Páginas

lunes, 24 de octubre de 2011

Respeto por las Normas: Responsabilidad Compartida... Por Elena Savalza

Después de haber vivido los estragos del Huracán Jova, Manzanillo lucha por regresar a la “normalidad”, trabajando juntos gobierno y sociedad  (soné a lema de campaña, pero es así).

A pesar de no haber nacido aquí, me considero “hija adoptiva” de Manzanillo, por lo que me siento completamente responsable de colaborar,  en la medida de mis posibilidades, con la recuperación de nuestro puerto.

Y una de esas posibilidades es este espacio, el cual, además de ayudarnos a erradicar Monstruos emocionales y sentimentales que nos aquejan a las mujeres de todos los estratos sociales, también se ha convertido en una plataforma para exponer algunas reflexiones, con la esperanza de promover en todos los lectores una cultura de cambio positivo y constructivo para tener una vida mejor en todos los aspectos.

Es por eso, que hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre la responsabilidad que, como sociedad y como mujeres, tenemos con el respeto a las normas.

El lunes pasado, pude (¡por fin!) tener una actividad laboral relativamente normal. La visita que tenía que realizar fue nada más y nada menos que a la Dirección de Desarrollo Urbano y Ecología del Ayuntamiento de Manzanillo.

Comencé a trabajar con una de las Encargadas del Departamento de Ecología, quien es la responsable de la emisión de los Dictámenes de Verificación Ambiental y los estudios de Impacto Ambiental.


En términos cristianos, lo que esta chica realiza es la gestión de trámites para que las empresas instaladas o que van a instalarse en el Puerto de Manzanillo acrediten que, el hecho de operar en nuestro Puerto, no impacta de forma negativa al medio ambiente o, en su defecto, que cuentan con una planeación basada en Desarrollo Sustentable que permitirá que, de alguna forma, puedan resarcir el daño generado al equilibrio ecológico.

Creo que ese concepto podemos entenderlo todos ¿o no?: “Madre Naturaleza: tú me das la oportunidad de trabajar y ganar dinero para vivir bien, pero yo, como ‘hijo agradecido’ que soy, te compenso el daño que te causo y así, podemos vivir en armonía todos”. Dicho en otras palabras, se trata de generar una relación “ganar-ganar” con nuestro medio ambiente.

 ¡Sí! ¡Ya sé! Todos ustedes estarán diciendo: “Ok, Elena… Pero, y eso… ¿qué demonios tiene que ver con Monstruos, Príncipes, Princesas, Sapos, Ranas, Hadas y demás especímenes descritos en este blog?”… ¡Tranquilos! Les prometo que no enloquecí, hay un punto que abordaré en un momento…

Pues bien, después de haber visto con mis propios ojos y sentido con mis propios pies los terribles estragos que dejó el Huracán Jova en esta zona, los cuales tuvieron como común denominador que el agua de los ríos “retomó” su cauce normal, arrastrando con todo lo que encontrara a su paso y llevándose, incluso, algunas construcciones e invadiendo otras con fango; después de estar toda la mañana trabajando en el Departamento de Ecología y, por la tarde, escuchar por la radio a mi amiga Fernanda Rétiz (www.turquesa.fm a las 5 pm, de lunes a viernes), que el mismo lunes nos hablaba en su programa sobre el control y manejo de la basura y cómo fue que (con mucho) la negligencia con la que hemos tomado este tema originó que se taparan alcantarillas y contribuyera al problema de inundación que vivimos, me quedo con la siguiente reflexión:

Las leyes, normas y reglamentos existen por algo. Cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, contamos con una escala de valores que rigen nuestro actuar durante toda nuestra vida. Dicha escala de valores puede ir cambiando, muchas veces debido a las circunstancias de nuestro entorno, pero en esencia, siempre conservaremos nuestros principios básicos y nuestro propio concepto de lo que es correcto o incorrecto, sometiéndonos al peor de los juicios cuando los infringimos: el de nuestra propia conciencia.


