tienes el talento, la responsabilidad, la capacidad, la valentía y la infraestructura para comunicarte con el mundo entero, ya sea por escrito o por medio del habla.
No me queda más que desearte éxito, suerte, bendiciones y/o buenas vibras ;)
Xoxo.
Ana Lillo.
@analillo80.