domingo, 11 de diciembre de 2011

Los que sostienen mi cuento... Por Elena Savalza

Los que disfrutamos del cine o del teatro, sabemos que lo que vemos en la pantalla grande o en el escenario, por maravilloso que nos parezca, es únicamente el resultado de los grandes esfuerzos de gente que no vemos, pero que de la misma forma, cumplen un importante y destacado papel en la producción. Sin ellos, sencillamente no sería posible sacar a flote el arduo trabajo que representa la realización de un film o una puesta en escena.

En la vida, pasa exactamente lo mismo: en todas las historias existen protagonistas, víctimas, villanos, coestelares, brujas, ogros, hadas y demás personajes que hacen que nuestro cuento personal sea digno de ser contado.

En mi historia, en especial, existe gente que, incluso cuando soy villana, bruja, guerrera, heroína o princesa (Peach), están allí: retocan mi maquillaje, repasan mis diálogos, preparan mi escenario, quitan los obstáculos de mi camino y hacen que la historia tenga sus toques de magia y que la vida de la protagonista fluya tan perfecta como el guionista y Director (Dios) lo planeó…

A estas personas especiales de mi historia, dedico mi texto el día de hoy…

El jueves pasado, mientras compartía un momento muy agradable en un bar con mis amigos y los ponía en “antecedentes” del desafortunado final de una historia reciente, de la cual ya les he hablado bastante (en exceso, diría yo) en otras entradas, Richard me dijo algo:

"La duración e importancia de tus relaciones es directamente proporcional al número y a la calidad de tus entradas en el blog"

Aunque la analogía me dio mucha risa, debo confesar que el Grinch (mote cariñoso para mi amigo Richie) tiene mucha razón. Últimamente, lo mejor que he escrito se ha debido a la adrenalina y al cúmulo de emociones que han generado mis más recientes “interacciones” con el sexo opuesto. Tanto así, que hace unos días me sentía completamente incapacitada para escribir algo medianamente coherente y digno de ser publicado. Mi cerebro atolondrado solamente atinaba a generar ideas difusas, las cuáles ni siquiera podía plasmar en una hoja. Como dijera Fernie, mi Sis argentina, tenía el “síndrome de la página en blanco”.

Sin embargo, después de la “noche de anoche” todo cambió…

No es que me haya sucedido nada ni remotamente extravagante ¡para nada! Como tantas otras noches en este año y en muchos anteriores, fue un sabadito rico de Bora’s junto con mis amigos. Noche, playa y luna llena. Cerveza y Tequila (derecho), para no variar… Rock, Reggae, Ska… “Caminando”, “La Dosis Perfecta”, “El Son del Dolor”, “Verde, Amarillo y Rojo”, “Ámbar” y “Sentimiento Original”… Un vestido entallado con estampado animal (no por nada, pero se me veía divino… ¡jajajaja!) zapatos altos (que terminé abandonando) y actitud de súper fiesta, como la de tantas veces que me he querido comer al mundo en un brinco, sacudiendo la cabeza sin temor a despeinarme, cantando y gritando como si nadie me escuchara y bailando como si nadie me viera, sudando como si el maquillaje fuera completamente indeleble…

Algo sumamente superficial, en apariencia, pero que para mí, tuvo un significado mucho más profundo. En ese lugar, en ese momento y en esa situación, pude volver a ser “yo” en mi más rudimentaria expresión: sin complejos, sin ataduras negativas, sacando el estrés, la frustración y las emociones tan diversas que en días pasados habían generado algunas situaciones vividas, en las cuáles en un muy corto tiempo, volví a ver lo mejor de mí, pero también lo peor: mi “yo” Princesa de Cuento… y mi “yo” Bruja Malvada.

Y al ser de nuevo “yo”, puedo ahora regresar y reconectarme con lo que es prioritario y lo verdaderamente importante.