De la misma forma, nuestra sociedad tiene ciertos parámetros que aplican en todas las áreas de nuestra vida, que al final derivan en leyes, reglamentos y normas.

A veces creemos que todas estas regulaciones son solamente trámites burocráticos que entorpecen nuestras actividades… y la verdad, es que en muchas ocasiones, esto es completamente cierto.

Pero lo que también es cierto, es que todas las leyes tienen su razón de ser. Falta pulirlas, sí. Falta también difundirlas y trabajar muchísimo con nuestros funcionarios públicos para que entiendan que están donde están para servir a la sociedad, como lo estamos todos, y no porque ellos tengan “el poder”, porque ese “poder” se los damos quienes votamos por ellos.

Todos somos parte de un sistema que, aunque sabemos que tiene sus fallas y que siempre es susceptible de mejorar, la principal falla está en quienes lo operamos y en quienes no hacemos nada porque las cosas cambien y nos la pasamos quejándonos de vivir en un país de “tercer mundo”.

Te invito con esta nota a que, la próxima vez que te veas tentado a tirar la basura en la calle, la próxima vez que quieras ofrecer una “mordida” para saltarte un trámite o incurrir en cualquier acto de corrupción, pienses en la gente que perdió sus pertenencias en cualquier desastre natural, en la que es víctima de inundaciones por asentarse irregularmente en el cauce de los ríos o porque se obstruyó el drenaje por exceso de basura. En toda esa gente que creyó que “no pasaba nada” y al final, se convirtió en víctima de nuestra propia negligencia como sociedad.

Si en algún momento crees que una sola acción aislada no suma y que tus esfuerzos no sirven de nada porque todos los demás siguen haciendo lo mismo, recuerda una frase que les aprendí a los Grupos de Familia Al-Anon:

“Que empiece por mí”

Asume la responsabilidad que tienes con tu entorno y erradica de tu vida, de una vez por todas, el Monstruo de la Negligencia y de la Apatía.

Aprovechando el foro, quiero compartir con ustedes algo que personalmente me da muchísimo gusto: a partir de esta semana, comienzo a colaborar con el sitio web http://www.manzanilloxport.com por lo cual quiero agradecer la confianza de Alejandro Gómez para con una servidora, en este nuevo proyecto. Los invito a que nos sigan tanto en Facebook como en Twitter, buscando manzanilloxport.com

¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!

Ahora más cerca de ti:
En Facebook, busca a Mujeres Adictas a los Monstruos y da click en "Me gusta"
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza

martes, 18 de octubre de 2011

El poder de elegir... Por Elena Savalza

El 17 de Octubre de 1953 se publicó, en el Diario Oficial de la Federación, la reforma al Artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la cual se reconocía a la mujer mexicana como “ciudadano”, con todos los derechos y obligaciones que esto implica, entre los cuáles se encontraba, también, el Derecho al Voto Electoral.

Demasiadas chicas como nosotras, lucharon desde siempre para conseguir la tan anhelada equidad y el reconocimiento de nuestros derechos.

De ninguna forma, la intención de esta nota es generar la típica polémica sobre si son mejores los HOMBRES o las MUJERES. Para ser sincera, encuentro mucho más sentido en debatir quién ganará el Clásico de Clásicos en el futbol mexicano, Chivas Vs. América, que formar parte de la famosísima y trillada “Guerra de Sexos”.

Mucho se habla de la discriminación que sufrimos las mujeres en muchísimos aspectos, incluyendo el laboral o el sexual. No voy a negar que, en algunas ocasiones, he visto a mujeres cercanas a mi sentirse relegadas por su condición de MUJER, pero si volteas a tu alrededor te darás cuenta que cada vez esta situación es menos común.



