viernes, 23 de septiembre de 2011

"Derecho de Admisión"... Por Elena Savalza

Amo Manzanillo, sin duda. Ese Manzanillo que rompe con todos los pronósticos y que se niega a admitir a “Hilary” por mucho que los reportes meteorológicos digan que a esta hora, debería estar lloviendo, con alto oleaje y con fuertes ráfagas de viento.

Hoy tengo que tomar como sede el VIPS, porque no me da tiempo de comer en casa (de preparar, sobre todo) y porque, además, muero de ganas de unas crepas. Así que en este caso, la falta de tiempo es un pretexto que decido usar a mi favor.

Mientras espero que me tomen mi orden, aprovecho la tranquilidad que todavía se siente en este pasillo del restaurante, para escribir todas las cosas que traigo en la cabeza desde anoche y parte de la mañana de hoy.

Desde que escribo en este blog, me han pasado cosas padrísimas. Me he liberado de miedos (Monstruos), he expresado mis ideas, conocido gente fabulosa y mi cuenta de amigos en Facebook y seguidores en Twitter, ha crecido infinitamente, lo que me ha permitido conocer muchísimas más ideas y opiniones que han enriquecido mi forma de pensar.

Sin embargo, hoy quiero platicarles de la lección más importante que he aprendido a través de la escritura como forma de poner en orden mis ideas y sentimientos, sobre nuestro tema favorito, el amor:

“El corazón no se reserva el derecho de admisión”

¿Cómo llegué a esta conclusión? Muy sencillo:

Anoche pase un muy buen momento con el chico que mi corazón reconoce como “equivocado”, pero que actualmente, mi cuerpo encuentra bastante “adecuado” (¡Ups!... ¿Lo dije?).

Hoy por la mañana, a pesar de la resistencia a levantarme debido a la enorme desvelada que sentía (por obvias razones), no pude menos que disfrutar enormemente la conversación con uno de los chicos más interesantes que he conocido recientemente y al cual, mi cerebro podría reconocer como “el adecuado”, a pesar de que si le pregunto a mi corazón o a mi cuerpo, lo reconocerían como “el equivocado” (No me pregunten por qué, pero así funciona).

Y entonces, con el grato sabor de boca por las ideas compartidas con este chico que verdaderamente me pone a pensar y que reta a mi cerebro a ponerse a su nivel; y, con los recuerdos de los besos y caricias compartidas con el que anoche me hacía recordar la diferencia biológica básica entre “niño” y “niña”, volteo con mi corazón y le pregunto con la mayor sinceridad que puedo, al fin que sé que con él no puedo andarme por las ramas: “¿Tú qué opinas?”

Y el corazón opinó: pero su respuesta, ya la conozco y ya la podrán adivinar…

Muchas veces el corazón ama a quien menos méritos ha hecho para “conseguir el favor de nuestro amor" (¿Leíste Ámbar?), dicho con todo sarcasmo, pues creo que el amor no se condiciona, se da o no se da.

Sin embargo, el amar a una persona no implica necesariamente que puedas construir una relación duradera y satisfactoria con ella. A veces, simplemente ésta no es “factible” por distintos factores que nada tienen que ver con el amor o la falta de.

Lo que sí tenemos que tener en claro, es que construir una relación es cosa de dos y que siempre es importante establecer para nosotros mismos qué es lo que queremos para una relación de pareja, qué es lo que no queremos y que estamos dispuestos a aportar (y en ocasiones, sacrificar y ceder) para que ésta se desenvuelva de manera exitosa.

Es muy importante el amor en una relación de pareja, sin embargo, al darle paso a la razón, también debemos de tener en cuenta muchos otros aspectos que son más bien de lógica y de “conveniencia”, aunque la palabra suene fuerte; sin dejar de lado, el buen sexo (¡por supuesto!).



Mi conclusión de este medio día, tal como se lo platiqué a Ámbar mientras charlábamos un poco hoy, es que es verdaderamente afortunada la persona que, además de sentir amor, logra llegar a buenos acuerdos que le permitan llevar una relación de pareja armoniosa y constructiva. Si esto además, viene acompañado de unas muy buenas sesiones sobre el colchón… ¡se ganó la lotería!

Pero no le podemos poner al corazón la leyenda de “NRDA” (Nos Reservamos el Derecho de Admisión) como en los antros. El amor, simplemente no la respeta.

