Páginas

miércoles, 6 de agosto de 2014

CONFIAR... Por Elena Savalza

De tanto tiempo sin escribir, no sé qué parte de mi está más oxidada. Podría ser la mente, el corazón, el espíritu, o podrían ser sólo los nudillos que se han negado a teclear por varios meses como una forma de rebelarse ante decisiones que nunca tomaron por si solos.

Traje mi cuerpo a Reynosa, y después de casi dos meses, me sigo preguntando por qué, pues a veces siento que mi corazón se quedó en otro lado. Pero no sólo yo me lo pregunto a cada rato (cada vez menos, por fortuna): también la gente que día a día voy conociendo me restriega en la cara cada que se puede, la pregunta sobre qué tenía en la cabeza cuando decidí dejar un lugar tan bello como Manzanillo, con sus playas, con su ir y venir, con las luces del puerto en la noche, con su vida alegre y tranquila, con sus bares a la orilla de la playa, con un trabajo que amaba y que, en su momento, me apasionaba, con mis amigos entrañables, mis hermanas, mis sobrinos… por qué cambiar todo eso, todo lo bueno, todo lo bello, por vivir en un lugar como Reynosa, que no tiene nada de lo que allá dejé…

Pero la verdad es que si quieren una respuesta que los satisfaga, no la tengo. Sólo sé que el lunes 9 de junio de 2014 cuando aterricé en el Aeropuerto de Reynosa, traía 35 kilos de equipaje en mis maletas, y un corazón cargado de ilusiones, de sueños, de proyectos y de amor.



La realidad me despertó de algunos de esos sueños, alguna que otra ilusión se fue, los proyectos siguen y han venido creciendo conforme el paso del tiempo… y del amor hablamos después, porque siempre ese tema merecerá mención aparte.

El día a día me ha hecho quitarme los lentes rositas y entender que toda mi buena fama en lo profesional creada con arduo esfuerzo durante mis años de trabajo en Manzanillo, todo mi corazón cargado de la energía de la gente que dejé en el camino, toda la ilusión que tenía por llegar, no serían suficientes sin un poco de acción y mucha fe.

También he recordado que pude haber tenido muchas razones para mudarme, algunas buenas y otras malas, quizá comprensibles o no para los demás, pero que en su momento creí en ellas, aposté por ellas, me la jugué y estoy aquí: en el lugar correcto, en el momento correcto y donde Dios quiso que llegara, a aprender lo que tenga que aprender, a dar lo que tenga que dar y a regresar a algún lugar, al que quizá pertenezco verdaderamente, o probablemente a descubrir algún sitio nuevo. La sorpresa sería que después de todo, mi sitio final estuviese aquí, donde tantas lágrimas me ha costado estar…

En el libro “Comer, rezar, amar”, de Elizabeth Gilbert, la autora decía que cada ciudad tenía una palabra. Después de casi dos meses, puedo asegurar con firmeza que ya encontré la palabra de Reynosa, por lo menos, la que para mi funciona. Es sencilla: la palabra de Reynosa es CONFIAR. Los días transcurridos me han recordado la importancia de confiar...

Primero: confiar en que Dios, como quiera que lo entienda y lo perciba, me trajo aquí por un propósito que conoce mejor que yo, y que todo lo que he visto como “sufrimiento” han sido lecciones disfrazadas. A veces, simplemente hay que “pagar el precio” por decidir, por atreverse, por salir de la comodidad y de la rutina, por estar vivos…

Segundo: a confiar en mí, en mis conocimientos, en mis capacidades, en mi fuerza interior, en mi espíritu, en mi entereza de carácter, en mis recursos. Con todo eso, con lo vivido, con lo aprendido a través de tantas experiencias y tropiezos, y a pesar de que siga tropezando y a veces caiga, convencerme y reaprender que en cualquier situación YO PUEDO…

Tercero: confiar en los demás, en la gente a mi alrededor, a pesar de que el ambiente pueda ser tenso u hostil en una ciudad tan lastimada por los embates del crimen organizado, confiar en que no toda la gente que se acerque a mi tendrá intención de hacerme daño. Confiar en que la mayor parte de las personas son buenas y se preocupan porque yo esté bien…


Hoy ya no quiero preguntarme “por qué”, si no “para qué”…

Seguir cuestionando la decisión que en un principio en mi mente y en mi corazón consideré correcta, no hará más que generar frustración por un tema que difícilmente podré cambiar. Es desacreditar mi juicio, es derrumbarme ante las adversidades, es dar pasos hacia atrás.

La nueva pregunta es “para qué”…

Pero la respuesta no la tengo, por eso es que estoy aquí. Me encuentro aquí y ahora en Reynosa, confiando en que el destino, la vida, Dios y el amor y la confianza en mi interior, me ayuden a descubrir el verdadero motivo que hizo que en algún momento todos los hilos se tejieran para que yo viniera a parar aquí.
Así que por si se lo preguntaban, aquí sigo, tratando de reaprender a dejar ir mi pasado quedándome con lo mejor y permitiendo que las cosas sucedan simplemente porque tienen que suceder. No sé cómo me irá, pero como dice mi casi siempre sabia madre: “que por lucha no quede”.


Con el enorme agradecimiento por leerme y el placer de haber regresado con ustedes, les prometo leernos pronto…

n Facebook, busca las páginas El diván de Elena  y da click en "Me gusta"

En Twitter, sigue a mi cuenta personal @elenasavalza

2 comentarios:

  1. No se quien eres y de antemano gracias por leer! Intentaré darle el mejor sentido a tu comentario! DTB!

    ResponderEliminar

Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?