En alguna entrada anterior, mencioné que muchas veces ni siquiera necesitábamos ser discriminadas o relegadas por los hombres, sino que, entre nosotras mismas, somos las que nos “metemos el pie” una a la otra.
(Ver entrada http://mujeresymonstruos.blogspot.com/2011/06/monstruo-6-no-me-odies-por-ser-bonita.html )


Sin embargo, hoy me preocupa algo muy distinto y te quiero hacer una pregunta directa:

¿Te has discriminado TÚ  MISMA por ser mujer?

¡Sí, ya sé! Seguramente estarás pensando que me volví loca y que tú serías “incapaz” de discriminarte por ser mujer, porque eres hermosa, maravillosa, todopoderosa y todos los adjetivos calificativos que terminan en “osa” y te hacen sentir como una verdadera Diosa.

Pero… ¿qué crees? Muchas veces, lo hacemos de forma inconsciente y en apariencia, inofensiva. Te voy a citar tres ejemplos muy claros, que me tocó vivir de cerca:

1.        A mi hermana Isabel, la menor, mis papás y hermanos le dijeron durante toda su vida que estudiara una profesión “para mujeres”, mientras mi papá añoraba tener un hijo Ingeniero. Hoy por hoy, mi papá tiene un Ingeniero en la familia: la “Ingeniero Chabelita” que tiene unos hermosos ojos cafés, un largo y ondulado cabello negro y cuerpo de eterna jovencita quien, entre semana, cambia sus hermosos tacones por botas con casquillo. Su “Ingeniero”, trabaja en una de las empresas cementeras más importantes de México, codo a codo, con sus congéneres masculinos y, aunque es la única mujer en su área, está feliz. Si Isa se hubiera comprado eso de “porque soy mujer, no puedo”, si jamás se hubiera atrevido a quitarse el disfraz de princesita para calzarse unas botas de trabajo y un casco, probablemente tendría las manos más bonitas, pero su espíritu se lo habría reclamado.

2.       Cuando estudié la universidad, compartía casa con dos de mis primas, hijas de un hermano de mi papá. Mi mamá vivía constantemente angustiada porque en nuestra casa no había nadie “de respeto”, es decir ¡no había ningún hombre! Aún recuerdo la primera vez que me lo dijo: casi me quito el apellido materno. De alguna forma, su comentario insinuaba que, por ser mujeres, ni mis primas ni yo éramos dignas de “respeto” o que carecíamos de valor por no contar con un hombre que “viera por nosotras”. La realidad ahora, es que esa primera experiencia con la responsabilidad que implica el independizarse del cobijo de mi familia, formó mi carácter de una forma tremenda. Contrario a lo que muchas puedan pensar, el vivir sola y el “no tener un hombre que vea por mí”, jamás ha limitado mi calidad de vida. Sé que si requiero un mecánico, electricista, jardinero, plomero, albañil, etc., siempre podré recurrir a mi vecino que, por una justa remuneración, se encargará de todas esas cosas. Por lo demás, la soltería es “pan comido”.

3.       La semana pasada, mientras recorríamos la zona de desastre en la que se convirtió parte de nuestra colonia por causa de los estragos de Jova, una amiga de mi hermana Marina se atrevió a decir que, como nosotras éramos mujeres, no podíamos hacer nada para ayudar a la gente que estaba padeciendo las consecuencias de vivir en el cauce del río. Ella se refería, al trabajo físico y al esfuerzo que implica tomar una pala, clavarla en el lodo, recogerlo y sacarlo a la calle. No niego que es un trabajo muy cansado y, que mientras yo daba un “palazo”, mis compañeros hombres daban tres, pero eso no significa que mi esfuerzo valiera menos que el de ellos y que no pudiera contribuir. Sencillamente, teníamos determinación de ayudar y encontramos la forma: Marina organizó un mini centro de acopio y se adhirió a un programa promovido por el Párroco de su colonia, llamado “Adopta una Familia”. Hoy está utilizando su liderazgo para convocar a más gente que se sume a ayudar y, en lugar de una pala, Marina tiene los datos de muchos voluntarios que ya están organizados para apoyar a la gente que los requiere, además de colectar ropa para quienes perdieron todo. (Comercial: si alguien requiere mayor información de este programa, avísenme).