Debemos permitirnos sentir, conocer y vibrar con toda la gama de sensaciones que el estar enamorados nos produce. Si es o no, la persona “conveniente” para nuestra vida, eso lo decidirá nuestra razón, independientemente de lo que el corazón llegue a sentir y entonces estará en nosotros, la difícil decisión de saber a quién escuchar.

Por lo tanto hoy, sin reservarme el “derecho de admisión”, decido disfrutar del AMOR que mi corazón siente y sentirá por siempre por Aquél con quien la razón, el destino, la vida, las circunstancias o Dios, no quiso que construyéramos juntos un futuro.

También decido, no sentirme culpable por disfrutar del sexo con quien, en este momento, despierta todas esas tan agradables sensaciones en mi cuerpo.

Y tampoco me culpo, por disfrutar de la compañía y del agradable reto que representa para mi intelecto, de quien de forma tan inteligente y sensible, mantiene mi cerebro corriendo con toda velocidad.

Lo que no me permito, es ponerle una barrera a mis sentimientos, mis emociones y mis sensaciones, disfrazada de objetividad, prejuicios o dudas. Porque hoy sé, que equivocarse solamente es opción, de quien que se arriesga a vivir...

Gracias por seguirnos leyendo y, muy en especial, por compartir nuestros enlaces…

¡Hasta la próxima!

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jueves, 22 de septiembre de 2011

No basta con mi blusa blanca... Por Elena Savalza

En 1987, la Asamblea General de la ONU declaró el 21 de Septiembre como Día Internacional de la Paz, por coincidir con la apertura del periodo de sesiones de dicha asamblea, con sede en la ciudad de Nueva York, en la cual participan todos los mandatarios de los países miembros.

En este 2011, coincide este día con otro dato histórico, que como mujer me llena de orgullo. Por primera vez, una mujer inaugura la asamblea: la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

En todos los medios, hemos escuchado y leído por estos días, mensajes donde se nos invita a contribuir para tener un México en Paz y un mundo en paz y donde se nos pide que comencemos por “vestirnos de blanco”, como acto simbólico de estar a favor de la paz.

Sin embargo, les escribo desde un México que llora por sus muertos mientras sigue comprando como juguetes a sus niños pistolitas y pistolotas, viendo películas donde la VIOLENCIA es el tema central y escuchando “narco corridos” que nuestros niños cantan mucho mejor que el himno nacional; el cual, por cierto, desde su primer verso manda el contradictorio mensaje de “Mexicanos al Grito de Guerra”.

Un México que se queja por la IMPUNIDAD, pero que no denuncia al de la tienda de la esquina donde sabe que venden drogas. Al que le duele tanta CORRUPCIÓN, pero en el cual seguimos permitiendo que con unos cuántos pesos y una invitación a comer, se acorten juicios, se burlen filtros, se omitan trámites y condenas, se perdonen infracciones y faltas de toda índole y nuestros más afamados delincuentes salgan de prisión por no contar con “elementos suficientes” para ejercer la acción de la justicia, e incluso, sean incluidos en “Forbes” en la lista de los más ricos e influyentes del planeta.

Un México donde, para la gran mayoría, nos es más fácil CRITICAR que proponer, quejarnos que actuar. Nos es más fácil atribuir los triunfos de la selección nacional de futbol o los ratings de los programas de televisión, entre otras cosas, a una “estrategia del gobierno para desviar la atención de nuestra patética realidad”… (¡Con esa negatividad! ¡Se los juro!).

Un México donde nos quejamos de la FALTA DE EMPLEOS bien remunerados, pero no hacemos nada por dar un esfuerzo extra, si no nos pagan por nuestro tiempo. Donde nos reímos del “loco” del video del “¡FUAAA!”, sin captar su mensaje de fondo.

Un México donde nos quejamos amargamente por nuestros NEFASTOS GOBERNANTES y por todo lo que éstos han hecho y dejado de hacer, pero los seguimos eligiendo por ser “el más guapo”, “el mejor vestido”, “el que tiene la esposa más bonita”, sin fijarnos en su “filiación política”, sus antecedentes como servidor público y sobre todo, sus propuestas y compromisos. Sin ejercer tampoco, el derecho a la exigencia de resultados, porque finalmente NOSOTROS LOS PUSIMOS ALLI. Y no solamente hablo de este sexenio. Algunos de nosotros ni siquiera habíamos nacido aun cuando el cáncer de la delincuencia, violencia, corrupción e impunidad, comenzó a invadir nuestro México.

