viernes, 25 de febrero de 2011

Y tú... ¿Qué estás educando? ¿"Sapos" o "Príncipes"?... Por Elena S.

Hace unos días, escribí una entrada llamada Educando Princesas… (Para mayor referencia, ver entradas anteriores). Mencionaba entonces ciertos conceptos que desde mi muy particular punto de vista influyen en las inseguridades con las que a veces las Princesas crecemos y por las cuales, en determinado momento podríamos ser “víctimas” (pongo entre comillas lo de víctimas porque también sobre eso tengo mis reservas, pero se las platicaré después) de un Sapo.
Ese relato fue inspirado, como ya se los comenté, por mi sobrina Azul. Sin embargo, cuando Marina comentaba la nota en Facebook, me hizo prometerle que también escribiría sobre la educación de los Príncipes, ya que estaba especialmente preocupada por Pablito, mi sobrino, quien no quiera que se convierta en un futuro Sapo.
De entrada, comencemos con un poco de teoría: Todos nacemos con nuestro cerebro “limpio y puro”, como una hoja de papel en blanco. Por lo tanto, los niños nacen siendo unos Príncipes. Lo que determina su nefasta evolución hasta convertirse en un desagradable Sapo, es el entorno donde se desenvuelven, el lugar donde crecen (que puede ser un “pantano” o un “palacio”), la educación que reciben y algo sumamente importante: el comportamiento de sus padres hacia con ellos. Traducido a términos “saperos” podemos afirmar entonces que el “Sapo no nace, se hace”.
Entonces ¿Quién hace al Sapo?... Pues, lamento mucho decírselos mis queridas Princesas, pero al Sapo lo formamos… ¡nosotras mismas!...
Como mujeres, recae gran parte de la responsabilidad de educar a los hijos. No pretendo quitarle importancia al papel del padre en la educación de los hijos, pero sin duda, mucho de lo que ahora son los Príncipes o los Sapos de la actualidad, se lo deben a la primera mujer de su vida… ¡su mamá!
Debo ser completamente honesta con ustedes y reconocer que, al no tener hijos, no soy precisamente experta en cómo educar a un Príncipe. Sin embargo, sí les puedo decir algunos puntos, que a mi juicio, podrían ser parte de un manual de Cómo NO educar a un Príncipe.
  1. Fomentar la violencia: Seamos completamente sinceras ¿cuántas veces no hemos instado a un niño, a que responda a una agresión con otra agresión? Argumentamos para esto todo tipo de cosas: “el niño tiene que demostrar su hombría”, “ni modo que se deje, dirán que es un mariquita”, “es parte de reafirmar que es muy machito”, “ese es mi hijo, no se le dejó al otro… ¡y estaba más grande que él!” Frases como estas, las hemos escuchado y dicho miles de veces para aplaudir a un niño que responde en forma violenta a un ataque.
Sin embargo, lo que estamos fomentando al resolver estas actitudes es incapacitar al niño para que arregle sus problemas a través del diálogo y no con los puños. En un futuro, este Principito será un Sapo violento, incapaz de hablar ni con su Princesa, ni con nadie a su alrededor cuando se vea envuelto en algún conflicto. No es por alarmarlas, pero… ¿han visto las estadísticas de violencia contra las mujeres?
  1. Sentirse culpable: Es muy común, sobre todo en el caso de las madres que trabajan o las que son madres solteras o divorciadas (o ambas cosas), que tengan sentimientos de culpa por no “dar todo” a sus hijos. Es decir, creen que por el hecho de que no tengan un papá a su lado o no puedan estar con ellos todo el tiempo por estar trabajando, les están fallando a sus hijos. Este sentimiento, en muchas ocasiones las lleva a consentir en los hijos actitudes y comportamientos inaceptables, por no ser capaces de reprenderlos, puesto que ya nos sentimos lo suficientemente culpables por lo que consideramos sus “carencias”, como para encima darles un regaño a tiempo.
Si esta es tu situación, debes estar segura de que no le estás haciendo un favor a tu hijo y de que cualquier “carencia” que tenga, no la vas a suplir con exceso de permisividad. Siéntete completamente orgullosa de ti como mujer y como mamá, porque estoy segura que estás haciendo el máximo esfuerzo.
  1. Fomentar la irresponsabilidad: Permitir que falte a la escuela o deje de hacer su tarea con cualquier pretexto, que tire basura en la calle y no la recoja, entre otras cosas, solamente va a generar que el niño sepa que siempre podrá contar con una excusa. Dime algo: ¿cuántas excusas les has escuchado decir a tus Sapo?
  2. Fomentar la mentira: Nos llenamos la boca diciendo “todos los hombres son iguales”, “todos son unos mentirosos”, pero ¿cuántas veces has puesto a mentir a tu hijo por librarte de una carga tediosa? Puede ser desde la llegada de un cobrador hasta la llamada de una amiga a quien no quieres contestarle, pero si pones a tu hijo a mentir, el mensaje que estás enviándole es que con una mentirita blanca, siempre podrá salir bien librado de cualquier situación.
  3. Darle todo lo que te pide: Es un hecho que mientras más les des, más te pedirán. Debes enseñarlos a poner límites, poniéndolos primero tú. Está bien premiarlos cuando han hecho un esfuerzo sobresaliente, pero si ellos saben que pueden tener todo fácil, no valorarán nada. En un futuro, tampoco valorarán a la Princesa que les toque tener a su lado.
  4. No Asignarle labores en casa: Como son “hombrecitos”, no los enseñas a lavar trastes, lavar su ropa, barrer, trapear o cocinar, porque según la tradición, esas son labores propias de la “mujer”. Sin embargo, los hombres crecen dando por hecho que, como es nuestra obligación, tenemos que hacer todo por ellos, incluso cuando también trabajamos y contribuimos al gasto familiar. En un futuro, lo que estás creando es un Sapo atenido que no puede levantar ni el plato donde comió “porque para eso están las mujeres”. Rompe con ese estigma con tu hijo pequeño, para que en un futuro, respete y valore las labores domésticas y a la Princesa que las haga en su hogar.
  5. Resolverle por completo la vida: De vez en cuando, es bueno dejarlos conocer el precio de su irresponsabilidad. Por ejemplo: quizá tu hijo no apuntó la tarea o tomó algo sin pedirlo en otra casa. Dejarlo que se enfrente al regaño sin justificarlo ante los demás, lo hará ser más responsable de sus actos.
  6. Regañarlo cuando llora o cuando juega con muñecas: No hay peor muestra de machismo que decirle a un niño “los hombres no lloran” o “las muñecas son para las niñas”.  De entrada, el llanto es una expresión tan natural como comer o sudar, por lo tanto, no tiene porque estar prohibido. Además, si le enseñas a un niño a no expresar sus emociones, en un futuro tendrá muchos problemas para comunicarse y sobre todo, para comunicar amor a su Princesa y a sus hijos, puesto que el mensaje que le estás mandando es que expresar sus sentimientos es mal visto.
Y el tema de las muñecas… Diversos estudios han afirmado que los niños que de pequeños abrazan a las muñecas, les da menos miedo abrazar a los bebés recién nacidos y por lo tanto, al tener contacto cercano con sus hijos desde el primer momento, son también mejores padres y más comprensivos con sus esposas y solidarios en el cuidado de los hijos.
Y bien… Espero que estos puntos te hayan hecho reflexionar sobre tu papel como mamá de un Príncipe y comiences a ponerlos en práctica. Puedes estar segura de que muchas Princesas de mañana te lo agradecerán…
¡Nos leemos pronto!
Dedicado con mucho cariño a mis 3 hermanas: Marina, Silvia e Isabel, que de manera valiente han educado solas a sus hijos; y también, a mis Príncipes Diego, Daniel, “Ñoño”, Pablito, Isaac y “Cosi”.