Historias como estas las vemos todos los días. Algunas, terminan con éxito; otras, terminan en el “qué hubiera pasado si me hubiera atrevido”. Sin embargo, la conclusión es la misma: si dentro de toda nuestra historia ha habido mujeres que se han atrevido a luchar al lado de los hombres por su reconocimiento y su lugar en la sociedad y si, gracias a ellas, las chicas de ahora gozamos de muchas más libertades y capacidad de decidir, depende de mí y solamente de mí el tomar ese poder que por el hecho de ser humanos, hombres o mujeres, ya tenemos.

Cuando dudas de tu capacidad, cuando desistes de tus sueños, cuando dejas de luchar por lo que quieres, estás discriminando tu poder.


El éxito da más miedo que el fracaso. Sencillamente, nos preparan siempre para fracasar y tenemos una lista enorme de excusas que “justificaran” un mal resultado, por lo cual sabemos que no seremos tan duramente juzgados. Pero no nos dicen cómo manejar el éxito, así que es normal que nos asuste. Además, la crítica y la presión social siempre son tremendas con la gente que triunfa.

Sin embargo, la invitación que te quiero hacer a ti mujer, que hoy me estás leyendo, es que no tengas miedo a utilizar todo el poder que tienes para hacer cosas grandes por ti y por tu entorno.

No busques excusas para no ser lo que quieres ser, hacer lo que quieras hacer (con responsabilidad y respeto a los demás, obvio), ni vivir como quieres vivir.

Ser mujer, debe ser para todas, motivo de orgullo. Ser mujer, debe ser un aliciente para imponerte retos. Ser mujer, es ejercer también ese derecho que hace 58 años nos dieron: ELEGIR.

No todo en nuestro destino está escrito. Dios nos da el argumento, pero nosotros escribimos el guión.

Hoy tú puedes ELEGIR cómo quieres que se escriba la historia de tu vida…

El poder ya lo tienes, sólo te falta tomarlo…

¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!
Ahora más cerca de ti:

Facebook: Dále "Like" a nuestra Fan Page http://es-es.facebook.com/pages/Mujeres-Adictas-a-los-Monstruos/206255436076697

Twitter: Sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza

sábado, 15 de octubre de 2011

Después del Huracán... Por Elena Savalza

Muchas veces he dicho lo afortunada que soy y lo consentida que me tiene Dios. Sin embargo, nunca como en estos días he estado tan convencida de eso.

En mis casi 30 años de vida me ha tocado ver infinidad de cosas, pero nunca había estado ni remotamente cerca de ver la furia de la naturaleza a tan pocos metros de distancia.

Como todos saben, el Huracán “Jova” tocó tierra la madrugada del pasado miércoles en la región Costalegre del estado de Jalisco, para ser precisos, entre Careyes y Chamela.

Para quienes no conocen, les diré que la región Costalegre es una de las zonas más bonitas que tiene el estado de Jalisco y me atrevo a decir, que también se encuentran allí unas de las playas más hermosas que tiene México.

Desde la semana pasada, todos los pronósticos apuntaban a que “Jova” tocaría tierra entre Manzanillo y Cihuatlán, en los límites entre Jalisco y Colima. De última hora desvió su trayectoria hacia nor-noroeste y fue así, como apuntó a esta región de la Costalegre.

Desde el lunes preparé mi casa, clavé con madera las ventanas y me fui a resguardar junto con Marina, mi hermana, y con mi sobrino, a casa de ella, puesto que se encuentra en una zona un poco más alta que la mía y menos susceptible a inundaciones.