Un México, en el cual, parece que no hay nada qué festejar y en plenas fiestas patrias, renegamos de la celebración de nuestra independencia como nación.

Aun así, habremos (me incluyo) alguno que otro soñador que creemos que puede ser posible un México mejor y con más oportunidades: un México en Paz. Así que, enfundada en un camisón blanco, salgo de casa para dirigirme al trabajo.

Mi día comienza al encender mi computadora y ver la infinidad de frases y mensajes sobre la paz, dichas por Mahatma Gandhi, Juan Pablo II, Albert Einstein entre otros, que inundan los muros de Facebook y los miles de Twits que se disparan por segundo, venidas de todas las voces.

Blusas blancas, listones blancos… y entonces, un plantón hecho por los que exigen más presupuesto sin ser auditados, dejan un muerto en la ciudad capital del estado, Colima.

Y los “nuevos 35 muertos” de Veracruz, mientras el Gobernador del Estado, censura con una ley ilógica la expresión de la población en las redes sociales, que los acusa de “terroristas”.

Y después, la nota que publica Pamela en su perfil, donde se habla del Ken prefabricado por los medios, la sociedad y su partido político, que quiere gobernar mi país, al cual algunas mujeres (¡Por Dios!) vitorean en sus mítines políticos como “Peña Nieto, bombón ¡Te quiero en mi colchón!”…

Es en ese momento, cuando me pregunto si de verdad estoy haciendo lo suficiente… ¿Basta con que use mi camisón blanco, para contribuir con un mundo  y un México en PAZ? ¡Yo creo que no! 

Así es. Lejos quedaron los tiempos donde los ciudadanos éramos simples espectadores del circo que armaban nuestros gobernantes con nuestros destinos, porque es precisamente ese conformismo, esa permisividad y esa apatía, lo que nos llevó a estar donde estamos ahorita.

Somos mujeres, sí. Somos hijas, tías, hermanas, amigas, madres, esposas, novias, amantes, trabajadoras, princesas, hadas y brujas. Todo al mismo tiempo o una cosa a la vez. Sin embargo, creo que si algo he descubierto con el paso de los días, es que parte de madurar y trascender, implica el hacer algo bueno por el entorno en el que me desenvuelvo. Eso conlleva, a ser partícipe de las acciones que conducirán el futuro de mi país.  También me obliga, a aportar opiniones e ideas que construyan o reconstruyan una sociedad y un México mejor.

Por eso, con el debido respeto que me merecen quienes nos hacen el favor de leernos, aprovecho la voz que este foro me brinda y el poder de la palabra, para compartir con ustedes algunas ideas de lo que considero podemos hacer para tener un México mejor, que redunde en la tan anhelada “paz mundial” que ha sido bandera de tantas concursantes de Miss Universo, sin que sea más que una idea aislada que hizo eco en alguna de sus cabezas de Barbie huecas (sin ofender a las guapas inteligentes, que también las hay):

1.        “Que empiece por mí”: Si, las cosas andan mal y lo sabemos. Pero ¿de verdad todo es culpa del gobierno, las instituciones y los partidos políticos? ¿No es mi culpa tener líderes mentirosos y demagogos cuando le enseño a mi hijo o mi sobrino que mintiendo y engañando me puedo salvar de un problema? ¿No es mi culpa que haya tantos asesinatos y agresiones, cuando permito que en mi casa impere “la ley del más fuerte”?

Creo que en este aspecto, todos tenemos algo de responsabilidad, porque así hemos permitido que las cosas sucedieran y así hemos forjado nuestra idiosincrasia. Nada podemos hacer ya por el pasado, más que aprender de él y trabajar en nuestro presente, para mejorar nuestro futuro.  

Queremos gobernantes honestos, que no se corrompan y que fomenten la paz en nuestras sociedades. ¿Soy honesto, no me corrompo ni corrompo a otros y fomento la convivencia pacífica en mis círculos sociales, familiares y laborales? Tenemos el gobierno que elegimos y que nos merecemos ¿Queremos un gobierno mejor? Empecemos mejorando nosotros mismos.