Días emocionalmente pesados, en los que mi corazón tuvo que dejar ir algo que por años había sido mi identidad, preparándose para recibir algo nuevo y mucho mejor. Equivocando el proceso, tropezando en el intento, pero saliendo airosa después de unos cuantos gritos, discusiones sin sentido y lágrimas inútiles…

Y es allí, cuando volteo a mí alrededor y me doy cuenta de que lo importante y lo valioso de mi vida lo tengo al alcance de mis brazos. Que no importa cuántas veces tenga que caer, levantarme y reinventarme, siempre tendré quien sostenga las piezas de mi propio rompecabezas, en tanto yo encuentro cómo embonarlas.

Este ha sido uno de los años más complicados para mí en el ámbito personal. Desde que comenzó, ha estado lleno de cambios, de altas y bajas, de gente que se fue, de gente que llegó, de situaciones distintas y de retos nuevos que han puesto a prueba la fortaleza de mi carácter. Pero ha sido también un año de grandes lecciones de vida, no solamente propias, si no de la gente que ha estado a mi alrededor.

2011 ha sido el año del “Let it go…” (Déjalo ir…) Es impresionante la cantidad de cosas, personas y situaciones que he tenido que dejar marchar y aun así, pareciera que no acabo…

Por eso, a sólo unos días de que el año termine, me resulta completamente necesario hacer un inventario de mis bendiciones, porque es con ellas con quienes quiero comenzar 2012, el cual, declaro desde ahorita, debe ser el año del “Welcome” (Bienvenido).

Tengo una enorme familia, lo sé… Tengo hermanos y hermanas a los que adoro y me adoran, tengo papá, mamá, tíos, primos y sobrinos. Sé que me han amado desde que nací y será así toda la vida, porque son mi familia… Y eso es lo que hacen las familias: amarse y apoyarse.

Sin embargo, hoy quiero reconocer a aquella “familia” que nació en un lugar distinto al mío, que creció en un hogar diferente y que, el paso del tiempo, Dios y el destino, hizo que vinieran a mi vida: mis amigos.

Porque muchos hombres, situaciones y momentos llegan a tu vida y así mismo, se van los que se tienen que ir, pero en ese proceso, quienes verdaderamente permanecen a tu lado incondicionalmente son tus verdaderos amigos…

Gracias a ustedes, que me han visto llorar por estupideces y que me han devuelto al piso cuando lo he perdido…

Gracias porque a pesar del tiempo y, en algunos casos, la distancia física, siempre están para mí…

Gracias porque forman parte importante de mi equilibrio personal…

Gracias porque no importa cuántas veces les falle, siempre están allí…

Gracias por los momentos en que me han dicho lo que quiero escuchar; pero más, por los que me han dicho lo que me niego a admitir…

Gracias a los que se han quedado escuchando mis rollos hasta las 2 de la madrugada o los que han tomado el teléfono a la mínima sospecha de que algo pudiera andar mal…

Gracias por las chelas, los abrazos, los regaños, las parrandas, los cafés y las vistas en la playa…

Gracias porque sé que si el barco se hundiera, ustedes aventarían de inmediato el salvavidas para que yo no me ahogara…

Gracias por las eternas charlas en el chat, a miles de kilómetros de distancia o a unas cuántas calles…

Gracias por recordarme que no todo está escrito…

Gracias por haberme elegido para formar parte de sus vidas…

Gracias porque sin ustedes, Elena sería menos Elena…

Y sí, 2012 será un nuevo año. Un año en el que cosas buenas y situaciones favorables llegarán a mi vida. Espero también, tener el enorme honor de compartirlas con ustedes…

Habrá más cuentos, más historias y más protagonistas (gracias a ellos también, por cierto) pero sé que ustedes estarán allí, se vaya quien se vaya…

Sería injusto y poco objetivo hacer una lista de todos, pero creo que, sin decírselo, saben perfectamente a quiénes me refiero…

Gracias de nuevo y los quiero mucho….

Being me again!

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