Por varias horas, me tocó ver cómo la fuerza del viento tumbaba anuncios, destrozaba una ventana casi encima de mi hermana, tiraba árboles y dejaba un terrible zumbido que hacía crujir hasta nuestros huesos.

Fue una noche larga la del martes para amanecer miércoles. Casi no pudimos dormir y mi hermana entre lágrimas, no podía hablar de otra cosa que no fuera de la fuerza del viento, mientras mi sobrino decía: “Diosito: ¡que ya se quite el huracán!”

Yo trataba de mantener la calma y evitar que los nervios de mi hermana me contagiaran, pero estaba muerta de miedo: nunca había visto ningún fenómeno natural tan impresionante y con tanta fuerza como “Jova”. Verdaderamente, me sentí “chiquita” ante la imponente fuerza del fenómeno que estaba presenciando.

Me salí de la casa de mi hermana el miércoles, en cuanto dejó de llover, a hacer un recorrido alrededor de la casa de mi hermana, con la intención de pasar hacia mí casa: no pude.

Toda la Avenida Elías Zamora Verduzco, desde el cruce con “El Manguito” y hasta la Avenida Paseo de las Garzas, estaba convertida en un río. A lo lejos se veía gente tratando de salir, mientras el agua les llegaba por arriba de las rodillas.

Me regresé a casa de mi hermana, mientras esperaba que se restableciera el servicio eléctrico, la telefonía, el internet y el agua potable. Estaba angustiada por mi casa, pero los bienes materiales no importaban mientras nosotros estuviéramos sanos y completos. Dentro de todo, estábamos bien.


Los noticieros nacionales solamente transmitían desde Melaque y Barra de Navidad, en Jalisco, pero no decían mucho de la situación de Manzanillo. Sabíamos que había carreteras colapsadas, puentes averiados, casas caídas, pero no sabíamos mucho más.

El jueves por la mañana, volví a salir para intentar llegar a mi casa. Tuve que rodear hacia el Auditorio “Manuel Bonilla Valle”, tomar hacia “Las Brisas” y seguir por el Boulevard Miguel de la Madrid Hurtado hacia la Avenida Paseo de las Garzas para poder entrar a mi casa. Era la ruta más larga, pero la única posible.

Desde el coche veíamos todos los destrozos que había dejado el huracán, pero también, cómo la gente trataba poco a poco de regresar a la normalidad.

Di Gracias a Dios al comprobar que a mi casa no le había pasado absolutamente nada y que por mi calle todo se veía en calma. Pero a unas cuántas calles, las cosas eran muy distintas.

En la radio local, un conductor de noticias hacía un llamado a la población para ayudar a la gente en el Barrio IV. Conseguimos una pala y fuimos a ver qué podíamos hacer por las amigas de mi hermana que viven por allí.

La situación fue horrible. No pudimos entrar en coche y tuvimos que meternos caminando. El fango nos llegaba casi a la rodilla. En todas las casas, veíamos gente luchando por rescatar un poco de sus pertenencias. Había familias completas a las que el lodo las había dejado sin nada.

Mascotas muertas, muebles, autos atorados hasta más arriba de las llantas. Me impresionó mucho ver cómo en una casa estaba una bicicleta de montaña hundida por completo en el fango, al punto de que solo se alcanzaban a ver los manubrios: era la casa de una de las amigas de mi hermana que, por fortuna, pudo salir a tiempo. En otra casa, se veía cómo el nivel del agua había llegado hasta un metro y así, en la calle, las historias de terror seguían.

La gente nos decía que la noche del huracán, el personal de Protección Civil desalojó la zona y todos fueron llevados a albergues. Fue una fortuna que pudieran desalojar a tiempo, porque la fuerza del agua arrasó, incluso, con casas habitación construidas irresponsablemente sobre el cauce del río.

Cuando preguntábamos en qué podíamos ayudar, el clamor popular era el mismo: “queremos palas para limpiar nuestras casas, necesitamos también ropa y enceres domésticos, porque el huracán se llevó todo”.

