lunes, 30 de abril de 2012

Cenizas al Mar... Por Elena Savalza


Estoy convencida de que ninguna persona le pertenece a otra, por lo tanto nadie te quita lo que es tuyo. Dios pone a la gente en el Camino de la Magia, para que puedas aprender de ella y mientras forme parte de tu historia y tenga algo que aportar a tu vida, permanecerá allí, encendiendo la llama en tu interior e irradiando luz y calor.

Creo en los milagros. Sé que éstos existen y que, cuando se presentan, deben ser vividos y disfrutados sin cuestionar, agradeciéndolos como una bendición, porque tienen fecha de caducidad.  El Amor, y la Magia que éste representa en tu vida, algunas veces duran muy poco. Es tan inútil resistir su aparición como prolongar su existencia más allá de lo necesario. El momento de vivirlos nunca es antes ni después: es cuando es…

Cuando el tiempo de vivir el Amor y la Magia pasa, cuando la llama se apaga y las brazas no pueden ni deben volver a arder, es el momento de apagar las brazas, barrer las cenizas y arrojarlas al mar.


Después de devolver la Magia Robada, la Princesa estaba tranquila. Sabía que era lo correcto y aunque lo correcto no siempre la hiciera feliz, a la larga el destino sería sabio y acomodaría de nuevo los caminos. Ella encontraría la estabilidad y la felicidad que estaba buscando y que definitivamente estaban en otra parte. Su éxito no tenía que ser robado porque había luchado mucho por él, como tampoco tenía que robar Magia de nuevo. Desocupaba sus manos y la dejaba ir, pero las mantenía abiertas para recibir algo nuevo y mejor. El futuro comenzaba justo en ese momento y había largo camino por recorrer aún.

Sin embargo, en el intento por devolver la Magia Robada, su portador regresó con ella una noche y con más fuerza:

-        -   Nadie te robó la Magia… - decía, mientras la abrazaba- Estoy aquí…

La Magia tocaba de nuevo a su puerta en esa madrugada tibia, con la misma mirada de suplicio que antes la Princesa prodigó y que tanto dolor reflejaba, cuando tuvo que dejarla ir. Ella sabía que no le pertenecía, pero la Magia y él estaban allí. ¿Qué tenía que hacer entonces? No lo sabía. Sólo entendía que su corazón quería recibirlo de nuevo, pero su mente y la razón le decían que era imposible y que ya había jugado demasiado a la heroína, en su intento por conseguir imposibilidades.

Pasaron los días y ella esperaba que el tiempo hiciera su parte. Pedía a Dios, al destino y a la vida que quitaran de su camino esa Magia que le era ajena, si era que de verdad no fuera para ella. Sabía que había una lección implícita en aquella experiencia, que quizá su apego, su orgullo o su miedo aún no le permitían ver, pero que estaba allí. La Princesa tenía mucho que aprender, pero no sabía aún qué…

De pronto una noche sueña con la vida perfecta, sueña que la Magia era suya y que no tendría que devolverla jamás. Fue un sueño hermoso, donde todo era color de rosa, no había dolor y la felicidad estaba al alcance de sus brazos sin tenerla que dejar ir. Su sueño era con él.

Pero de los sueños se despierta y ella despertó, con los brazos y la cama vacía. La Magia no era real y no estaba allí. Seguía siendo Magia Robada y no se podía permitir tenerla, ni siquiera en sueños.

La Princesa se alejó por unos días y se dedicó a trabajar, a divertirse y disfrutar lo que tenía a su alrededor, siguiendo su camino. Curiosamente, mientras mayor era la distancia que ponía entre la Magia Robada y ella, mayores eran también los frutos de su trabajo y el éxito que la acompañaba. Era como si su bienestar y su brillo dependieran de lo lejos que se mantuviera de la tentación de poseer esa Magia que no le pertenecía. Llegó un momento en que se sentía tan bien, que creía que había terminado. Creía firmemente que al final siempre las cosas estaban bien y si no era así, era porque aún no terminaba. En su caso, parecía que verdaderamente ese episodio de su vida, tan complicado y tan doloroso, ya había llegado a su desenlace. Sin embargo, todavía no tenía clara la lección implícita. Sabía que no había recorrido todo ese camino solamente porque sí, pero no terminaba de comprender las razones.