jueves, 24 de febrero de 2011

"REINGENIERIA" DE PRINCESAS... Por Elena S.

El martes, cuando salía de trabajar y mientras esperaba a una de mis compañeras de trabajo para retirarnos de la oficina juntas, me detuve en el estante de libros que mi jefe ha dispuesto a la orden de los empleados a manera de biblioteca. Comencé a revisar cuál de los libros no había yo leído aún y entonces me encontré uno que de inmediato llamó mi atención: “Reingeniería Personal”, el autor es Gerardo González Rocha, por Editorial Diana.
El título llamó mi atención poderosamente, ya que, como les he comentado antes, mi enfoque profesional es en parte el análisis de procesos de trabajo y en algún tiempo fui Consultor en Sistemas de Calidad para Agencias Aduanales. Como parte del análisis de procesos, muchas veces me ha tocado “rediseñarlos” para eliminar pasos que no aportan valor, reducir tiempos y optimizar recursos, lo que en el argot se le llama “Reingeniería”.
Comencé a hojear rápidamente el libro y vi que además estaba ilustrado, lo cual me atrajo más aún. Admiré la forma en que el autor, que a todas vistas también era Consultor, utilizó conceptos aplicados a Total Quality Management, Planeación Estratégica, Kaizen, entre otros; para sugerir una “reingeniería personal”.
Tomé el libro, llené la papeleta y me lo llevé a casa. Ya en la noche, después de una larga junta de trabajo con los socios de mi jefe y de haberme embutido un California Nevado y un Plátano Tempura en el Restaurant Japonés donde fue la reunión (¡Ups! ¡Lo siento Ámbar, pero hubiera reventado si no te lo presumo!), abrí el libro y una frase llamó mi atención:
“Sólo se puede cambiar quien se posee, quien dirige su propia existencia”.
A pesar del cansancio, no pude evitar detenerme un momento en la lectura y la repetición de esa frase en mi cabeza, sobre todo, de la primera parte… “Sólo se puede cambiar quien se posee”.
“¡Wow!, no cabe duda que cuando el alumno está listo, el maestro aparece”, pensé, “justo les hablaba a las Princesas en el blog sobre la necesidad que a veces surge en nosotros de cambiar al Sapo y de lo frustrante que resulta el no poder hacerlo, debido a la triste realidad: no poseemos al Sapo, no nos pertenece”.
Pero bueno, como ya nos quedó claro que no podemos cambiar al Sapo del cual nos enamoramos, debido a que no nos pertenece y no podemos dirigir su existencia; nos queda entonces hacer lo mejor que podemos con nuestra propia vida, la cual SI NOS PERTENECE y SI PODEMOS CAMBIAR.
“¿Por qué cambiar?” Van a preguntarme algunas, sin duda.  Pues bien, en algunas empresas que me ha tocado asesorar, sus procesos de trabajo fueron buenos y funcionaron en su momento, bajo ciertas condiciones. Sin embargo, llegado cierto tiempo y bajo ciertos factores como competencia, cambio en las regulaciones, globalización, etc., estos procesos de trabajo se volvían obsoletos y, para seguir siendo competitivas y rentables, las empresas debían reinventarse, incluso cuando esto implicara destruir toda una metodología de trabajo.
Lo mismo pasa con las personas: seguramente la forma en la que hasta el momento te has comportado, te funcionó en algún tiempo, pero llega cierto momento en que es necesario destruir tus “procesos” mentales y de comportamiento para dar paso a una “reingeniería”.
Usando la idea del autor del libro y mi propia experiencia en análisis y rediseño de procesos, les presento algunos apuntes para lo que yo llamé “Rediseño de Princesas”. Espero les gusten y les sean de utilidad.
  1. Estudio Situacional: Este concepto nos sugiere que debemos conocernos a nosotras mismas, pero sobre todo, reconocer qué es lo que está pasando con nuestras vidas en estos momentos.  Aquí, no hay entrada para la negación. Si estás pasando por una crisis personal, debes aceptar tus sentimientos de coraje, odio, resentimiento, rencor, angustia, tristeza. Tienes que asumirlos, dejarlos fluir y una vez que lo hayas hecho, tendrás el control sobre ellos para no permitir que gobiernen tu vida.
Debes también conocer tu entorno laboral, social, académico, emocional, sentimental, económico, físico, tu estado de salud, tener claras tus ideas, valores y convicciones.
Es muy importante, que también te veas a través de los ojos de la gente a tu alrededor y que consideres objetivamente su opinión sobre ti, tu conducta y tu comportamiento, ya que ellos podrán ver cosas que tú, quizá no veas. Recuerda que dos cabezas piensan mejor que una.
  1. Determinación de objetivos: Una vez que sabes quién eres, donde estás, cómo te sientes, lo que te gusta y lo que no te gusta de tu situación actual, viene la siguiente parte: la determinación de objetivos. ¿A dónde quieres llegar?
Esto implica aceptar abiertamente la idea del cambio.  Puede ser un simple cambio de hábitos (como dejar de fumar, dejar de comer postres, hacer ejercicio, etc.) o algo más drástico (terminar con tu Sapo, cambiar de trabajo, volver a estudiar). Es aquí donde juegan un papel muy importante los objetivos.
Tus objetivos deben ser medibles y alcanzables. No es lo mismo decir “quiero bajar de peso” que decir “quiero bajar 5 kilos en 2 meses”, ni decir “quiero hacer ejercicio” que decir “quiero correr 30 minutos al día”.
De la misma forma y hablando de Sapos y Príncipes, tienes que tener muy en claro qué aceptas y qué no en una relación para saber qué es lo que quieres. A través de tu experiencia con los Sapos, seguramente ya has identificado ciertas conductas que no te son útiles en una relación: es momento de excluirlas de tu lista para hacer específicamente el requerimiento de lo que sí estás buscando en una nueva relación de pareja.
  1. Identificación de recursos: Cualquiera que sea el objetivo trazado, debes saber con qué recursos cuentas. Y, cuando hablo de recursos, no me refiero solamente a dinero. Me refiero también al principal recurso: tus ganas, determinación y fortaleza espiritual para lograr cualquier cosa que te propongas.  Te recuerdo además, que con Dios de tu lado todo es posible. Un recurso muy importante que jamás debes olvidar, es también el apoyo de tus amigos y familia.
  2. Análisis de Riesgos: Este concepto implica, que sea lo que sea que pretendas lograr, siempre existirán factores externos que podrían dificultarte el camino. Analiza estos factores y considera de forma realista cómo es que podrían impactar en el logro de tus resultados. Debes estar siempre preparada, porque el no considerarlos, podría hacer que tuvieras muchas decepciones y hacerte desistir en el camino.
  3. Definición de estrategias: ¡Ahora sí! Estás lista para definir específicamente, qué es lo que vas a hacer. ¿Quieres aprender un nuevo idioma? Aquí es donde aplica el entrar a estudiar, seleccionar escuela, horario, etc. ¿Quieres mandar a volar a tu Sapo? Pues… aquí es donde decides cómo lo harás para salir mejor librada posible. ¿Quieres bajar de peso? Es aquí donde te pones en manos de un nutriólogo, entras al gimnasio, etc.
  4. Determinación de tiempos: La mayoría de los aspectos en el terreno personal pueden ser determinados por tiempos, excepto uno: cuando se trata de curar un corazón roto. Este es el único caso, en el cual no puedes ponerte un límite exacto, puesto que cada corazón sana a su propio paso.  Lo importante es tenerte paciencia, aceptar tus emociones y sentimientos y permitir que la vida siga su curso. Y… como ya nos dijo Ámbar… ¡amarnos a nosotras mismas!
Pero todo lo demás, si puede y debe ser programado. Por ejemplo: Tú quieres comprar un coche; debes saber el monto del coche y conforme a tu sueldo, sabrás en cuánto tiempo puedes pagarlo.
  1. Evaluación de Resultados: Una vez transcurrido el tiempo, debes revisar tus resultados para saber qué tan efectivas fueron las acciones realizadas para lograrlos. Probablemente tú encontraste al Príncipe de tu vida, al que llenó todas las expectativas y requisitos de inicio,  pero al pasar los meses, te das cuenta que es un Sapo. O quizá, te propusiste bajar 5 kilos en 2 meses, y pasado el plazo, te das cuenta de que solamente bajaste 3. Debes evaluar qué fue lo que determinaste como objetivo y que fue lo que conseguiste. De la evaluación de resultados, depende el siguiente paso.
  2. Implementación de Acciones Correctivas y Preventivas: Muy bien. Ya conoces la diferencia entre lo que te propusiste y lo que finalmente lograste. Probablemente, no fue el resultado que tú esperabas. Dentro de las herramientas de gestión de calidad, hay una muy importante que es el “análisis de causas”. Esto funciona como un examen de conciencia donde tú debes evaluar por qué fallaste al momento de conseguir tu objetivo, desde distintos aspectos, tomando en cuenta las causas internas (lo que sí estuvo en tus manos) y las externas (lo que no dependió de ti). Este ejercicio requiere de una total honestidad contigo mismo, pues de aquí dependerá el siguiente paso: ¿qué harás para que no te vuelva a ocurrir?
Por ejemplo: Acabas de terminar con tu Sapo. Ya sabemos que te sientes triste, devastada, etc., pero, una vez que aceptas esto debes pensar en qué fue lo que hiciste o dejaste de hacer para que esto sucediera de esta forma (seamos honestas, no de todo tienen la culpa los pobres Sapos). No trates de responder por tu Sapo, responde únicamente sobre la parte que a ti te corresponde. Una vez que la identificaste, aprende de esta experiencia para que, en tu siguiente relación, no vuelva a ocurrirte.
El aprender de la experiencia, implica realizar los cambios o acciones necesarias a tu conducta. Quizá fuiste muy impaciente, muy posesiva, muy fría… La siguiente vez, ya no va a pasarte, si es que aprendiste de esto.
Bueno niñas, quien me conoce va a regañarme seguramente por este artículo, porque ni en el blog dejo de enseñar sobre Calidad. Pero, ¿qué quieren que haga?, si no puedo “negar la cruz de mi parroquia”.
Espero que esta pequeña clase les sirva para lograr cualquier cosa que se propongan… Recuerden por último que “El que no sabe a donde ir, cualquier camino es bueno”.

