“¡Mira Tía! – Gritó emocionada mi sobrina Azul – “la foto de cuando ‘vivieron felices para siempre!’”
La foto que Azul estaba viendo, fue un cuadro en color sepia donde estaba mi hermana Marina vestida de novia con su ahora ex esposo, un espécimen de Sapo que ni siquiera me atrevo a clasificar por quedarme corta en cualquiera de mis descripciones, pero del cual, espero que Marina se atreva a contarles por ella misma, la experiencia vivida a su lado y los alcances de su peligrosidad. Lo único que yo puedo decirles de ese Sapo en especial es que, si en mi estuviera, lo encerraría en el serpentario de algún zoológico, en una vitrina blindada con una etiqueta que dijera “PELIGRO: EJEMPLAR ALTAMENTE VENENOSO”… pero bueno, esa es otra historia.
Volviendo a la foto, estaba tirada en un rincón de la casa de Marina, poco después del divorcio y de la “distribución de bienes” que “cortésmente” decidió hacer el ex Sapo de mi hermana (el muy desgraciado sacó las cosas de mi hermana, de la casa que compartieron juntos durante su matrimonio y las tiró afuera de la nueva casa de mi hermana… ¡¡para poder meter a su amante!!).
Pero Azul, con apenas 4 años de edad y completamente ajena a todas las atrocidades que mi ex cuñado Sapo hizo mientras formó parte de mi familia, se quedó encantada viendo el vestido de novia que lucía Marina hace ya muchos años… “Vivieron felices para siempre…”.
Mucho nos quejamos de los Sapos: de si “todos son iguales”, desgraciados, alimañas, tepocatas, víboras prietas, cucarachas, ratas de 2 patas y todo el lenguaje florido que nuestro ex Presidente Vicente Fox en sus discursos, y Paquita la del Barrio, Lupita “Dales recio”, Gloria Trevi, mi comadre Jenny Rivera, la “Tesorito”, la “Señorita Laura” y toda la comunidad oficial de mujeres contra hombres utilizan en todas sus apariciones públicas y hasta gozamos tremendamente porque ellas si se atreven a decirlo, lo cual a nosotros, modositas princesas que hemos sido educadas para agachar la cabeza y obedecer ciegamente al Sapo que nos toque (con la vana ilusión de que algún día será un Príncipe), no nos atrevemos a decir…
Pero haciendo un poquito de examen de conciencia y reflexionando sobre las palabras de Perla, en sus comentarios sobre La Opinión de un Príncipe (para mayor referencia, ver entrada anterior); les comparto algunos puntos, sobre la parte que nos corresponde.
Una parte muy importante de esta “culturización” de Príncipes y Princesas, es precisamente la educación de nuestras Princesas. ¿Te has puesto a pensar qué les estamos enseñando a las Princesas de mañana?... Pues bien, aquí te van algunos ejemplos:
1. Nos quejamos amargamente de que los hombres nos ven como objeto sexual, que solamente se fijan en una cara bonita y en un súper cuerpo y que si no cumples con ese estándar, te dejan por otra que si lo cumpla… pero llamamos a las niñas con apodos como “Gordita”, “Ballena”… e incluso hacemos distinción entre “La Bonita” y “La Fea”, tratando mejor a la primera, les hacemos eso a las niñas ¡de nuestras propias familias! El mensaje que estamos mandando a nuestras Princesas es que si eres bonita, tienes la vida resuelta y a las menos agraciadas, hacerlas sentir que tendrán mucha suerte si algún Sapo (Sí… ¡el que sea!) les “hace el favor” de fijarse en ellas. No digo que esté mal que enseñemos a las niñas a cuidar su cuerpo, pero hay que inculcarles el hábito del ejercicio, enseñarlas a comer saludablemente. Me horroriza ver la televisión y encontrarme con que un alto porcentaje de enfermas de anorexia y bulimia, son niñas de apenas 8 años. Les pregunto: ¿queremos llenar nuestro mundo de Barbies preciosas y flaquísimas, pero “huecas”?
2. Otro malestar común entre nosotras, que a mí en lo personal me ha dolido mucho desde que salí de la universidad, es que a los hombres se les paga más y tienen más oportunidades en el ámbito profesional que las mujeres. Sin embargo, educamos a las niñas para que estudien “mientras encuentran quien las mantenga”, por lo tanto, convertimos la formación profesional en una antesala para el matrimonio. Y después, la consecuencia; muchas princesas divorciadas o separadas, con una tremenda impotencia y miedo, e incluso en muchas ocasiones, incapacidad total para integrarse a la vida laboral, puesto que su “Príncipe” siempre “cuidó de ellas”. De hecho, podemos conocer casos de muchísimos “pseudo- príncipes” utilizando el dinero y la manutención económica como parte del abuso y del chantaje hacia sus Princesas, despertando el terrible miedo de las mujeres a la independencia. Hubiera sido mucho más fácil, si desde pequeñas inculcamos en ellas el hábito de la lectura, el inscribirlas a distintos talleres para que descubran su vocación, fomentar en ellas el verdadero deseo de superación tanto profesional como espiritual y el fortalecimiento de su auto estima; para que entonces, el casarse sea una elección y no una obligación o un “último recurso”.
3. Las películas de Disney, los cuentos de hadas… Si, son maravillosos y divertidos; es más… ¡me declaro fanática de ellos! Sin embargo, nada más alejado de la realidad que hacer creer a la Princesita que la vida es un cuento de hadas y que cuando su Príncipe venga en su caballo blanco a rescatarla de la altísima torre donde la bruja mala la tiene encerrada, será completa y feliz. Es un hermoso sueño, pero debiéramos decirles que la vida real no siempre es tan bonita. Sufriríamos menos decepciones si hubiera cuentos de hadas en donde la Princesa es una mujer completa, con o sin Príncipe… Por favor: ¡saquemos a nuestras Princesas de la Torre!
4. Enseñar a las niñas a estar alertas, predicando con el ejemplo. Podemos decirles a las Princesas que el maltrato físico, sexual o psicológico no son aceptables bajo ninguna circunstancia; pero si nosotras mismas lo permitimos con nuestros Sapos, ¿qué creen que la Princesita retenga, lo que escuchó… o lo que presenció?
Probablemente tú tienes hijas, sobrinas o hermanitas pequeñas. Muy seguramente, has conocido a más de un Sapo en tu vida. Haz que tu experiencia no sea inútil. Puedes cambiarle la vida a tu Princesita, si la preparas para ser una mujer independiente. En un futuro, ella tendrá más armas para enfrentar la vida y ser verdaderamente feliz… con o sin un Príncipe a su lado.
Dedicado amorosamente a las Princesitas de mi vida: Carla, Alondra, Lupita, Daniela, Helena, Azul y Karely…
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