El embate de “Jova” no nos perdonó y hoy Manzanillo ve los estragos de la devastación.

La carretera que nos comunica con la capital del estado y con Guadalajara quedó parcialmente dañada y la circulación es deficiente.

Pero también estábamos incomunicados con la Costalegre de Jalisco e incluso, con algunas comunidades de la cabecera municipal como Chandiablo, Camotlán, Chavarín y otras que no mencionan los medios, pero que lo más probable es que no la estén pasando nada bien.

Sé que nuestras autoridades y la comunidad portuaria están haciendo enormes esfuerzos porque Manzanillo se recupere lo más pronto posible de esto. También sé que los manzanillenses estamos de pie y que pronto Jova será solamente un recuerdo, una estadística.

Pero también sé, que anoche hubo familias durmiendo en albergues y que hay quienes se quedaron sin nada.

Y con lo afortunada que soy por haber salido bien librada de esta situación y que mi familia esté bien y nuestras casas estén limpias y de pie, no puedo menos que darle Gracias a Dios por habernos mantenido a salvo, pero también, aprovecho este medio para pedirles a ustedes que nos leen, que volteen a ver a Manzanillo hoy y que me ayuden a ayudar a toda esta gente que perdió todo, no solamente aquí, sino también en toda la región Costalegre y Costa Sur del estado de Jalisco y en otras comunidades del estado de Colima que igual sufrieron la devastación.

Si alguno de ustedes tiene la intención de ayudar, pónganse en contacto con la Cruz Roja o con el DIF de sus localidades para que, a través de ellos, puedan dar su donativo en especie de alimentos no perecederos, granos, pastas, alimentos instantáneos, artículos de aseo personal, medicamentos no caducos, ropa y enceres domésticos en buen estado.

Recuerden que hoy, en Jalisco y en Colima, hay muchas familias que necesitan de su ayuda y solidaridad.

¡De antemano,  muchísimas gracias por su apoyo y nos seguimos leyendo!

 Ahora más cerca de ti:
En Facebook, busca la página Mujeres Adictas a los Monstruos y da click en "Me gusta"
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza


jueves, 6 de octubre de 2011

"Cerrado por Remodelación"... Por Elena Savalza

Hace unos días, cuando regresábamos del cine después de ver “Loco y Estúpido Amor”, con Ámbar y Ricardo (por cierto, muy recomendable… Se reirán horrores si la ven), le comentaba a Ámbar que estaba pasando por una especie de “sequía lingüística” de esas que me dan muy seguido, sobre todo cuando tengo muchas cosas en las cuales pensar.

Pero, como buena escritora aficionada, sé que la mejor forma de comenzar es con la primera línea y lo demás fluirá solo, así que veamos qué sale…

Estoy comiendo hoy en el Simplemente Deli de Colima, después de una mañana de trabajo no muy productiva y pensando en el montón de cosas que podría estar haciendo si me hubiera quedado en Manzanillo y de las cuales desde acá no me puedo ocupar.

De pronto me pongo a observar los andamios de los chicos que están en la parte de afuera haciendo arreglos a la fachada del lugar y, entre tweet y tweet, me dan ganas de escribir.

Viendo a los albañiles, recuerdo la infinidad de veces que he visto cómo de pronto, en algún local, cuando hay gente trabajando en la construcción, aparecen letreros o cintas diciendo algo como esto:

“Precaución: Cerrado por Remodelación”

Pues ayer, me pasó algo así…

Resulta que un chico me hizo una pregunta que no estoy acostumbrada a responder:

¿Qué dice el amor para Elena ahora?

Normalmente me caracteriza una bien entrenada elocuencia, a fuerza de tanto escribir, no solamente entradas para el blog, sino también en mi trabajo habitual como Consultor, Instructor o Auditor.

