¡¡Hola a tod@s!!
Me da un enorme gusto volver a escribirles, sin sentirme además, culpable; ya que en las últimas semanas parecía que a mis queridas amigas Ámbar y Wendy, les entró cierta sequía lingüística por lo cual, ya me había cansado yo misma de mis propias historias y escritos.
Como andamos muy “entradas” en el tema bodas debido a los últimos eventos de Ámbar que anda casando primos en el norte del país (“¡i’ ñor!”), recordé muy a propósito una frase típica de los votos que hacen los nuevos “marido y mujer” en la casa de Dios y ante la presencia de un montón de invitados entre conmovidos e incrédulos: “Prometo estar contigo en la salud y en la enfermedad, en la bonanza y en la adversidad, hasta que la muerte nos separe…”
En la salud y en la enfermedad…
Podrán haberse dado cuenta en mis últimas entradas, que he padecido cierta dosis de estrés generado por una insatisfacción en el ámbito laboral y, por si fuera poco, por un pseudo – príncipe que al final “no fue”…
Siempre he creído que las decepciones amorosas debieran ser causales de incapacidad laboral por lo menos un día, debido a que en algunas ocasiones verdaderamente te incapacitan para cualquier cosa y de verdad requieres un “tiempo fuera” (por eso quería que pararan el mundo para bajarme un ratito, en mi anterior entrada “Transfusión”).
Pues bien, a una semana de la aparente calma, aceptación y completa paz en mi corazón sobre ese tema, viene algo que me vuelve a sacar de balance: ¡enfermedad!
Sí. Dicen por ahí que “lo que tus ojos no lloran, tu cuerpo lo saca”. Pues bien, mi sabio cuerpecito se enfrento desde hace 2 días a una rara afección que al principio parecía tener síntomas de dengue (cuerpo cansado inexplicablemente, dolor de articulaciones, sueño, ojos llorosos y una leve fiebre) y unas horas más tarde se manifestó en forma de náuseas, mareo y malestar estomacal general.
Veo entonces ayer por la mañana que tenía 2 opciones: Hacer como si no pasara nada y presentarme a laborar como siempre, puntual; ó, hacerle caso al llamado de mi cuerpo que pedía a gritos “expulsar” algo que lo estaba molestando sin aparente causa física, pues nada en mis hábitos alimenticios había cambiado radicalmente, e ir al Doctor.
Decido ayer por la mañana ir con el Doctor y en su diagnóstico me dice “infección estomacal” sin causa aparente… es decir, ni el Doctor supo qué o por qué, pero me llenó de medicamento, antibiótico, electrolitos orales y me suprimió del “sabor de la vida” según nuestra cultura típica mexicana (lácteos, comida grasosa, etc.).
Así que, solamente me presenté en la oficina a sacar un pendiente súper urgente y decidí guardar reposo “como Dios manda”, sin importar cuanto trabajo pudiera acumularse por unas horas de sentirme inmaculadamente necesaria.
Y bien…. Regresé hoy a trabajar, descubriendo que el mundo no se cayó, la empresa no se cayó, que incluso me puedo tomar unos minutos para escribir esto y la vida sigue… Y yo, me siento mucho mejor que los últimos días.
La reflexión entonces que me deja esto es: ¿Por qué nos aferramos tanto a nuestra rutina, nuestro trabajo, nuestro estatus, nuestros compromisos muy a costa de nuestra salud? ¿Qué no se supone que nuestra principal responsabilidad es con nosotras mismas? ¿Quién nos obliga a ser las mujeres maravillosas y perfectas que tienen que tener todo bajo control si a veces, a duras penas podemos controlar nuestras propias vidas cuando estamos sanas? ¿Valemos más ante nuestros jefes por tener etiqueta de “mártir”?
¡No chicas! Al final, lo único que tenemos es a nosotras mismas y nuestra salud es una parte muy importante, la más importante de todas, porque sin salud, no seríamos lo que somos… unas súper exitosas, fregonas, responsables y excelentes mujeres, madres, hermanas, hijas y profesionistas. Sin salud, absolutamente nada en la vida tiene sentido, porque al final del día nos sentimos tan cansadas y tan enfermas que nos es un poquito menos que imposible disfrutar nuestros pequeños o grandes logros y terminan siendo parte del almanaque de colección de alguien más… ¡excepto nosotras!
Por lo tanto, incluso si no tengo nunca la oportunidad de prometérselo a otra persona frente al altar, hoy hago votos con la persona más importante de mi vida, YO, y prometo estar conmigo… en la salud y en la enfermedad…
Y tú… ¿estás CONTIGO en la “salud y la enfermedad”?
MUJERES POR FAVOR YA NO SE KE HACEN MAS SI QUEJARSE O ADULARSE JAJAJA NO ES DIFICIL SER MUJER
ResponderEliminarES COMPLICADISIMO SERLO JAJAJA