Hola a todos:
Les escribe una relajada Elena, que está sentada plácidamente en un sillón del Starbucks de la ciudad de Colima, capital del estado que lleva el mismo nombre, a tan solo 1 hora con 15 minutos de Manzanillo, el puerto de mis amores.
Como ya les platiqué antes, me acabo de mudar temporalmente (hoy es mi primer día, de hecho), por un proyecto especial de mi retomado trabajo como Consultor.
Los últimos días han sido raros: tensión por la entrega en mi anterior trabajo, una preocupación en el ámbito familiar que, por fortuna, ya tomó su curso normal, y además, preparar el cambio de residencia, que aunque es por poco tiempo y muy poca distancia, no deja de ser foco de tensión.
Pero ahora que estoy aquí, resulta que todo es distinto: la gente con la que debo colaborar, me ha tratado genial y considero que en pocas horas, he conseguido mucho más de lo que esperé, sobre todo en disposición. Por si fuera poco, resulta que siempre sí, viviré solita, en una zona muy bonita que está a unas pocas calles de mi “trabajo de oficina” y además, hay un parque cerca donde puedo salir a correr.
Sin embargo, de la adaptación a mi nuevo entorno, les platicaré después.
Hoy quiero, ya un poco más tranquila con todos los sucesos de los últimos días, platicarles de mi fin de semana.
Después de un cambio drástico de planes, por un problema familiar, decido el fin de semana, aceptar la invitación de Ámbar a cenar.
Pero, por azares del destino (no me pregunten cómo, porque de verdad, ni siquiera sé a qué hora comenzó), me enfrasco en un intercambio de mensajes de texto, digamos un poco… “subidos de tono” con nada más y nada menos que uno de los consentidos de este blog: sí, adivinaron… ¡con Don Sapo!
Cuando veo a Ámbar, yo estaba literalmente “poseída” por las teclas de mi teléfono y una sonrisa estúpida y morbosa invadía mi rostro. Y es que, de verdad, lo prometo… la conexión sensual y la tensión sexual (lo digo así, con todas sus letras, porque ya sé que no es otra cosa) que ese hombre genera en mí, va más allá de cualquier otra cosa. De verdad, es adictivo y es más fuerte que yo.
Después de cenar, fuimos a un bar de una buena amiga y también seguidora de este espacio, Yecko, el bar se llama “Santo Mezcal”. Ampliamente les recomiendo, que cuando vengan a Manzanillo no dejen de visitarlo.
Llegando al Santo Mezcal, a donde iríamos, “solamente porque tenía una consulta qué hacerle a Yecko y no nos íbamos a quedar” (¡ajá!), encontramos a un ex compañero de trabajo de mi hermana menor Isa, que resultó también ser amigo de Yecko, por lo cual, terminamos Ámbar y yo, sentándonos en la barra con ellos.
De pronto, la conversación comenzó a ponerse interesante, puesto que entramos en nuestro terreno favorito: el amor y las relaciones de pareja.
Mientras Yecko y yo, defendíamos una postura un tanto liberal, pragmática y hasta egoísta, según los calificativos dados por nuestros interlocutores; Ámbar y el amigo en cuestión, tenían opiniones completamente distintas a lo que nosotras planteábamos.
Sin embargo, fue una charla por demás interesante, que yo seguía mientras continuaba mi sesión de “cachondeo por SMS” con Don Sapo, quien en ese momento se encontraba intentando materializarme y transportarme hasta su habitación de hotel, que ocupaba esa noche en Cancún.
De esa conversación que se prolongó hasta “el día siguiente”, o sea ayer domingo (eso que solamente íbamos por un momento), puedo sacar las siguientes conclusiones:
· El amor es un lenguaje universal: Digamos o no, lo aceptemos o no, todos entendemos de alguna forma el concepto de amor en nuestras vidas. Puede incluso tratarse de amor filial, amor por los amigos, por un proyecto o por tu entorno, o en definitiva, por tu pareja; pero todos los seres humanos entendemos el amor como algo esencial en nuestras vidas.
· Todos tenemos un prototipo de “vida ideal”, que de alguna forma incluye una pareja: Ya sea que pensemos en el tradicional “y vivieron felices…”, que pensemos en un noviazgo eterno, o en un free, absolutamente nadie nos imaginamos sin el apapacho que prodiga una relación de pareja, independientemente del nivel de intensidad o compromiso que exista.