miércoles, 23 de febrero de 2011

"NO PORQUE SE MUERA UN SAPO, SE HA DE SECAR EL PANTANO".. Por Elena S.

Hace pocos días, estaba con mi hermana Marina platicando sobre la triste historia de la misteriosa desaparición de Don Sapo (para mayor referencia, ver mis entradas anteriores, que ya bastante se ha abordado el tema).
Trataba yo de decidir cuál sería el mejor método para suicidarme: no sabía si cortarme las venas con un ejote o envenenarme con fruti lupis pasados de azúcar.
De pronto, Marina me dijo: “Recuerda siempre una cosa: no porque se muera un chivo se ha de terminar la birria”.
De inmediato, la frase que mencionó mi hermana me sacó del vaso de agua donde pretendía ahogarme (también pensé en ese método, pero ese día no me tocaba lavarme el cabello, así que desistí) y me arrancó una gran carcajada. Levanté la cara y seguí sonriendo…
Debido a que el hábitat natural del chivo, no se parece en absolutamente nada al pantano, decidí hacer mi propia versión de la frase que Marina me dijo.  El resultado final es el siguiente:
“No porque se muera un Sapo se ha de secar el pantano”.
Desde que comencé a escribir sobre Don Sapo, varios Sapos del pasado han venido a mi memoria. Unos me hicieron reír o llorar más que otros, pero definitivamente, el proceso natural para todos fue el mismo: el amor por ellos nació, en algún momento se multiplicó, llegó a su escala crítica y dolió… y finalmente se murió.
¿Y saben por qué pasó eso con cada uno de mis Sapos?... Es simple: absolutamente todo en esta vida, tiene un ciclo. No hay nada que permanezca estático, por algo dicen que en el mundo la única constante es el cambio.
Muchas veces queremos “prolongar artificialmente” la vida del Sapo en cuestión.  Esta actitud, aunque es completamente natural, pues a nadie le gusta “perder” algo que considera suyo, es completamente inútil y muy desgastante.
Si en este momento te encuentras tratando de prolongar la estancia de tu Sapo en tu pantano (Sí… dije “pantano”, no “palacio”), te invito a reflexionar sobre las siguientes “frases hechas” y muy conocidas, según la humilde apreciación de la Princesa Elena...
  1. No porque se muera un Sapo se ha de secar el pantano. Así es chicas, si de algo podemos estar seguras es de que Sapos hay muchos. Por  lo tanto, al morir un Sapo lo más probable es que todos los demás se acerquen al velorio, con el afán de consolar a la pobre “viudita”. Si tú eres esa Princesa viuda a la que se le acaba de morir su Sapo, solamente te recuerdo que no estamos buscando a un Sapo, si no al Príncipe, así que ten mucho cuidado con quien te permites consolarte.
  2. Si amas a un Sapo, déjalo saltar libre de lirio en lirio; si regresa, es tu Sapo; si no regresa, es que otra Princesa incauta se quedó con él. No hay nada peor que pretender retener a alguien a la fuerza.  Como lo he dicho antes, esto constituye una completa falta de respeto, no solo para el Sapo, también para ti.  Así que si tienes un Sapo que no quiere quedarse contigo ¡déjalo que se vaya! No es arte de magia, no existe una receta para esto, es cuestión de una tremenda fuerza de voluntad. Pero estoy segura, que tú la tienes.
  3. Nadie te quita a un Sapo que es tuyo. Por más que culpemos a las otras Princesas – Brujas de quitarnos a nuestro Sapo, al destino, al karma, etc., si un Sapo no quiere ser tu Príncipe, simplemente no lo será y punto.
  4. Cuando una Princesa se queda con tu Sapo, la mejor venganza para ella es… ¡que se quede con él!  Personalmente nunca me he quedado con el Sapo de nadie (siempre los regreso) ¿por qué?... es simple, si es un Sapo demuestra tan poca lealtad como para andar buscando Princesas teniendo ya una, pues no estaría exenta de que ese Sapo me hiciera una trastada a mí. Así que de nada vale ir a gritarle a la Princesa mala que te robó tu Sapo, apedrearle el coche, hacerle brujería, etc. No niñas, tenemos muchos más recursos intelectuales y espirituales que eso. Somos Princesas valiosas y como tales, debemos preservar siempre ese valor, que a la larga, es lo único que el Sapo no nos puede quitar. Te aseguro, que Dios se encargará de darle a cada quien lo que le corresponde, sin que tú tengas que mover ni un dedo. Es cuestión de paciencia y fe…
  5. Sapo que no has de querer… ¡¡déjalo correr (o saltar)!!  Si ese Sapo definitivamente no es tu Príncipe y tú ya lo descubriste… ni lo pienses, dile ¡Adiós!
  6. Disfruta del Sapo Horroroso, mientras llega tu Príncipe Hermoso. No hay nada en este mundo tan serio que no merezca una sonrisa. Podrá ser que te hayas vuelto coleccionista de Sapos últimamente (como yo). Piensa que todo lo aprendido con estos Sapos te prepararán para disfrutar y valorar al Príncipe maravilloso cuando éste por fin llegue a tu vida… y si tarda en llegar, piensa que ¡un Sapito que otro de vez en cuando no cae mal!
  7. La ocasión hace al Sapo. Las relaciones de amor, son dar y recibir. Si tú solo esperas recibir, pues seguramente tu Sapo se irá con quien si pueda y quiera dar. Si tienes un Sapo o Príncipe y crees en esa relación, aliméntala y nútrela porque si no, podría morir por inanición.
  8. No por mucho madrugar, llega el Sapo más temprano. Esto va en especial para todas las Princesas desesperadas por un Sapo – Príncipe. El amor llega cuando menos lo esperas. Si lo buscas y te desesperas, no llegará, porque no estarás lo suficientemente receptiva para identificarlo. Te conformarás con cualquier Sapo porque esperas ilusamente que este si sea el Príncipe. Si ahorita estás soltera ¡disfruta esta etapa! Sal con tus amigas, haz ejercicio, aprende algo nuevo. Haz algo por seguir cultivando a la Princesa maravillosa que eres y deja que la vida siga su curso, podría sorprenderte…
  9. Los Sapos no cambian. Pero en el caso de que cambien, también cambian de Princesa. El amor implica aceptación. Si tú dices amar a tu Sapo pero lo presionas por cambiarlo, al grado de llegar a faltarle al respeto a su esencia, te aseguro que cambiará… ¡pero de Princesa!  Si quieres un perro cómprate un perro, si quieres un gato cómprate un gato, pero no le pidas al perro que maúlle porque definitivamente va a seguir ladrando.
  10. La Princesa que no tiene suerte con los Sapos ¡no sabe la suerte que tiene! Si tú te sientes triste y desdichada porque según tú “nadie te quiere” y “ningún Sapo te pela”, ¡alégrate! Si no estás ocupada con un Sapo, podrás estar libre cuando el Príncipe llegue.
Y bueno, después de estas “frases saperas”, me despido de ustedes por hoy reiterando: “No porque se muera un Sapo, se ha de secar el pantano”.
¡Gracias por leernos y hasta la próxima!

martes, 22 de febrero de 2011

"CARTA DE DESPEDIDA"... Colaboración Anónima

Agradezco enormemente a la valiente y hermosa Princesa que nos envió esta Carta de Despedida…

Mi amiga nos pide omitir su nombre, pero yo a ella le digo (porque sé quién es), que la quiero mucho y que le doy Gracias por todo lo que ha hecho por mí…

Con cariño, Elena S.


“Despedirme de ti… Esto debe ser una de las cosas que más me costaron y dolieron.

Me cuesta abordar el tema, no es placentero para mí, pero hay que hacerlo. Las cosas se dicen o se callan y en este momento no es cuestión de volver a callar, sino de decirlas todas.

¿Qué nos pasó?.. No lo sé. Si lo supiera, serias la primera persona en decírselo, te aprecio demasiado y significaste mucho como para callarme algo esencial en nuestras vidas. Yo no te voy a preguntar por qué te fuiste… porque eso fue  lo que paso.  Poco a poco te fuiste alejando hasta que llego el día que no regresaste. Ya ves el resultado, y hay veces que el silencio es la mejor respuesta.

Mucho me temo que la forma en que tú me quieres o me quisiste es diferente a la mía. Quizá parte del amor consista en eso, saber decir adiós no dejando que nuestros sentimientos interfieran en lo que, probablemente, al final sea mejor para aquellos a quienes amamos.


¿Sabes? Hubo un momento en el que creí que todavía te conocía, pero cuando desapareciste aquel día y me dejaste ir, me quedé,  además de perpleja, muy dolida. Me convencí realmente de que tú ya no me querías y que no podía seguir aferrada a un amor que dejó de pertenecerme desde hacía mucho tiempo. El hecho de que estuvieras tanto tiempo tan lejos de mí siempre me lo mostró, y no lo quería ver, vivía negándolo , a lo mejor demasiado tarde pero ahora lo veo con claridad.

Es difícil seguir andando cuándo estás atado a algo y eso que te ata resulta ser algo que amas con más fuerza de las que tienen tus piernas para caminar hacia adelante.