2.       “Decido con base en hechos y no en apariencias”: Vamos a ser honestos: ¿cuántos de nosotros, de verdad nos informamos, seguimos las campañas políticas, cuestionamos las propuestas, participamos en consultas ciudadanas y cualquier otro hecho que implique estar pendientes de la trayectoria de nuestros candidatos o gobernantes? ¡Muy pocos! Para la mayoría de nosotros, es “más de lo mismo” o lo vemos con apatía o con desgano, prefiriendo cambiar de canal o dar vuelta para ver la sección de espectáculos en los diarios.

Entonces ¿de verdad estamos eligiendo sobre bases objetivas a quienes distribuyen el dinero de nuestros impuestos y dirigen nuestros destinos sociales, económicos, entre otros? ¿O vamos a votar por el más guapo, solamente porque se verá mejor en las fotografías oficiales y en la prensa internacional?

3.       “Elijo y exijo”: El poder de elegir, nos da también el poder de exigir. Si estoy eligiendo PAZ, debo exigir PAZ. Si elijo buenas propuestas, debo exigir que se cumplan.  Así de sencillo.

Hoy en día, tenemos una importante herramienta para que esto sea posible: el uso de las redes sociales y los medios masivos de comunicación, los que nos permiten ejercer una presión social pacífica y objetiva, sin obstruir los derechos de los demás (léase sin hacer plantones, marchas, cerrar carreteras, paros laborales y escolares, etc.).

4.       “No me callo”: Esto es muy importante. Si algo está mal y no lo denunciamos, automáticamente nos estamos volviendo no solamente cómplices, si no parte del problema. Seamos parte de la solución y perdamos el miedo a alzar la voz, pero no solamente por hablar, sino ofreciendo propuestas objetivas y opiniones constructivas. Porque de negativismo, ya estamos hartos.


Como verán, estos sencillos puntos no cambian el mundo ni eliminan los duros problemas que como sociedad vivimos. Tampoco le devuelven la vida a todos los muertos por el crimen organizado o por la droga, ni la paz a tantas comunidades que están en manos de la delincuencia, como en el norte de nuestro país, principalmente, aunque el clima de violencia impere por todo el territorio nacional.

Lo que sí sé, es que si día a día, nos proponemos hacer algo bueno por nuestro entorno, no cambiaremos nuestro pasado, pero haremos más llevadero nuestro presente y mejoraremos significativamente nuestro futuro.

Para terminar, les comparto un pensamiento acerca de la paz, expresado por uno de los líderes morales y espirituales más influyentes de nuestro tiempo, independientemente de la religión que profeses: el difunto Papa, y ahora Beato, Juan Pablo II:

“La paz exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad”

Practiquemos la paz y la tolerancia en todas nuestras acciones.

¡Gracias por seguirnos leyendo y hasta la próxima!

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jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Cómo seguirte amando?... Por Elena Savalza

Estoy en el lugar menos romántico para escribir. Definitivamente, una terminal de autobuses mientras espero el que me llevará de regreso a mi casa, después de un largo y ajetreado día de trabajo, no debe ser el lugar propicio para sentir y pensar, lo que en estos momentos mi corazón siente y mi cabeza no deja de repetirme…

La televisión de la sala fría, por el clima artificial que congela mis huesos, muestra las escenas de las Torres Gemelas al caer, hace 10 años en la ciudad de Nueva York, en aquel fatídico Septiembre 11, que la humanidad jamás olvidará. En fin, hasta el Discovery Channel, requiere un poco más de rating de vez en cuando.

Pero, a pesar de todo, solamente tengo una cosa en mi cabeza: ¿Cómo seguirte amando?...
Sin que me duela, sin perturbar tu vida, sin detener la mía.  Sin que el mundo crea que pierdo inútilmente mi tiempo y mi energía…


¿Cómo seguirte amando sin que surja de nuevo la esperanza de volver a estar contigo?

 ¿Cómo seguirte amando a pesar del tiempo, la distancia, el amor, el desamor, el rencor, el dolor, las heridas, el perdón, las cicatrices, los años…?
¿Cómo seguirte amando, si la vida pasa frente a mis ojos y cada día se ve más lejana la posibilidad de volver a verte?

¿Cómo seguirte amando sin notar tu ausencia?

¿Cómo pedirle a Dios las fuerzas para comenzar una nueva historia contigo, en donde ya no estés conmigo?