· No es pecado no querer tener hijos, ni querer una familia tradicional: En teoría, se nos ha educado, sobre todo a las mujeres, para tener una familia “como Dios manda” (papá, mamá, hijos, graduaciones, bodas, bautizos, comidas familiares, partidos de futbol, etc.) Sin embargo, cada día, hay más mujeres (me incluyo) que no tenemos como proyecto de vida una empresa así. Eso, definitivamente no nos convierte en monstruos. Elegimos con responsabilidad, sabedoras de las consecuencias que cualquier tipo de elección traerá en nuestro futuro. Aún ahora, hay quienes voltean a vernos “raro”, pero es una realidad, no todas vemos nuestro futuro lleno de hijos y nietos. A mí, por lo menos, me cuesta mucho trabajo. No descarto que quizá, en otro momento de mi vida podría desearlo, pero definitivamente a mis casi 29 años, no es prioridad.
· También se puede disfrutar del sexo sin amor: ¡Por supuesto que sí!... y también, siendo mujeres. Defiendo que el sexo es una de las expresiones de amor y comunicación entre pareja más bonitas que conozco y que hacer el amor con alguien a quien amas profundamente es una de las mejores experiencias de la vida. Pero eso no implica, sin embargo, que no sea un acto físico, por lo cual, no siempre es necesario estar enamorado para disfrutarlo. A veces, solamente basta conocer tu cuerpo y que la otra persona te resulte atractivo, agradable y te despierte el deseo… que por cierto, no se parece al amor (si no me creen… ¡pregúntenme por Don Sapo!)
· “Mi felicidad es responsabilidad mía y de nadie más”: Este fue uno de los tópicos que más conflicto de opiniones generó. Hubo quien dijo que en una relación, tu responsabilidad es hacer feliz a tu pareja. Sin embargo, yo creo que nadie da lo que no tiene. Si yo como persona, espero a que alguien venga a llenar mis vacíos… ¡estoy frita! La principal responsabilidad que, como seres humanos y como mujeres tenemos, es no depender de ningún factor externo para ser felices. Alguna vez leí en el libro de “El Caballero de la Armadura Oxidada” (Robert Fisher, Ed. Obelisco), que “los animales del bosque no esperan a que amanezca nublado o soleado para disfrutar del día que les tocó vivir”. Con los seres humanos pasa lo mismo: mi principal proveedor de felicidad soy yo. Son mis decisiones y la actitud que afronte ante la vida y lo que me pase, lo que determinará la cantidad y calidad de los momentos felices, que construyen día a día mi felicidad. Si yo no encuentro esto en mi interior, difícilmente alguien vendrá a hacerlo por mí.
· Te puedes enamorar de dos personas al mismo tiempo: Sí, sí se puede. Quizá pueda haber una diferencia en la intensidad, o en las sensaciones que cada una de estas personas te cause, pero se puede y a mí me pasó. Cabe aclarar, que estoy hablando de “enamoramiento”, no de “amor profundo”, este último, es el que debemos construir y que además, lleva implícito otro factor: compromiso de ambas partes.
· Puedes decidir cuándo alejarte, pero no cuándo enamorarte: El enamoramiento es un proceso natural y carente por completo del más mínimo sentido de lógica. El que diga “yo no me enamoro si no quiero”, se engaña a sí mismo. Lo que sí se puede, es decidir en qué momento retirarte de la batalla, cuando sabes que de alguna forma la has perdido o podrías perderla.
· El enamoramiento puede tener límite de tiempo, pero el amor, precisa de un trabajo de construcción que requiere un compromiso de pareja: El enamoramiento, dura muy poquito. Incluso puede durarte días u horas… Algunas veces, yo digo en tono de broma, que cuando estoy con alguien “me enamoro” momentáneamente, para disfrutarlo más. Y es que, en realidad, eso puede pasarte. Pero en el momento que esta etapa de ensueño termina, es cuando el verdadero amor pone a prueba su fuerza y su compromiso. Es entonces, cuando de verdad sabemos si la pareja tiene potencial para permanecer junta, o se queda en el bonito recuerdo de lo que fue.
En fin, esto es lo que el mezcal le hace a tu cerebro y a tus ideas. Pero, si además lo acompañas de un rico café y una tarde nublada, realmente podríamos seguir escribiendo por horas, sin encontrarle fin al tema.
Por lo pronto, mi preocupación más cercana es concluir este proyecto y terminar mi estancia en este lugar, porque verdaderamente, comienzo a extrañar la playa.
¡Ah!... pero si ustedes creen que la conversación con Don Sapo, terminó junto con mi mezcal, se equivocan: esa no concluyó, si no hasta el día de ayer por la tarde.
Sin embargo, de eso les platicaré después, cuando no sea horario familiar…
¡Les mando un abrazo desde la bella capital colimense y nos leemos pronto!
Ahora más cerca de ti:En Facebook busca la página Mujeres Adictas a los Monstruos y da click en "Me gusta"
En Twitter, sigue a @princesas_ind y a mi cuenta personal @elenasavalza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos gustaría conocer tu opinión. ¿Por qué no nos dejas un comentario?