¿Sabes algo? Voy a tratar de salir de esto sin mentir a nadie. Ni a la gente que me rodea, ni a ti, ni a mí. No voy a salir a decir que no te amo, porque es mentira; y ya me mentí a mi misma al estar contigo, pensando y deseando que todo iba a pasar y seguiríamos con nuestros (mas bien “mis”) planes e ilusiones de que un día no muy lejano seriamos muy felices. Y ya ves, cómo me fue… por eso no más mentiras, no más engaños, solamente verdad, y que esta vez, sea lo que Dios quiera…

No voy a decirte que no te extraño, porque no hay un minuto en el que no te cruces por mi cabeza. No voy a decirte que no te necesito,  porque me haces falta y… tal vez hoy más que nunca. No voy a decirte que no quiero llamarte porque no respiro cada vez que tengo el teléfono en mi mano y siento el impulso de llamarte solamente para escuchar tu voz (¡Sí! ya sé que eso te choca, que sólo debo llamarte cuando sea realmente necesario…).

Tampoco voy a decirte que no quiero que me llames, porque en lo primero que pienso cuándo suena el teléfono es en tu voz.

Tal vez a muchos les funcione odiar para olvidar; para mí, el odio es una forma más de recordar…

De las quinientas cartas que creo escribí estos últimos días, esta es la que va a ir a parar a tus manos porqué es la más sincera pero también la que más me duele, porque la verdad, duele a pesar de todo.

Con lágrimas en los ojos y viendo al cielo he decido despedirme de ti, de este amor que me humilla, me lastima y me engaña.

Se que lloraré al despedirme de ti, pero creo que será menos de lo que lloraré si me quedo a tu lado.

Extenderé mis alas (las quiero recuperar ya que hubo muchos días que sentía que me dejaste sin pies y sin alas, sin rumbo alguno) y buscaré otro horizonte para ser feliz. Uno donde sea una persona  no como un mueble, donde me tomen en cuenta y mi opinión valga , donde me hagan sentir importante pero sobretodo amada, y que sean escuchados mis puntos de vista y necesidades,  en donde sea prioridad y no una opción más, quiero encontrar algo hermoso para mí y mi hija,

Ahora sé que sí,  quiero ser feliz, para disfrutar la vida llena de amor y sinceridad. Necesito ponerle a mi vida esas alas que tal vez sin querer le arrancaste en un descuido.

Hoy solo me atrevo a  escribirte con el simple motivo de que sepas que me doy por vencida. Respeto tu decisión aunque eso no implique que esté de acuerdo.  Me alejo de tu vida, te dejo que seas feliz.

La verdad, que fue un gusto enorme conocerte (aunque alguna vez cegada por el dolor haya dicho lo contrario) de verdad, y mucho más maravilloso fue amarte y tenerte conmigo.

Te devuelvo esos pensamientos que pusiste en mi cabeza. También los que vas a poner. Cosas que ni pasaron, no pasan y tampoco van a pasar. Yo me quedo con lo que creo que es verdad.

Te devuelvo las mentiras que no te pude creer, ¡no las quiero! me quedo con los hechos que hablan de ti por si mismos.

Te devuelvo las ganas de sentir un abrazo, un beso tuyo, te devuelvo el deseo de escucharte decir te amo.

Te devuelvo mis ilusiones y planes de  presumir orgullosamente a “mi familia” que a lo mejor no era perfecta pero era “mi familia”  con la que desde pequeña soñé.

Te devuelvo también  el desprecio y el sabor amargo que dejaban en mi alma tu indiferencia y  frialdad hacia conmigo.

Te dejo mi deseo de que seas realmente feliz, te dejo mi rezo a Dios para que otra te pueda ver como yo te veo y amarte como te lo mereces, pero sobre todo que pueda hacerte feliz.

Te dejo las cosas materiales… sólo se irá conmigo todo lo que aprendí.

Lo único que tendré que compartir de ahora en adelante contigo es a nuestra hija y te pido por favor  que a ella no la hagas sufrir, que intentes ser el mejor de los padres y amigos.


Hoy después de todo este tiempo y de varios intentos de hacerte entrar en razón y de intentar cambiar tu decisión de ya no estar más conmigo,  renuncio a mis sentimientos, renuncio a ti…  aunque me duela, te dejo ir…

OTRA DE SAPOS... Colaboración Anónima

Queremos agradecer la participación y aceptación que ha tenido este blog desde su creación. Valoramos todos sus comentarios y sus historias, porque nos enriquecen y nos dejan un mensaje positivo.
Les pedimos que sigan mandando sus historias, las cuales publicaremos con mucho gusto en nuestro espacio, fomentando el respeto por todas las opiniones recibidas.
Recuerden que este espacio es suyo, por lo cual les compartimos ahora un relato que nos hizo llegar una chica que nos solicitó permanecer en el anonimato.
Sus amigas: Ámbar, Elena y Wendy, creadoras “intelectuales y materiales” de este espacio; le damos la más cordial bienvenida a esta nueva colaboración.
De nuevo muchas gracias y aquí les va la historia…

“Hoy yo quiero contarles una de las millones de anécdotas que tengo en la cabeza, que hablando de Sapos, se me vienen a la mente.
Y es que así somos las mujeres: por más que sufrimos y decimos “jamás nos volveremos a enamorar”, lo hacemos en cuanto llega un nuevo sapo a nuestras vidas y lo hacemos por que cuando estamos dañadas lo único que buscamos es cariño, amor y comprensión… pero ¿de qué sirve todo eso si al final nos dejan igual o peor de dañadas?