¿Cómo seguirte amando y dejarte ir… por enésima vez?
¿Cómo seguirte amando y conformarme sólo con el amor que siento?

¿Cómo seguirte amando y entregar mi cuerpo, mis besos y mis caricias a otro cuerpo donde inútilmente trato de encontrarte?

¿Cómo despertar de nuevo y no ver tu rostro sobre la almohada de al lado?
¿Cómo seguirte amando y convencerme de que está bien?

¿Cómo le digo a mi corazón que así es como tenía que ser?

¿Cómo…?

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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Guerrera Fénix II: la lucha contra el miedo y el orgullo... Por Elena Savalza

Hace unos meses, nació una “Guerrera”.

Y no es que las Guerreras se formen siempre de la noche a la mañana, sino que, como en muchos otros casos, la Guerrera Fénix siempre había sido una Guerrera. http://mujeresymonstruos.blogspot.com/2011/06/guerrera-fenix-por-elena-savalza.html

Sin embargo, en ese momento se vio obligada a nacer de nuevo y a reinventarse, porque una parte de ella había muerto, a consecuencia de un duro golpe recibido en su corazón, su alma y en todo su ser.

Desde ese día, la Guerrera Fénix había librado duras y distintas batallas, contra su oponente más importante: ella misma.


Atrapada entre los monstruos del orgullo y del miedo, trataba inútilmente de recuperar la fe, dejando de lado el amor. Incluso, renegando de él y maldiciendo el momento en que éste había entrado en su vida con tal fuerza, que al salir de ella, el efecto fue devastador.

Hoy fue distinto: la Guerrera Fénix decidió enfrentar abiertamente estos Monstruos, tan difíciles de vencer y por lo cual, tantas veces había preferido “sacarles la vuelta” y seguir su vida, con todo y los nefastos efectos de su presencia.

Hace unos días, mi “normalmente sabia” amiga Ámbar, me dijo algo que pocas veces aplico literalmente:

“Haz lo que sientas…”

En el momento en el que hablábamos, le expresaba mi tristeza porque el cumpleaños de “el amor de mi vida” estaba llegando y yo no podía acercarme a él para felicitarlo, ni siquiera por mensaje o una llamada.

Por una parte, el Monstruo del Orgullo, me gritaba (¡alza la voz cada que le place, obvio!) que después de todo lo sucedido, él “no se merecía ni mi amor, ni que yo conservara buenos recuerdos con respecto a él”. De más está decir, que tampoco se merecía ni mis buenos deseos ni mis bendiciones por su cumpleaños.

Pero, como si fuera poca esta sentencia, el Monstruo del Miedo, también hacía su parte: me decía (con voz bajita y temblorosa), que era una tontería intentar buscarlo y que lo más probable era que, si le hablaba o le mandaba un mensaje expresándole mis felicitaciones, él me rechazara y eso me provocaría un dolor insoportable. Por supuesto, el miedo a sentir dolor, me paralizaba para tomar una decisión y, ante la ausencia de ésta, seguía con la cabeza y el corazón hechos un lío.

Sin embargo, la memoria del corazón y el poder del amor, me dieron una lección desde el comienzo del día:

De pronto, en la madrugada de hoy despierto confundida, pensando que se me había hecho tarde para ir a trabajar. Reviso el celular (no uso ningún otro reloj) y veo la hora. Marcaba las 12:01 am del 7 de septiembre de 2011.

¡Jajajaja! ¡Así o más complot! En cuanto veo la hora y la fecha, el primer pensamiento que cruzó por mi cabeza fue “hoy es su cumpleaños”.

Me recosté y cerré los ojos. Hice una pequeña oración en donde le pedía a Dios que le concediera muchos años más de vida, mucha salud y toda la felicidad del mundo. Además, pedí porque todo el amor que le mandaba en ese momento, llegara de alguna forma hasta él.

Volví a dormir como un angelito. Me levanté, tomé café, me arreglé y fui a trabajar. Pero la vocecita de Ámbar no me dejaba en paz:

“Haz lo que sientas…”

¿Qué se supone que tenía qué hacer? ¿Tomar el teléfono y llamarlo solamente para escuchar su voz? ¡No! Seguro que habría colgado o me habría quedado callada en cuanto lo escuchara. ¿Entonces?... ¿Escribir en el blog y sacar mi frustración y miedo reprimidos? ¡Imposible! ¡Tengo mucho trabajo!

Entonces, sin pensarlo mucho más, decidí enviar un corto y frío mensaje de felicitación, donde solamente le mandaba un abrazo y le deseaba “feliz cumpleaños”…

Lo redacté con orgullo. Ni una pizca de lo que de verdad estaba sintiendo asomó por esas cortas líneas. Lo envié con mucho miedo, pensando en que, si acaso me respondía, sería una respuesta fría y dura que me dolería en el alma leer. Pero ya estaba hecho…

Unos minutos más tarde, vi un mensaje entrante: era su respuesta. ¡Qué hago! ¡Sí contestó!... ¿Lo elimino? ¡No! Eso hice hace unos meses y me arrepentí como no tienen idea…

Y haciendo gala de todo el valor que me quedaba, lo abrí. Menuda sorpresa me llevé al leerlo: agradecimiento, disculpa, ganas de hablar y mucho amor.

Por nada, me pongo a llorar en ese momento. Nunca creí que su respuesta fuera a causarme tanta felicidad…


Seguimos hablando, solamente por dos mensajes más, en los cuales nos reiteramos nuestros deseos de que las cosas hubieran sido distintas, el amor y agradecimiento que aún sentíamos el uno por el otro, la nostalgia por el pasado y lo mucho que valorábamos ambos los años que pasamos, juntos y separados.

Fue un final que nunca esperé. Jamás imaginé que, en mi afán por “regalarle” una felicitación de cumpleaños, obtuviera el mejor de los regalos: perdón mutuo y la confirmación de que el amor que nos tuvimos y el profundo lazo que aún nos une es tan fuerte, que ni el tiempo, ni la distancia, ni el orgullo, ni el enojo, ni los malos entendidos, ni el daño causado, ni las cicatrices del pasado, ni ninguna otra fuerza por poderosa que parezca, puede romper.

Hoy entendí, después de mucho tiempo, como es que el amor, por más ilógico e injusto que pueda parecernos, es la fuerza que mueve al mundo.

Sé que quizá no vuelva a verlo ni a abrazarlo. Pero también sé, que hoy él y yo, a kilómetros de distancia uno del otro, somos un poco más felices que el día de ayer, porque este pequeño gesto de dos personas que decidieron, aunque tarde, dar un paso adelante del miedo y del orgullo, hizo la diferencia en nuestras vidas y la hará por mucho tiempo…

Hoy sé que de verdad, algunas personas están de paso en tu vida, pero otras (como él) llegan para quedarse para siempre en tu corazón…

A veces, los cuentos de hadas no terminan como lo deseamos. Pero eso no significa, que no puedan tener un final feliz…

Gracias por compartir conmigo cada una de estas experiencias y aventuras…

Nos leemos pronto y hasta la próxima…

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jueves, 1 de septiembre de 2011

En Respuesta al Corazón Polifacético Anónimo… Por Monstraverde.


No me parece que se pueda amar a dos personas a la vez, pero estoy segura de que definitivamente se puede querer (de cariño) y desear a dos personas (tal vez más) a la vez. Nunca he sido la persona más estable emocionalmente hablando… Pero por lo menos en mí funciona que cuando amas a alguien es a esa persona y punto. No así en el querer que te permite disfrutar de la cómoda situación de "tener" sin "tener" a dos personas a la vez. Y es que las historias de 3 son así: cómodas. En mi caso particular, fue al revés (y quizás por eso dejó de ser divertido) Era él, y su novia de años y yo… la que primero fue su amiga de la maestría y después fue su alma gemela.



Pasábamos todo el día juntos, cuando había trabajos en "equipo" (de dos) de una u otra manera terminaba quedándose en mi casa… Mil momentos, espacios y un millón de cosas compartidas… Su novia nunca me importó. Yo lo tenía a él conmigo y el tiempo que le quedara a él libre con ella, era tan frío y tan mínimo que me tenía sin cuidado. Fue año y medio de historia feliz, yo seguía sintiéndome libre de salir con quien quisiera, cuando quisiera… pero lo tenía a él siempre. Él no parecía muy contento de mi libertad, pero finalmente no podía decir nada. A mí me resultaba incluso divertido. De alguna extraña manera, yo me sentía plena, completa e insisto libre. Pudieron haber pasado muchos años más así… ¿Qué pasó? caí: dejé de querer, me enamoré y no sólo eso, decidí amarlo. Tonta pero totalmente necesaria decisión. No podía luchar contra el sentimiento.

Llegado el momento, le dije, primero de manera sutil, que necesitaba espacio, que quería que nos alejáramos un poco para poder ordenar sentimientos (cómo si éstos en realidad se pudieran ordenar) Él no dijo mucho, sólo que comprendía y que me daría el espacio. No lo hizo, no pudo. Se alejaba unos días… a veces una semana y luego volvía todo a la "normalidad". Intenté de muchas formas diferentes, por espacio de un año... Nada... volvíamos como dos imanes que simplemente no podían separarse. Y entonces la historia feliz se convirtió en un huracán que no me dejaba sentirme bien en ningún aspecto.

Finalmente, decidí hablar las cosas de frente y sin rodeos. Nos citamos en un parque, comencé a reclamarle el hecho de que no me dejara ir… él se puso a la defensiva, haciéndome sentir como una loca que imaginó todo en su mente... Intenté salir corriendo y me detuvo, lo miré a los ojos y le solté una de las frases más difíciles que he pronunciado en mi vida: Te amo y SÉ por la forma en que me hablas, me tratas y me miras que también sientes algo por mí.

Él bajó la mirada y me pidió que nos sentáramos en una banca. Caminamos en silencio. Se sentó, con la cabeza agachada entre sus manos… los minutos eternos pasaron y comenzó a llorar. Aún no sé cómo yo, la reina del llanto me mantuve tranquila. Me miró y me dijo: Sí, si siento algo por ti, pero también por ella. No pude pedirle que se quedara conmigo. Nunca me pareció que fuera mi decisión. Le pedí que se fuera y me dejara sola. No quería, lo obligué. A penas empezaba a alejarse cuando volteó y me pregunto -¿Qué dijiste?- Yo no había dicho nada. Insistió. Aún no tengo idea de qué escuchó, voces internas que quiso callar durante mucho tiempo, supongo.



Ahí me quedé un rato, sola, viendo a la gente pasar… Ni una lágrima. Después de un rato me subí al carro y entonces sí comencé a llorar. Sonó mi celular, era él, preguntándome si estaba bien… ¿¿?? -Claro que no estoy bien, pero voy a estarlo una vez que lo supere, adiós. No hay nada más que decir-. Manejé un rato y luego fui a casa de mi mejor amiga, lloré y lloré con ella y el resto de la noche. Al otro día intercambiamos un par de mensajes, nada trascendental.

Pasaron unas semanas, y como imanes de nuevo, despacito y poco a poco de nuevo juntos. No podía creerlo. Finalmente tomé la decisión, si él no estaba dispuesto a sacarme de su vida, yo tenía que hacerlo, por mí misma, porque necesitaba superarlo y estar bien. Lo hice. Lo borré del facebook, msn, celular… tiré todo aquello que se relacionaba y le envié un último mail. Un tanto molesta diciéndole que lo estaba sacando de mi vida. Que se quedara con su novia y la respetara como tal, que yo me iba y no quería nada más.

Me contestó el mail diciéndome que se sentía muy mal, que le dolía mucho todo lo que yo ponía y haberme hecho tanto daño… quedamos de platicar por chat… de nuevo lo agregué. Ésta vez sí fue la última plática. Discutimos, terminé por decirle que era o un cobarde o un cabrón… al final contestó: -pero es que yo TE QUIERO- Después de un rato de contemplar la pantalla, escribí mis últimas líneas: -lo siento, pero es demasiado tarde.-



Intercambiamos un par de mails casuales. La última vez que lo ví, me lo topé en una exposición de arte, frente a una de mis fotos, nos dimos un largo abrazo y mi corazón se aceleró de una manera impresionante. Dijimos todo con la mirada. Me despedí de él y seguí el recorrido con mis amigos. No lo volví a ver. Tardé mucho tiempo en sacarlo de mi vida. Lo logré. Nunca terminé de entender su decisión (o la falta de ella). Finalmente se casará con su novia. El día que me enteré (de una manera bastante casual) no sentí absolutamente nada. Aprendí muchas cosas de él, de nosotros, y por lo menos yo puedo querer y desear a dos
o más hombres a la vez… amar es otra cosa.