Sin embargo, a pesar de estar acostumbrada a que la gente me lea y me escuche y de igual forma, a leer y a escuchar tanto como puedo absorber para aprender, muy pocas veces me detengo a escuchar con todos los sentidos a mi corazón y mucho menos, al amor.

Sé cuándo duele, porque normalmente lloro. Pero… ¿de verdad lo escucho?

Ayer contesté lo primero que vino a mi mente, cuando este chico me preguntó qué decía el amor para mí. Le dije que por el momento no me hablaba, porque estaba demasiado ocupado dándole tiempo al trabajo, que requería muchísimo más de mi energía y mi concentración que el amor, el cual pasaba, por el momento ,a segundo término.

Me dijo que, probablemente, el amor me estuviera hablando, pero que quizá yo no le estaba dando la continuidad y el seguimiento que necesitaba. Y lo sé, absolutamente nada en esta vida se logra sin seguimiento…

Siguiendo con mi coraza de autodefensa, le dije que el único “proyecto inconcluso” en cuestión de amor, que tenía en este momento, ya no era rentable ni factible, por lo cual ya tenía que pasar desde hace tiempo al archivo muerto, aunque insistiera en levantar la voz dentro de mi corazón.

Pero de verdad… ¿sólo eso me dice el amor?

Hace un momento, de improviso, como muchas veces nos habla,  al ver a los albañiles trabajando, encontré la respuesta:

Muchas veces tratamos de “cerrar el corazón” por someterlo a un proceso de “remodelación”, del cual no tenemos muchas veces un “plano asertivo”, por lo cual sucede también que en la mayor parte de las ocasiones esa remodelación nunca termine.

Entonces, el corazón permanece indefinidamente “cerrado por remodelación”… sin tener fecha de reapertura.

Sin embargo, para que el corazón pueda ser “habitado” por el amor, debe tener ciertas condiciones de seguridad y comodidad. Así como nosotros no podríamos vivir en una casa en ruinas o eternamente en construcción por temor a que se nos viniera encima, tampoco el amor puede habitar en un corazón que no está listo.

Y el mío, desde hace mucho tiempo, se encuentra “cerrado por remodelación”… solamente que esta remodelación, ya duró más tiempo de lo previsto, porque ni siquiera tenía un plan para ello (y no lo tengo ahora), pero más aún, porque ni siquiera me había atrevido a reconocerlo, hasta que mi amigo me encaró con esta pregunta.

Y bueno… aunque mi corazón siga teniendo cintas de “precaución” y siga habiendo andamios por todas partes, mi propósito hoy es que, en algún momento, estará listo para una reapertura.

Muchas veces el cerrar el corazón pudiera ser lo más seguro sobre todo cuando nos ha ocurrido un "desastre", sin embargo, un corazón permanentemente en “obra negra” termina por abandonarse.

Debemos aprender, que cada día la vida, el tiempo, la gente o nosotros mismos, provocamos ciertas fisuras o desperfectos en nuestro corazón, eso es inevitable: todo se deteriora por el uso, pero también, por el des-uso. Un corazón sin usarse, termina por ser una propiedad en ruinas, que nadie quiere ni puede habitar.

Lo más importante, es que cada una de esas fisuras puede tener arreglo, todo es cuestión de querer…

Así que, si tú como yo, tienes puesto en tu corazón un letrero de “Precaución: Cerrado por Remodelación”, te invito a que de una vez por todas, comiences la reconstrucción y por fin, te decidas a habitarlo de nuevo.

¡Nos leemos pronto y muchas gracias por seguirnos!

Ahora más cerca de ti:

En Facebook, busca la página "Mujeres Adictas a los Monstruos" y dále "Like"
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza

lunes, 3 de octubre de 2011

Sobre Ruedas... Por Elena Savalza


Se llama Marcelina. De aproximadamente 40 años o quizá menos… pero el trabajo duro y el sol a plomo que cae en Manzanillo, maltrata la piel cuando no tienes la disciplina (o los recursos) para usar costosas cremas que te ayudan a cuidarla. Como mujer, me resulta inconcebible que alguna de mis congéneres pudiera perder el sentido de la vanidad, pero yo en su lugar, quizá también la perdería.

