martes, 8 de enero de 2013

Memorias de un sueño cumplido... Por Elena Savalza


Quizá muchos de los que a lo largo de estos años han leído este espacio esperen que continúe escribiendo sobre la última “tragedia griega” que aquejó mi existencia y que empañó el excelente 2012 que había tenido hasta ese momento. Pero no, no lo haré. Y no lo haré más porque el hecho de iniciar un nuevo año también requiere del valor de deshacerse de todo lo malo que se viene arrastrando para sembrar nuevas semillas y obtener mejores cosechas. Por eso quiero empezar esta entrada, agradeciendo a Dios por esta noche sin sueño. Sí, porque esta noche no puedo dormir. Creo que el día fue lo suficientemente cargado de emociones como para no irme a la cama sin antes hacer una pausa y reflexionar sobre lo ocurrido en las últimas horas.

Parece que fue ayer, pero ha pasado más de un mes desde el día que Paco Tovar me propuso llevar a cabo un gran proyecto: conducir un programa de radio en línea pensado en las mujeres y para las mujeres. Creo que la propuesta de Paco y el volverme a poner frente a un micrófono, pero esta vez como responsable de coordinar un programa, me devolvieron parte de la luz perdida, debido a la complicada situación personal, sentimental y legal que estaba viviendo por aquellos días. Hoy, el proceso legal continúa y parece que será así por algunos días (o quizá meses) más, pero ya no es eso lo que enturbia mis sueños.

La labor que se me encomendó es importante: rescatar la experiencia y los logros de grandes mujeres, quienes estoy segura que servirán de inspiración para muchas más, y a eso es a lo que le apostaremos. Al asumir este reto, confirmé de nuevo que nada sucede por accidente y que las cosas llegan a tu vida justo en el momento que tienen que llegar, porque todo sucede por una razón.


Hoy aprendí y me divertí mucho. En el primer programa de “Mujer Universa”, tuve la oportunidad de compartir experiencias con una gran mujer, como lo es Pamela De La Vega, quien amablemente aceptó ser mi “madrina de programa” y, a través de la magia de la tecnología y los micrófonos, transmitió parte de esa sabiduría acumulada a lo largo de años de arduo trabajo, a base de gran esfuerzo y dedicación, misma de la que los radioescuchas pudieron gozar. Recordé también, a través de las palabras de Pamela, las claves del éxito:

Dios, que en todo momento está conmigo y guía mis pasos.

Familia, que me inspira y me acompaña, aún desde lejos. Fue emocionante ver en el teléfono la primera llamada al salir del aire: era mi madre, que a kilómetros de distancia me llamaba para recordarme lo orgullosa que se sentía de mí, para decirme que mi papá, mis sobrinos y mi comadre- cuñada, que se ha convertido también en una hermana, estuvieron todo el tiempo pendientes del programa y para enviarme sus bendiciones.

Amigos, que en todo momento están para apoyarme, en las malas y en las buenas. La mejor parte de la hora que duró el programa fue ver a través del cristal de la cabina a Ricardo y a Jessica, dos de mis grandes amigos, levantando sus pulgares en señal de apoyo, sonriendo y diciéndome que todo iba bien. Fue invaluable saber que ellos estaban allí y que no importaba cuanto se me notara la “novatez”, ellos como yo, estaban disfrutando enormemente ese momento.

Preparación y Esfuerzo Constantes, porque las oportunidades existen pero debemos estar preparados con educación, con experiencia y con ganas de hacer las cosas. Pamela dijo algo muy cierto: la actitud es mucho más importante que la aptitud en la mayoría de las ocasiones.

Aprovechar oportunidades, porque una vez que llegan no esperan a nadie: si no las tomas tú, serán para alguien más.

Hacer lo que te hace feliz, sin importar lo que la gente considere correcto o apropiado, porque al final la única expectativa que debes cumplir es la propia.


En fin… ya se terminó el programa, ya salimos del aire, ya brindamos por el éxito obtenido y rematé la noche cenando el último pedazo de rosca de reyes con mis amigos, en donde de nueva cuenta y por quinta vez desde el sábado, recibí al Niño Jesús escondido entre el pan. Al final, vuelvo a ser yo: la Elena de siempre que se emociona como niña pequeña cuando tiene la oportunidad de realizar algo que le apasiona y que al final del día, lo único que la complace es la satisfacción de haber aprendido y disfrutado un poco más cada vez.

Y para los que me pregunten qué se siente alcanzar un sueño, la respuesta es muy sencilla: no lo sé, lo sabré hasta que aterrice, porque hoy sigo en las nubes. Por lo pronto, el único sueño que me interesa es el de mis dos almohadas que esperan ansiosas por mí… ¡A dormir!

¡Nos leemos y escuchamos, muy pero muy pronto!

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