Yo soy una de las mujeres que se enamoró de un sapo que me humilló y me pisoteó a más no poder, pero hasta el momento que yo decidí que todo eso iba a acabar, acabó. Si, porque nosotras tenemos el control de nosotras mismas y todos los sapos llegan hasta donde nosotros lo permitimos.
En realidad, un hombre nunca cambia ni con todo el amor del mundo, pero cuando el Sapo siente que te está perdiendo, trata de conquistarte de nuevo mandándote esos mensajitos que no te mando por mucho tiempo y cuando sabe que estas saliendo con otra persona lo único que quiere hacer es confundirte para que regreses de nuevo y siempre trata de buscarle un millón de defectos a esa persona que podría ser tu príncipe... y justo cuando decides decirle que ya no lo amas el sólo se burla y a pesar de todo el daño que te causo, de dejarte el corazón roto y con el autoestima por los suelos, él sigue creyendo que puede contigo, que aun lo amas.
Y crees que tu vida va a ser mejor y llega de nuevo otro Sapo que al principio es tu príncipe, que te manda mensajes día y noche, que todo el día puedes estar con el en el Messenger sin aburrirte, que parece ser el ser más honesto que puede haber sobre el planeta tierra y así es por mucho tiempo, pero cuando él siente que ya te tiene segura se olvida de esos mensajes lindos que te hacían vibrar, que te hacían sentir que él le daba color a tu vida.
En realidad todos los sapos se acercan a nosotras con un fin en común: el sexo; al cual los hombres son adictos. Creen que sin él no pueden vivir, pero me pregunto yo: ¿es tan necesario?
Pasé noches, días, horas, minutos de mi vida llorando por este Sapo, porque no me quería. Si no me hacía una cosa me hacía otra y, a pesar de eso yo lo perdonaba porque lo amaba. Recuerdo la vez que me dejó “por mi edad”, porque decía que como yo era más chica que él, no le podía dar lo que él quería, que él era mayor y su necesidad no eran los besos si no otra cosa…
Esa noche no dormí de pensar que pasaría conmigo. Estuve dando vueltas sobre la cama y al final encontré la solución: METERME CON EL. Al día siguiente tome mi teléfono le marque y le dije que ya había encontrado una solución para que pudiéramos estar juntos, él contesto con voz seria: “¿qué solución?” Yo le dije: “pues quiero estar contigo” y el dijo: ¿en qué sentido? Yo le dije: “en el sentido corporal, ya decidí que no voy a dejarte ir solamente por eso”
Quedamos de vernos en el lugar de siempre y a la hora de siempre. Toda la tarde estuve pensando como sería. Se llegó la hora, me arregle y me fui. Todo el camino pensé si era bueno o era malo, no pensaba en nada en ese momento, solo pensaba en mi Mamá.
Cuando llegué al lugar, no sabia que reacción tener. Lo único que le dije es: “no puedo”. Le di un millón de explicaciones pero nunca me entendió. Esa noche llegue a mi casa y toda la noche llore con la canción “Por qué es tan cruel el amor” de Ricardo Arjona. Yo sabia que a pesar de amarlo como lo amaba, no me sentía preparada para estar con él.
Desde ese día ya no quiso saber nada de mí. Dure aproximadamente 1 año y medio llorando por él. Gracias a Dios lo superé y hasta hace poco deje de tener comunicación con él.
Un Sapo es difícil de olvidar, pero lo mejor que podemos es sacarlos de nuestras vidas lo más pronto que podamos, porque lo único que hacemos es dañarnos nosotras mismas viviendo con la tonta ilusión de que algún día va a cambiar y seremos felices.
Toda princesa quiere un final feliz, pero en la vida real, hay momentos de felicidad pero la felicidad plena y duradera no existe.
 A pesar de todo lo que me hizo y todo lo que sufrí, no le tengo rencor ni coraje. Simplemente le doy gracias a la vida por haberme permitido conocer ese tipo de gente porque ahora cuando conozco a un nuevo sapo, se cuando estoy cometiendo errores y me retiro antes de enamorarme y sufrir de nuevo.
Mi vida cambio después de él, soy un poco más madura y a pesar de mi edad soy una persona que entiende con claridad qué es el amor y que en el amor sólo se vive el momento y ese momento hay que disfrutarlo. Tal vez en el mundo aun queden algunos príncipes, pero esos príncipes son muy difíciles de encontrar, así que debemos vivir la vida con los ojos muy abiertos y no dejarnos engañar por cualquier Sapo que se dice PRINCIPE.”

lunes, 21 de febrero de 2011

Educando Princesas... Por Elena S.

“¡Mira Tía! – Gritó emocionada mi sobrina Azul – “la foto de cuando ‘vivieron felices para siempre!’”
La foto que Azul estaba viendo, fue un cuadro en color sepia donde estaba mi hermana Marina vestida de novia con su ahora ex esposo, un espécimen de Sapo que ni siquiera me atrevo a clasificar por quedarme corta en cualquiera de mis descripciones, pero del cual, espero que Marina se atreva a contarles por ella misma, la experiencia vivida a su lado y los alcances de su peligrosidad. Lo único que yo puedo decirles de ese Sapo en especial es que, si en mi estuviera, lo encerraría en el serpentario de algún zoológico, en una vitrina blindada con una etiqueta que dijera “PELIGRO: EJEMPLAR ALTAMENTE VENENOSO”… pero bueno, esa es otra historia.
Volviendo a la foto, estaba tirada en un rincón de la casa de Marina, poco después del divorcio y de la “distribución de bienes” que “cortésmente” decidió hacer el ex Sapo de mi hermana (el muy desgraciado sacó las cosas de mi hermana, de la casa que compartieron juntos durante su matrimonio y las tiró afuera de la nueva casa de mi hermana… ¡¡para poder meter a su amante!!).
Pero Azul, con apenas 4 años de edad y completamente ajena a todas las atrocidades que mi ex cuñado Sapo hizo mientras formó parte de mi familia, se quedó encantada viendo el vestido de novia que lucía Marina  hace ya muchos años… “Vivieron felices para siempre…”.
Mucho nos quejamos de los Sapos: de si “todos son iguales”, desgraciados, alimañas, tepocatas, víboras prietas, cucarachas, ratas de 2 patas y todo el lenguaje florido que nuestro ex Presidente Vicente Fox en sus discursos, y Paquita la del Barrio, Lupita “Dales recio”, Gloria Trevi, mi comadre Jenny Rivera, la “Tesorito”, la “Señorita Laura” y toda la comunidad oficial de mujeres contra hombres utilizan en todas sus apariciones públicas y hasta gozamos tremendamente porque ellas si se atreven a decirlo, lo cual a nosotros, modositas princesas que hemos sido educadas para agachar la cabeza y obedecer ciegamente al Sapo que nos toque (con la vana ilusión de que algún día será un Príncipe), no nos atrevemos a decir…
Pero haciendo un poquito de examen de conciencia y reflexionando sobre las palabras de Perla, en sus comentarios sobre La Opinión de un Príncipe (para mayor referencia, ver entrada anterior); les comparto algunos puntos, sobre la parte que nos corresponde. 
Una parte muy importante de esta “culturización” de Príncipes y Princesas, es precisamente la educación de nuestras Princesas. ¿Te has puesto a pensar qué les estamos enseñando a las Princesas de mañana?... Pues bien, aquí te van algunos ejemplos:
1.        Nos quejamos amargamente de que los hombres nos ven como objeto sexual, que solamente se fijan en una cara bonita y en un súper cuerpo y que si no cumples con ese estándar, te dejan por otra que si lo cumpla… pero llamamos a las niñas con apodos como “Gordita”, “Ballena”… e incluso hacemos distinción entre “La Bonita” y “La Fea”, tratando mejor a la primera, les hacemos eso a las niñas ¡de nuestras propias familias! El mensaje que estamos mandando a nuestras Princesas es que si eres bonita, tienes la vida resuelta y a las menos agraciadas, hacerlas sentir que tendrán mucha suerte si algún Sapo (Sí… ¡el que sea!) les “hace el favor” de fijarse en ellas. No digo que esté mal que enseñemos a las niñas a cuidar su cuerpo, pero hay que inculcarles el hábito del ejercicio, enseñarlas a comer saludablemente. Me horroriza ver la televisión y encontrarme con que un alto porcentaje de enfermas de anorexia y bulimia, son niñas de apenas 8 años. Les pregunto: ¿queremos llenar nuestro mundo de Barbies preciosas y flaquísimas, pero “huecas”?
2.       Otro malestar común entre nosotras, que a mí en lo personal me ha dolido mucho desde que salí de la universidad, es que a los hombres se les paga más y tienen más oportunidades en el ámbito profesional que las mujeres.  Sin embargo, educamos a las niñas para que estudien “mientras encuentran quien las mantenga”, por lo tanto, convertimos la formación profesional en una antesala para el matrimonio. Y después, la consecuencia; muchas princesas divorciadas o separadas, con una tremenda impotencia y miedo, e incluso en muchas ocasiones, incapacidad total para integrarse a la vida laboral, puesto que su “Príncipe” siempre “cuidó de ellas”. De hecho, podemos conocer casos de muchísimos “pseudo- príncipes” utilizando el dinero y la manutención económica como parte del abuso y del chantaje hacia sus Princesas, despertando el terrible miedo de las mujeres a la independencia. Hubiera sido mucho más fácil, si desde pequeñas inculcamos en ellas el hábito de la lectura, el inscribirlas a distintos talleres para que descubran su vocación, fomentar en ellas el verdadero deseo de superación tanto profesional como espiritual y el fortalecimiento de su auto estima; para que entonces, el casarse sea una elección y no una obligación o un “último recurso”.
3.       Las películas de Disney, los cuentos de hadas… Si, son maravillosos y divertidos; es más… ¡me declaro fanática de ellos! Sin embargo, nada más alejado de la realidad que hacer creer a la Princesita que la vida es un cuento de hadas y que cuando su Príncipe venga en su caballo blanco a rescatarla de la altísima torre donde la bruja mala la tiene encerrada, será completa y feliz. Es un hermoso sueño, pero debiéramos decirles que la vida real no siempre es tan bonita. Sufriríamos menos decepciones si hubiera cuentos de hadas en donde la Princesa es una mujer completa, con o sin Príncipe… Por favor: ¡saquemos a nuestras Princesas de la Torre!
4.       Enseñar a las niñas a estar alertas, predicando con el ejemplo. Podemos decirles a las Princesas que el maltrato físico, sexual o psicológico no son aceptables bajo ninguna circunstancia; pero si nosotras mismas lo permitimos con nuestros Sapos, ¿qué creen que la Princesita retenga, lo que escuchó… o lo que presenció?
Probablemente tú tienes hijas, sobrinas o hermanitas pequeñas. Muy seguramente, has conocido a más de un Sapo en tu vida. Haz que tu experiencia no sea inútil. Puedes cambiarle la vida a tu Princesita, si la preparas para ser una mujer independiente.  En un futuro, ella tendrá más armas para enfrentar la vida y ser verdaderamente feliz… con o sin un Príncipe a su lado.
Dedicado amorosamente a las Princesitas de mi vida: Carla, Alondra, Lupita, Daniela, Helena, Azul y Karely…

LA OPINION DE UN PRINCIPE, Por Elena S.

Hola chicas, deseando que tengan una excelente semana, me permito compartirles un mensaje que llegó a mi buzón de entrada en Facebook, escrito por un hombre…
“Fíjate que tienen razón, los hombres somos unos sapos o pueden decir una basura pero la basura se puede reciclar y convertirse en algo hermoso, como también nosotros podemos aprender de nuestros errores.  Si todos nos amargáramos de los errores o fracasos en nuestra vida el mundo estaría lleno de gente infeliz, quizás Dios nos limpia el camino o elimina obstáculos para que llegue la persona que llenara nuestras vidas de alegría nos valorara por lo que somos y completara nuestro ser. En lo personal, a mi me ha tocado estar en los dos extremos. He hecho daño y me arrepiento de ello, me han hecho daño y no me arrepiento de haber amado pues me hizo feliz, que aunque fue una felicidad efímera, pero fue un lindo episodio de mi vida... Yo se que encontrarás tu príncipe y lo demás quedara en olvido ¡¡Vas a ser muy feliz!!”
Agradecemos las porras del remitente de este mensaje. Personalmente, me da muchísimo gusto que estas historias que de todo corazón compartimos con ustedes para enviarles un mensaje de esperanza y aprendizaje, sirvan también para que algunos hombres tomen conciencia… ¿Ustedes qué opinan, niñas?

sábado, 19 de febrero de 2011

EL SAPO INGRATO, Por Elena S.

En uno de tantos días en los que íbamos a trabajar. Nuestra querida amiga y co-creadora de este blog, Ámbar; me hacía el favor de pasar por mí en su coche, ya que somos muy pero muy vecinas…
En el trayecto, Ámbar puso el último CD de Gloria Trevi, “Una Rosa Blue”. Disfrutábamos la música cuando de pronto suenan las notas de un mariachi.  Mi corazoncito tapatío, de inmediato dio un grito de esos llamados “wacos” y con el “¡¡Ajúa!!”, empezó la Trevi, con la siguiente frase, a cantar la pegajosa y adolorida canción: “¡¡¡Ay Ingrato!!!.... ¡¡¡Pero qué bueno estás!!!...  y luego la melodía: “Ingrato: ¡¡¡ ¿dónde estás?, ¿dónde estás?, ¿dónde estaaaaaaás?!!!”. 
Eran los tiempos en los que sufría por un personaje, al que cariñosamente nombraré el “Sapo Ingrato”, en honor a la canción. 
Sin afán de sonar romántica, les contaré que el Sapo Ingrato llegó a mi vida una noche de hermosa luna llena. De inmediato, su sonrisa, su porte, su estatura y sus súper pompas captaron mi atención. Obviamente mis ojazos tapatíos no le fueron indiferentes porque de inmediato, la atención fue correspondida y cuando acordamos, ya estábamos saliendo.
Pronto descubrimos que teníamos muchas cosas en común, ¡incluso cumplimos años el mismo día! Pasábamos las horas platicando, tanto que ni el tiempo sentíamos cuando estábamos juntos y no había forma de que el Sapo Ingrato (que entonces, como todos, también era mi Príncipe) no viniera a mi memoria sin arrancarme una enorme sonrisa.
Estábamos en la mejor etapa de nuestro idilio, cuando una noche llega el Sapo Ingrato a mi casa y me pregunta con su hermosa sonrisa, su 1.90 m de estatura y su voz de “macho mexicano” de películas de Pedro Infante:
- Chaparrita hermosa- debo mencionar que mido 1.67 m, pero para él, era como “La Marujita” y el “Sargento Refugio” en Chespirito.- Quiero preguntarte algo en serio…
-  Dime, mi amor…- Contesté un poco extrañada.
- ¿Hasta dónde quieres llegar conmigo?- Me pregunta mi hermoso Sapo Ingrato.
- “Pues, por lo pronto de aquí a mi cuarto, papacito”… - pensé para mí (ese día se veía especialmente guapo y no pude evitar imaginarme como se verían esos pantalones Levy’s… en el piso de mi habitación).


Después de pensarlo un poco contesté:
- Amorcito: me encantas y estoy disfrutando muchísimo esta etapa. Me gustaría seguirte conociendo…
- No respondas con evasivas, Elena – me contestó en tono serio – Yo quiero algo “en serio” contigo…
¡Auch!... Imaginen mi cara de idiota espantada, al saber que el Sapo Ingrato quería algo muy en serio.  Pronto sentí como mis alitas hasta entonces libres de volar por todo lo largo y ancho de la República Mexicana (y de besar cuanto sapo se me atravesara en el trayecto), comenzaban a desplumarse… el Sapo Ingrato quería algo así como “casorio” y eso significaba que sería mi Príncipe por siempre, que ya no habría más Sapos en mi vida….
-          Te estoy tomando muy en serio…- le contesté yo - pero no esperaba que me dijeras algo así, siento que es muy poco tiempo…
-          Elena, yo ya tengo 37 años, no quiero jugar.  Hay muchas cosas de ti que me hacen creer que eres la mujer con quien me quiero (volver a) casar, solamente hay algunas cosas que me gustaría que cambiaras…- Me dice mi Sapo Ingrato…
-          ¿Cosas? ¿De qué hablas? – Mi vanidad no permitiría jamás que alguien me dijera “tienes que cambiar”.
-          Sales mucho, Corazón, además trabajas y vives sola... nunca cocinas y ni siquiera sé si lo sabes hacer o no. Eres demasiado “amiguera”, no me gusta cuando salimos y te la pasas saludando a cuánto cabrón se te pone en frente.  Además, tu trabajo no me gusta, porque te la pasas tratando con puro Agente Aduanal y es de todos sabido, que todos esos son unos cabrones que nada más andan viendo a ver quien cae... (¡Ups!... ¿Les dije antes que “Don Sapo” es Agente Aduanal?).
Al escuchar esto, me levanté del sillón de la sala de mi casa donde cómodamente estaba sentada y tomé un enorme vaso de agua que me ayudara a digerir lo que escuchaba.  El Sapo Ingrato quería algo en serio conmigo… pero al mismo tiempo, quería cambiar gran parte de mi identidad y algo que me encantaba y que era mi razón de existir: mi trabajo como Consultor de Agencias Aduanales.
Al ver mi cara de turbación, mi Sapo Ingrato me dijo: “quiero que lo pienses, no me respondas ahora”. Se fue de mi casa con esa sentencia (y sin entrar a mi habitación) y yo me quedé allí sin poder dormir, pensando en lo que significaba la propuesta que el Sapo Ingrato me estaba haciendo…
Al consultar con mis hermanas, mamá, amigas, conocidas, almohada y demás involucradas en el “Consejo”, tomé una decisión: Aceptar en mi vida al Sapo Ingrato.  Estaba totalmente convencida de que “si no lo amarraba, se me iría el tren”. Dejé de antrear, le bajé a mi fiesta y a todos los excesos que a mi Sapo Ingrato no le gustaban, hasta leí un libro que me recomendó, donde mencionaba que la pareja era lo más importante del mundo por los siglos de los siglos.
Pero Dios, que es más sabio que yo y que todas mis Consejeras, tenía una respuesta mejor: pasados algunos días, el Sapo Ingrato desapareció momentáneamente, con el pretexto de que tenía mucho trabajo (pretexto universal por cierto, seguramente es parte de algún manual masculino). Al poco tiempo hablamos y no van a creer lo que me dijo:
-          Mi reina, es que yo no sé qué tan en serio te estés tomando tú esto… - Así me dijo el desgraciado, ¿pueden creerlo?
Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando.  Después de decir “Sí, acepto”, “¡Va! ¡Me la juego!", el Sapo Ingrato se atrevía a preguntar si lo estaba tomando en serio, ¿no se trataba de eso o qué?
Entonces, haciendo aplomo de dignidad dije:
-          Lo tomé tan en serio como me lo sugeriste, porque después de todo fuiste quien mencionó la palabra “pareja” y fuiste tú quien habló de matrimonio.  Si ahora padeces ya de amnesia, contágiame y tan amigos como siempre.
-          No chaparrita, yo no estoy terminando contigo, sólo quiero que nos vayamos más lento, es que mira, no eres tú, soy yo… Tengo muchos problemas, no estoy seguro, es que…. – El Sapo Ingrato ya no encontraba qué más decirme…
-          No necesito explicaciones, que Dios te bendiga y si un día necesitas algo, aquí estaré…
Volví a ver al Sapo Ingrato solamente una vez más, por mera casualidad. Hablamos después varias veces por teléfono y, aunque no lo crean, no le guardo rencor. El Sapo Ingrato es hasta la fecha una de las personas que más sonrisas me han arrancado recientemente.
Le doy las gracias, porque tuvo la decencia de retirarse a tiempo y, a su manera, de ser honesto y no quedarse aquí, para causar más dolor.
Pero estuve a punto de sacrificar lo que era yo, por tratar de cumplir sus estándares.  Estuve a nada de volverme “su princesa ideal”, porque se supone que así debía ser “a mi edad”, a mis entonces 27 años (cumplo 29 este año).
Muchas veces la familia nos presiona, cuando ya pasamos de los 25, para casarnos porque “se nos está yendo el tren”, aunque eso implique tomar cualquier carcacha que quizá nos deje tiradas porque se descarriló en cualquier parte del camino.
Jamás permitan que algún Sapo Ingrato las trate de cambiar. Si el Príncipe no sabe reconocer a la Princesa que son, es porque no es un verdadero Príncipe… ¡y no voy a cansarme de repetirles eso! 
Jamás permitan que la familia las presione “para que no se queden solas”. Las Princesas ya somos princesas, y como tales, tenemos más opciones que casarnos con un Sapo, porque ya no sabíamos qué más hacer con nuestra vida.
Las  Princesas podemos realizar un trabajo que nos enriquezca profesional, espiritual y económicamente; que nos de la satisfacción de ser útiles y trascender.
La mayor satisfacción que podemos tener como mujeres independientes es demostrarle al mundo que podemos cuidar de nosotras mismas y que si elegimos el matrimonio es porque a través de él, contribuiremos a una mejor sociedad.  Hay más mujeres que hombres en este mundo, por lo tanto, alguna se quedará soltera y eso es estadísticamente inevitable. No te preguntes “¿Por qué yo?”, mejor pregunta “¿Para qué yo?”...
Les deseo un muy buen fin de semana y nos leemos pronto...