Entonces, de súbito, el portador de la Magia Robada regresa de nuevo. Aparece otra vez, de la misma forma repentina en la que ella trató de alejarlo, apenas unas semanas antes. Regresa una madrugada para preguntarle si hubieran sido felices juntos y para decirle que nunca había dejado de estar pendiente de ella y de sus logros, para decirle cuánto la quería y lo mucho que además la admiraba. Había habido fuego y parecía que la llama no se había extinguido, quizá quedaban aún brazas de algo que, muy a su pesar, había sido más fuerte de lo que hubiera pensado. Así volvía a comenzar otra vez el mismo círculo vicioso en el cual se había mantenido atrapada todos esos meses, sin saber cómo salir.

Volvió a ceder ante la tentación de tomar prestada esa Magia y la tuvo de nuevo una noche, en territorio ajeno. Volvió a sentirse viva, a sentirse deseada, a sentir el amor y la Magia en su corazón y en todo su ser. Volvió a sentirse mujer y a olvidarse de cualquier complejo o prejuicio, sólo eran ella y él viviendo la maravillosa Magia Robada: el sueño se convirtió en realidad por un momento.

Pero el fuego se apaga por falta de oxígeno, las llamas se convierten en brazas y las brazas en cenizas. Llega el momento en que las cenizas se esparcen por el viento, pero siguen siendo cenizas al fin.


Después de aquella noche, la llama de la Magia Robada, se convirtió en cenizas cuando un torrente de cordura y  razón apagó aquél fuego intenso. El incendio que parecía no tener final se veía ahora convertido en cenizas.

Todo vuelve a su origen. Así como un día, a la orilla de aquella playa surgió el fuego de la Magia, la llama se apagó y ahora la Princesa desecha las cenizas en el mar, donde viajarán por siempre, sin tener derecho a resucitar.

La Princesa aprendió la lección. Sabe ahora que el orgullo y el miedo son los peores enemigos del amor y que no puedes siempre arrebatar cuando pierdes. La Princesa entendió entonces, que ella no eligió el Camino de la Magia que tuvo que transitar, si no que fue el Camino el que eligió a la Princesa que tenía que protagonizar esa historia. Era ella y era su vida, no las habría cambiado por nada ni por nadie más, aunque hubiera podido.

Para obtener algo grande, la vida te impone sacrificios. A veces el precio puede parecer alto, pero al final valdrá la pena cuando te atreves a dejar ir para recibir otra vez.

… Y la Princesa sigue, por el Camino de la Magia, sin intentar que lo imposible se vuelva posible. Simplemente continúa viviendo la vida que le tocó vivir; cerrando ciclos, librando batallas y arrojando, cada vez que sea  necesario, sus mismas cenizas a que se las lleve el Mar, entendiendo que el desecharlas dará espacio para que nuevas llamas y nueva Magia revivan de nuevo…

Ahora más cerca de ti:

Todos los martes, mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com
En Facebook, sigue la fan page Mujeres Adictas a los Monstruos
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza

lunes, 9 de abril de 2012

"Es mejor asi..."... Por Elena Savalza

Escrito en una de esas madrugadas en que me amaneció temprano, pensando en que también pudiera llamarse “Consejos para vivir sin mí”…



Pídele al tiempo que regrese...

Tranquilo. No te alarmes, sólo un poco. El tiempo justo como para que hubieses hecho la elección correcta, en su momento. El tiempo necesario como para que tu corazón (y no tu convicción) decidiera lo que era mejor para ti…

Pero si el tiempo no quiere regresar, no te preocupes: sigue con tu farsa y confórmate. Después de todo, es más fácil conformarse que arriesgarse. Quizá moverte ahora te resulte una carga demasiado pesada y no necesites nada más.

No te arrepientas, ya no tiene caso: revolviste el agua y te la tienes que beber así…

Sé cauto. Podría ser que la comodidad de la rutina sea más fácil que el camino de lo incierto que te espera junto a mí…

Mejor sigue así, escudándote en el miedo que te impide ver hacia los lados y viviendo día a día lo que crees que te tocó vivir…

Intenta engañarte, di que no me extrañas y finge que no te duele no estar aquí...

Niega lo que sientes, aunque sepas que a ti mismo no te puedes mentir…

Dile a quien te hable de mí, que no te importa lo que me pase, que ya me olvidaste y que estás mejor así…

Mientras tanto sigue mis pasos a distancia prudente, fingiendo que no debo enterarme y al mismo tiempo, asegurándote de que sepa que siempre estás allí: en nuestras canciones o en nuestras aficiones, pero siempre allí…

Indaga lo que hago y lee lo que escribo. Inventa un nombre sin rostro, si así lo prefieres, pero no dejes que muera nunca tu esperanza de encontrar algo que te indique que aún pienso en ti…

Pasa por la esquina de mi casa, como todos los días, mientras volteas con disimulo para ver si aparezco, en un golpe de suerte que la casualidad tenga para ti…

Visita los lugares que frecuento y, al encontrar mis ojos, dedícales esa mirada que ambos sabemos que entenderé a la perfección. Esa mirada que no le darás a ella, porque sólo es para mí. Yo voltearé la cara, fingiendo no enterarme, mientras veo de soslayo cómo te vas de allí…

Y aléjate de nuevo, tomado de su mano, pero sin atarte por completo a su corazón…

Piensa en mí esa noche, mientras te despides de ella, reprimiendo tus ganas de llamarme y de decirme cuánta falta te hago y lo que darías por (de nuevo) estar aquí...

Y entonces, a la mañana siguiente, con la misma rutina de engaño que tan bien nos ha salido, volvamos a montar nuestra obra de teatro perfecta y a sustituir la vida que hubiésemos podido vivir por esta comedia de perfección y felicidad que ambos decidimos escribir…

Pero descuida, no pasa nada. No diré nada y no haré nada. Recuerda que hace tiempo que te dejé partir…

Me levantaré hoy, tan perfecta como siempre y más sonriente que nunca...

Saldré a la calle confiada y serena, trabajaré con mayor ahínco y no voltearé atrás;  porque sé que en algún momento, las vueltas de la vida nos regresarán a cada uno a nuestro lugar; cuando el “qué dirán” no exista, cuando las máscaras se caigan y cuando no haya nada más qué ocultar…

Sólo pide a Dios que no sea tan tarde, cuando llegue ese día en que la convicción y el miedo dejen respirar al amor y éste desista en su empeño de morir…

Que no sea tarde cuando llegue ese momento precioso, en que conformarse ya no sea una opción y la verdad nos alcance;  porque entonces, sólo entonces, llegará nuestra oportunidad para cambiar las cosas…

Mientras tanto, no hagas nada, no digas nada, sólo espera: es mejor así…



Gracias por seguirme:

Todos los martes, mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com
En Facebook, da “like” en la fan page Mujeres Adictas a los Monstruos
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza

domingo, 8 de abril de 2012

Al calor del "Merlot"... Por Elena Savalza

Es un enorme gusto para mí volver a escribir para ustedes, después de algunos días tan pesados como buenos en los que decidí tomarme un pequeño descanso y en los que, espero que también, hayan descansado y renovado energías.

Con algunas notas por concluir, miles de ideas en la cabeza, trabajo acumulado por doquier y buenas noticias llegando por todos lados, es que retomo hoy la continuidad de la escritura en este espacio que tanto aprendizaje personal me ha dejado y tantas oportunidades me ha abierto al exterior.

Hoy quiero hablar de Magia. Sí, ya sé que hablo de Magia muy seguido, pero hoy no se trata de la magia que me robé y que tuve que devolver, ni tampoco de la que a veces he perseguido inútilmente hasta sentirme desesperanzada de encontrarla.

Hoy quiero hablar de la Magia que llega cuando no la esperas y que encuentras sin buscar, cuando de pronto te pasan tantas cosas que volteas al cielo y no sabes si dar las gracias a Dios o pedir una tregua.

Estaba en esos días extraños, en los que todo alrededor me decía que iba por el camino correcto puesto que tantas cosas buenas me estaban pasando en el terreno personal, pero sobre todo, en el ámbito profesional. No había existido un solo día de los recientes en el que no tuviera nada que agradecerle a la vida. Oportunidades, retos, trabajo, salud y gente a mi alrededor que me quiere y apoya de forma incondicional. Sencillamente, sería demasiado injusta si pidiera algo más para mí. Todas las bendiciones juntas estaban llegando a mi vida, simplemente con abrir los brazos y recibirlas.

