Hace unos meses,
una Reportera de un medio local en Manzanillo, publicó en su muro de Facebook
la noticia de que una importante funcionaria de una empresa había sido cesada de un puesto que desempeñó de manera muy decorosa,
responsable y con éxito incuestionable, por los últimos 10 años. Personalmente,
he tenido la oportunidad de conocerla a ella como el gran ser humano que es y
puedo decir de manera honesta, que es una de las mujeres que más admiro en el
ámbito laboral, además de considerarla mi amiga, por lo cual la noticia de su
cese me impactó doblemente.
Sobre la
fotografía que acompañaba la nota publicada por la Reportera, comenté que estaba segura de que a donde
quiera que fuera le iría excelente, porque ella era una mujerona. Horas más tarde, uno
de los comentarios de otra persona (que no conozco) hizo referencia directa al mío, diciendo:
“Elena Savalza ¿Dónde crees que ella quiera trabajar? ¿Dónde necesitan una mujerona?”. Mi respuesta rápida, al ver
el comentario, fue decir: “las mujeronas
como ella son necesarias en todas partes”.
Aunque mi
respuesta fue concreta, no me dejó satisfecha. Esa noche me dormí pensando en
la palabra que utilicé para definir a mi amiga (mujerona), pero sobre todo, en la pregunta directa que me hicieron
“¿Dónde necesitan una mujerona? La
consulta de esa noche con la almohada me hizo concluir lo siguiente, que hasta hoy me doy
tiempo de reflexionar y publicar:
Una mujerona es necesaria…
… Donde se
necesite voluntad para mejorar el entorno y para ir en contra de situaciones
adversas, porque es allí donde ella saca la casta y demuestra de qué está hecha,
compartiendo su valiosa experiencia con los demás...
… Donde
sea necesario el ejemplo de lucha, porque no se detendrá hasta conseguir sus
objetivos de forma justa y con arduo trabajo.
… Donde se
requiera dirigir con calor humano, porque la mujerona sabe ser líder sin dejar
de ser mujer…
… Donde se
necesite marcar límites e infundir respeto, sin llegar a la represión y a la
intolerancia…
… Donde
quiera que se necesite un oído atento, una mano franca, una palabra de consuelo
y un hombro donde llorar…
… Donde
quiera que se tenga que perder el miedo para romper paradigmas y crear nuestras
propias reglas…
Hoy dedico
esta nota a todas las mujeronas que
he tenido el gusto de conocer a lo largo de mi vida, porque sé que, ausentes o
presentes, la experiencia compartida con ustedes ha de marcar mi camino hasta
el final.
Porque ser mujer es fantástico... ¡Arriba
corazones, Mujeronas!
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