Me dijo que había solamente 5 mujeres en Manzanillo que se dedicaban a lo mismo que ella: taxista. “Pero además, elaboro postres y pasteles sobre pedido y hago arreglos de ropa, desde zurcidos, bastillas y botones hasta cierres, incluso de pantalón de mezclilla”, decía, “algo tengo qué hacer, pero mis hijos no se van a morir de hambre, ni dejarán de ir a la escuela porque yo no tenga marido”.

Me platicaba de sus 3 hijos y de cómo el papá de ellos la dejó cuando eran pequeños, sin que volviera a saber de él. También me decía que ella no había podido terminar la secundaria, porque desde pequeña tuvo que trabajar.

Me preguntó que si tenía prisa y que si podía llegar a dejar unas tortillas que “traía paseando en el carro”, porque su hermano las estaba esperando para una taquiza que debía entregar: de eso vivía.

Yo le contesté que no... Aunque la hubiera tenido ¿cómo iba a perderme de seguir escuchando a aquella mujer que, en unos minutos, me estaba enseñando tanto?

No cabe duda que “cuando el alumno está listo, el maestro aparece”. Así apareció Marcelina ese día, haciéndome comprender muchas cosas de mi vida misma, pero sobre todo, abofeteándome la consciencia con una pregunta:

¿De qué te quejas?

Si mientras tú te preocupas por comprarte una blusa o un vestido, ella se preocupa por comprarle los útiles escolares a sus hijos.

Mientras tú te preocupas por la bolsa o los zapatos para ti, ella se preocupa por los uniformes para que vayan a la escuela.

Mientras tú sales de antro, ella sale a trabajar para llevar comida y dinero a casa.

Mientras tú sólo te ocupas de ti, ella antepone su preocupación por tres personas que siempre serán prioridad sobre ella: sus hijos.

Mientras tú te desvelas porque quieres, ella se desvela trabajando o cuidando a sus hijos cuando enferman.

Dios me dio la maravillosa oportunidad de concluir una carrera universitaria, de tomar distintos cursos, de adquirir experiencia laboral, de viajar, de conocer gente… y ahora, de dedicarme a dos de mis grandes pasiones: la consultoría y la escritura.

A mis 29 años, sé desde hace mucho tiempo lo que es tener total independencia económica y puedo pensar, de pronto, hasta en uno que otro lujito.

En cambio, Marcelina se olvida de toda esta superficialidad y trabaja en su taxi, exponiéndose a cualquier tipo de riesgo que ya de por sí, aquejaría a cualquier taxista, pero acrecentado por su condición de mujer.

Y me voltea a ver con una sonrisa orgullosa, diciéndome que todo vale la pena si con eso logra darles a sus hijos una mejor vida. Con un rostro bañado en sudor y una piel manchada por el sol, que jamás ha conocido un facial con micro dermoabrasión, pero más bella que ninguna porque su belleza radica en la satisfacción de dar vida, guiar, educar, proteger y querer a tres seres que nacieron de ella.

Hoy quiero, a través de esta pequeña nota, agradecer a Dios por la vida de todas estas mujeres que a diario se esfuerzan más allá de lo que la mayoría de los mortales consideramos humanamente posible, por formar seres humanos de bien y educarlos de una manera digna.

Son estas mujeres: mamás y trabajadoras, las que hacen que nuestra vida marche “sobre ruedas”…

¡A todas ustedes, muchísimas gracias y felicidades!

Ahora más cerca de ustedes:

En Facebook, busca la página Mujeres Adictas a los Monstruos y da click en "Me gusta"
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza