Páginas

miércoles, 13 de junio de 2012

Después de la tormenta... Por Elena Savalza


Les confieso que tenía varios días intentando escribir sin poder conseguirlo. Tristemente, me percaté de cuánta práctica he perdido en la escritura de cosas “no-tan-serias” desde que tuve la oportunidad (gracias a este espacio) de escribir de manera profesional. Creo que en el momento que alguien me dijo que podía escribir columnas para un medio o artículos para una revista, olvidé mi antigua pasión por la escritura y ésta se convirtió en una obligación. Otros intereses han venido a ocupar lo que por más de un año había hecho por simple placer y se me olvidó que alguna vez, en mi perfil, me anunciaba como simple “escritora de clóset”. Caí en la cuenta de lo importante que resulta, de vez en cuando, volver a las bases y empezar de cero.


Y en ese proceso de “volver a empezar” y de contar los daños que dejó la tormenta y que ahora verifico otra vez en la calma, de pronto doy un vistazo a mi alrededor y observo cómo mi vida continuó, que los antiguos dolores ya no duelen, que las heridas cicatrizaron y que hasta las costras del sarcasmo que evitaban que las heridas (abiertas pero escondidas) sangraran, comienzan a caerse. Me doy cuenta de que la gente que me rodea también siguió sus caminos y que aquello que alguna vez me inquietó ahora es un simple recuerdo. Parece que pasó más tiempo, pero no; hace apenas unos días o unos meses del caos. Incluso puedo darme el lujo de reírme un poco y de agradecer a Dios que las cosas no hubiesen salido como yo quería. Ahora entiendo que de verdad Dios no te da siempre lo que quieres pero siempre está al pendiente de lo que necesitas y que cuando borra algo del libreto de tu vida es porque está a punto de sustituirlo por una trama mucho mejor. Vienen cosas nuevas, retos nuevos y personas nuevas también. La gente que estuvo ya no se extraña como antes y, en cambio, la gente que continúa conmigo es más valorada ahora que mi vida vuelve a retomar su curso.

Permanezco en silencio y me concentro sólo en escribir, sin más ruido que el de las teclas de la computadora y el de mis pensamientos. Entonces volteo y vuelvo a ver las mentiras de las que formé parte y trato de recordar el dolor y la confusión de aquellos momentos. Me doy cuenta que siguen allí, en el mismo lugar y que, aunque ya no soy partícipe de las mismas, sé que me marcarán por el resto de mi vida y que no habrá poder humano capaz de borrar los efectos secundarios.

Pero, habiéndome alejado emocionalmente de la escena, puedo ver las cosas con mayor claridad y entender que detrás de cada historia siempre existen dos versiones y que, definitivamente, a mí me tocó vivir la mejor. 


Alguien me preguntó hace unos días, a raíz de un sueño suyo, que si tuve un accidente. Sí, de alguna forma lo tuve. No resulté ilesa cómo hubiera querido, pero sé ahora que las heridas, por más profundas y dolorosas que resulten, pueden sanar.

Entonces entendí:

… Que en el amor, como en todos los aspectos de la vida, no puedes dar por sentada la perfección, porque mientras alguien cree que su historia de amor es perfecta y que no le falta nada, pudiera existir en algún otro lugar, alguna persona que se percate de todos aquellos aspectos que tú no estás dispuesta a ver, pero que no por negarlos dejan de ser reales. Siempre existe “tu verdad”, “mi verdad” y “la verdad”. Escucha las señales de alarma. Cuánto dolor y sufrimiento me pude haber ahorrado si tan sólo hubiera abierto mi mente, mi corazón y mis oídos a todas aquellas personas que en su momento trataron de avisarme que había peligro.

… Que mi peor enemigo fui yo misma, cuando por negligencia o por miedo me cerré a ver las cosas como son y elegí pintar el color rosa sobre el fondo negro. Por muy bonito que se vea, jamás será un rosa puro. Así que la sombra salió a la superficie, convirtiéndome en víctima de todos las promesas que admití cómo ciertas cuando en el fondo de toda mi lógica, sabía que no eran reales. En ese momento entendí que para vivir en un mundo color de rosa, tenía que haberme también comprado unos lentes a tono, que evitarían que viera el color verdadero cuando los disfraces y el maquillaje se cayeran. Estaría protegida detrás de mi cristal rosa, aunque el mundo real fuera más bien, como gris rata.

… Que pude haber destruido muchos cuentos de hadas maravillosos con tan solo pronunciar unas cuantas palabras llenas de verdad, sin embargo, el sembrar infelicidad y amargura a mi paso podría no haber sido mi ideal de vida. Lo mejor es dejar atrás y continuar mi camino, porque aunque en algún momento lo dudé, entiendo y compruebo que Dios se encarga y pone siempre las cosas en su sitio.

… Que a veces las cosas malas tardan en irse, pero se van. Al final, cuando ocupas tu tiempo y tu energía en rellenar espacios vacíos de forma constructiva, terminarás satisfecha contigo misma, pues habrás salido airosa de una batalla que en algún momento quizá dudaste en ganar.

… Que muchas veces, al ganar pierdes. Lo importante es no perder la lección. En todos los momentos, por difíciles y amargos que parezcan, siempre habrá un valioso aprendizaje qué rescatar.

… Que mientras más camino avances, más necesaria es la gente que te quiere, porque en determinado momento pueden mostrarte el sendero de regreso cuando sientas que comienzas a extraviarte.

… Que el hacer siempre lo que crees correcto y lo que te apasiona, genera su recompensa, mucho más allá de lo económico. No hay nada como voltear hacia atrás y recordar de dónde vienes, pero también, cuánto has avanzado.



Después de la tormenta la calma llega y el sol vuelve a brillar en todo su esplendor. Mantener una actitud positiva es muy fácil cuando las cosas salen bien, pero es vital cuando crees que todo va mal.

Es cuestión de fe… y a esta Princesa Guerrera, lo que le sobra es fe.

Con dedicatoria especial a dos lectoras que, aunque no tengo el honor de conocer en persona, el destino y este viaje por las letras las colocó en mi camino cibernético: Maru, en Colima y Ana, en Acapulco. Gracias por los mensajes inspiradores y las muestras de apoyo que he recibido de ambas.

Gracias por seguirme…

Todos los martes, mi columna “Desde mis ojos…”  en www.letrafria.com
En Facebook, dále “Me gusta” a la página Mujeres Adictas a los Monstruos
En Twitter, sigue a  @princesas_ind  y a mi cuenta personal @elenasavalza

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?