De pronto el miércoles pasado, junto con mis grandes amigas, Edit y Jessica, se nos ocurre darnos un “gustito” e irnos a cenar las tres, para celebrar el simple hecho de ser mujeres, de ser felices, de ser independientes, de hacer lo que nos gusta y de estar juntas, para seguir compartiendo nuestras experiencias de vida.

Imaginen una mesa en un tranquilo pero bonito restaurante a la orilla de la playa (abro mi comercial, se llama ZLO), escuchando las olas, degustando una pasta italiana y con una botella de vino tinto al centro, para brindar por cualquier cosa que hubiera que hacerlo, tres amigas rayando los 30, en la mejor edad de sus vidas y con unas enormes carcajadas que irrumpían la quietud del lugar.


Al calor del Merlot, comenzaron a surgir todas esas confesiones que las grandes amigas se llevan a la tumba. Invariablemente, el amor ocupó parte central de nuestra temática en la mesa, pero también fueron tema nuestras carreras, nuestros proyectos y nuestros planes a futuro. Incluso, nos ajustó el tiempo para planear uno que otro viaje juntas.

Vi a mis amigas felices. Las vi radiantes, las vi completas, las vi enamoradas del amor y de la vida. Vi a esas chicas que siempre quise ver en ellas, las que no tienen miedo de vivir, de sentir, de disfrutar todo lo que la vida les regale, sin cuestionar nada y sin importar qué dirán. Vi a mis amigas, a las que la felicidad les destilaba por los poros. Vi a las mujeres “fregonas” de las que me precio de rodearme siempre, sentadas en mi mesa. Las vi allí, conmigo, festejando mis éxitos, alentando mis sueños y riendo con mis locuras, al tiempo que compartían las suyas.

De pronto llega mi turno de hablar de amor. Les recuerdo entonces, que me auto impuse una “veda” amorosa, ya que últimamente ese aspecto de mi vida ha contrastado por completo con la felicidad en el ámbito profesional. Sentí completamente necesario tomarme un descanso, analizar mis errores y así volver a reunir fuerzas para regresar al campo de batalla.

Mi semblante cambia y comienza a quebrarse mi voz, al recordar el último de mis amores, que fue también la última de mis mentiras.

Entonces, Edit tomó mi mano y me dice algo que nunca voy a olvidar:

"Lo único que quiero es verte feliz. Sabes que no estoy de acuerdo y que jamás lo aprobaré, pero si tu felicidad está a su lado, no te des por vencida: ¡lucha! Si sabes que tienes una oportunidad, no la dejes escapar, porque podría ser que te arrepintieras siempre."

Debo confesar que me sorprendió lo que me dijo, porque efectivamente, sé que le costó un enorme trabajo. Sin embargo, al calor del Merlot, creo que lo verdaderamente rescatable fue la lección de lealtad y de amistad que me dio.

A veces por más que sueltas, te das cuenta que aquello que debes dejar partir, simplemente no quiere irse. Y en no pocas ocasiones te sigues cuestionando, después de soltar, si de verdad fue lo correcto o si deberías volver a perseguirlo y a “luchar por ello”, como Edit me dijo.

La verdadera magia que descubrí esa noche, fue la muestra de apoyo y de amistad de las dos grandes mujeres que compartieron la mesa (y tres botellas de Merlot). La Magia fue saber que estaban allí y que lo estarían a pesar de que, en mis locuras, de pronto las metiera en líos el seguir conservando mi amistad.


Creo que, si algo he aprendido recientemente, es el valor de los verdaderos amigos en mi vida. Lo aprendí de una manera muy dura, pues desafortunadamente tuve que perder a una gran amiga para valorar a los que tengo.

Sin embargo, también entendí que muchas veces el árbol de la amistad debe sacudirse hasta las raíces para tirar los frutos podridos y esperar que vuelva a florecer.

Los grandes amigos están contigo en las malas y te alientan en tu lucha cuando crees desfallecer, pero también son los que se ganan el genuino derecho de compartir tus éxitos y tu felicidad.

A la gente que estuvo y a la que ahora está, muchas gracias. Sin ustedes, yo sería “menos yo”.

¡Nos leemos pronto!



Gracias por seguirme:

Todos los martes, mi columna “Desde mis ojos…” en www.letrafria.com
En Facebook, da “like” en la fan page Mujeres Adictas a los Monstruos
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza