A pesar de no haber nacido aquí, me considero “hija adoptiva” de Manzanillo, por lo que me siento completamente responsable de colaborar, en la medida de mis posibilidades, con la recuperación de nuestro puerto.
Y una de esas posibilidades es este espacio, el cual, además de ayudarnos a erradicar Monstruos emocionales y sentimentales que nos aquejan a las mujeres de todos los estratos sociales, también se ha convertido en una plataforma para exponer algunas reflexiones, con la esperanza de promover en todos los lectores una cultura de cambio positivo y constructivo para tener una vida mejor en todos los aspectos.
Es por eso, que hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre la responsabilidad que, como sociedad y como mujeres, tenemos con el respeto a las normas.
El lunes pasado, pude (¡por fin!) tener una actividad laboral relativamente normal. La visita que tenía que realizar fue nada más y nada menos que a la Dirección de Desarrollo Urbano y Ecología del Ayuntamiento de Manzanillo.
Comencé a trabajar con una de las Encargadas del Departamento de Ecología, quien es la responsable de la emisión de los Dictámenes de Verificación Ambiental y los estudios de Impacto Ambiental.
En términos cristianos, lo que esta chica realiza es la gestión de trámites para que las empresas instaladas o que van a instalarse en el Puerto de Manzanillo acrediten que, el hecho de operar en nuestro Puerto, no impacta de forma negativa al medio ambiente o, en su defecto, que cuentan con una planeación basada en Desarrollo Sustentable que permitirá que, de alguna forma, puedan resarcir el daño generado al equilibrio ecológico.
Creo que ese concepto podemos entenderlo todos ¿o no?: “Madre Naturaleza: tú me das la oportunidad de trabajar y ganar dinero para vivir bien, pero yo, como ‘hijo agradecido’ que soy, te compenso el daño que te causo y así, podemos vivir en armonía todos”. Dicho en otras palabras, se trata de generar una relación “ganar-ganar” con nuestro medio ambiente.
¡Sí! ¡Ya sé! Todos ustedes estarán diciendo: “Ok, Elena… Pero, y eso… ¿qué demonios tiene que ver con Monstruos, Príncipes, Princesas, Sapos, Ranas, Hadas y demás especímenes descritos en este blog?”… ¡Tranquilos! Les prometo que no enloquecí, hay un punto que abordaré en un momento…
Pues bien, después de haber visto con mis propios ojos y sentido con mis propios pies los terribles estragos que dejó el Huracán Jova en esta zona, los cuales tuvieron como común denominador que el agua de los ríos “retomó” su cauce normal, arrastrando con todo lo que encontrara a su paso y llevándose, incluso, algunas construcciones e invadiendo otras con fango; después de estar toda la mañana trabajando en el Departamento de Ecología y, por la tarde, escuchar por la radio a mi amiga Fernanda Rétiz (www.turquesa.fm a las 5 pm, de lunes a viernes), que el mismo lunes nos hablaba en su programa sobre el control y manejo de la basura y cómo fue que (con mucho) la negligencia con la que hemos tomado este tema originó que se taparan alcantarillas y contribuyera al problema de inundación que vivimos, me quedo con la siguiente reflexión:
Las leyes, normas y reglamentos existen por algo. Cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, contamos con una escala de valores que rigen nuestro actuar durante toda nuestra vida. Dicha escala de valores puede ir cambiando, muchas veces debido a las circunstancias de nuestro entorno, pero en esencia, siempre conservaremos nuestros principios básicos y nuestro propio concepto de lo que es correcto o incorrecto, sometiéndonos al peor de los juicios cuando los infringimos: el de nuestra propia conciencia.
De la misma forma, nuestra sociedad tiene ciertos parámetros que aplican en todas las áreas de nuestra vida, que al final derivan en leyes, reglamentos y normas.
A veces creemos que todas estas regulaciones son solamente trámites burocráticos que entorpecen nuestras actividades… y la verdad, es que en muchas ocasiones, esto es completamente cierto.
Pero lo que también es cierto, es que todas las leyes tienen su razón de ser. Falta pulirlas, sí. Falta también difundirlas y trabajar muchísimo con nuestros funcionarios públicos para que entiendan que están donde están para servir a la sociedad, como lo estamos todos, y no porque ellos tengan “el poder”, porque ese “poder” se los damos quienes votamos por ellos.
Todos somos parte de un sistema que, aunque sabemos que tiene sus fallas y que siempre es susceptible de mejorar, la principal falla está en quienes lo operamos y en quienes no hacemos nada porque las cosas cambien y nos la pasamos quejándonos de vivir en un país de “tercer mundo”.
Te invito con esta nota a que, la próxima vez que te veas tentado a tirar la basura en la calle, la próxima vez que quieras ofrecer una “mordida” para saltarte un trámite o incurrir en cualquier acto de corrupción, pienses en la gente que perdió sus pertenencias en cualquier desastre natural, en la que es víctima de inundaciones por asentarse irregularmente en el cauce de los ríos o porque se obstruyó el drenaje por exceso de basura. En toda esa gente que creyó que “no pasaba nada” y al final, se convirtió en víctima de nuestra propia negligencia como sociedad.
Si en algún momento crees que una sola acción aislada no suma y que tus esfuerzos no sirven de nada porque todos los demás siguen haciendo lo mismo, recuerda una frase que les aprendí a los Grupos de Familia Al-Anon:
“Que empiece por mí”
Asume la responsabilidad que tienes con tu entorno y erradica de tu vida, de una vez por todas, el Monstruo de la Negligencia y de la Apatía.
Aprovechando el foro, quiero compartir con ustedes algo que personalmente me da muchísimo gusto: a partir de esta semana, comienzo a colaborar con el sitio web http://www.manzanilloxport.com por lo cual quiero agradecer la confianza de Alejandro Gómez para con una servidora, en este nuevo proyecto. Los invito a que nos sigan tanto en Facebook como en Twitter, buscando manzanilloxport.com
¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!
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